Proyectamos para lograr nuestras metas y sueños, pero muchas veces en ese transitar suceden situaciones que no esperábamos.

No hay que tenerle temor a las circunstancias que están descontroladas, sino a la falta de dominio interno. Todo empieza y acaba dentro de nosotras.

¿Qué hacer con las expectativas frustradas que nos afectan a nosotras y a nuestra manera de relacionarnos con otros?

Cuando conocí a Jesús llegué a Él con mi corazón roto y dañado, cegada y sin entendimiento; mi desobediencia, el elegir mi propio camino, trajo como consecuencia a mi vida mucho dolor.

¡Qué linda es la vida compartida con amigos! Son personas con las cuales disfrutar las alegrías y llorar las tristezas.

Para descubrir la plenitud de nuestra vida necesitamos encontrar respuesta a la pregunta "¿para qué estamos aquí en la Tierra?".

Vivimos tiempos complejos y como mujeres estamos en el ojo de la tormenta de una sociedad convulsionada, confundida y colapsada.

Muchas veces perdemos tiempo en comparaciones que nos desenfocan y energía en acciones infructuosas.