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Escuchar la voz del Padre y su “alegre llamado a la adoración»

“Felices son los que oyen el alegre llamado a la adoración, porque caminarán a la luz de tu presencia Señor”, Salmo 89:15 (NTV) 

Volvía del centro de la ciudad a mi casa; un viajecito largo. No tenía a mano el pendrive en el que están las canciones que más me gustan y el Bluetooth del auto no funcionaba bien, así que se me ocurrió prender la radio para informarme un poco. Al sintonizar, el conductor hablaba acelerado y estaba a la mitad de un tema que se notaba que lo tenía mal. 

Se lo escuchaba bastante enojado, evidentemente un “piquete” le había complicado la mañana. Comenzó a darles lugar a los oyentes para compartir sus impresiones. Las quejas de la mayoría hacían referencia a “lo mal que estamos”. Algunos hablaban de irse del país, otros decían “nada va a cambiar”, “estamos cada vez peor”, y cosas por el estilo. La atmósfera era de amargura, insatisfacción y hartazgo. Después de escuchar un poco, apagué la radio. ¡Qué rápido se contagian la queja y el malestar! 

Aunque no podemos negar la realidad, y aunque vivir en esta sociedad (donde sea que estés en Latinoamérica) resulte complejo, no es sano permitir que las circunstancias nos definan y que factores externos sobre los que no tenemos influencia nos apaguen. Por eso lo primero que viene a mi mente al meditar en el versículo inicial es preguntarme ¿qué llamado estoy eligiendo escuchar? 

Es que hay muchos llamados sonando a nuestro alrededor con distintos objetivos, y es preciso no solo distinguirlos sino elegir a cuáles les daremos atención. Por ejemplo, el llamado de los medios de comunicación es –en general- a vivir insatisfechas (aunque por supuesto no lo plantean de esta forma) a buscar llenar nuestra vida con cosas. Se crean necesidades que no existen y luego se venden productos o experiencias para satisfacerlas. En la mayoría de los casos, intervienen en lo anterior motivaciones mezquinas y egoístas que benefician a unos pocos. Y así podríamos pensar en diferentes áreas o escenarios que nos proponen ir detrás de lo anterior. 

Como dice el filósofo Zygmunt Bauman en su libro Vida líquida: “La sociedad de consumo consigue hacer permanente la insatisfacción”. Y explica además que uno de los métodos para lograrlo consiste “en satisfacer cada necesidad/deseo/carencia/ de manera que solo pueda dar pie a nuevas necesidades/deseos/carencias. Lo que empieza como una necesidad debe convertirse en una compulsión o en una adicción”. 

«Nosotras podemos determinarnos a ‘apagar la radio’ y elegir escuchar ‘el alegre llamado a la adoración’, ese que nos conecta con la fuente de nuestra felicidad».

Mayra Djimondian, pastora y escritora del libro Mujeres Inteligentes 2

Hay muchos llamados a nuestro alrededor: a desistir, a renunciar, a dejarnos llevar por la tristeza, a enojarnos, a quejarnos, a envidiar, a dudar de Dios, a temer, a dejar de soñar… pero entre todos esos, se levanta y resuena firme y claro, “el alegre llamado a la adoración”, ese que nos conecta con Dios y nos activa en una relación de amor con la fuente de nuestro gozo y felicidad. 

Este “alegre llamado a la adoración” nos llega desde el corazón del Padre. Escucharlo y seguirlo nos pone en perspectiva de la grandeza de Dios, de su intervención en nuestra realidad, y nos enfoca en lo sobrenatural porque nos da dimensión de su manifestación gloriosa en cada detalle, aun en aquellas cuestiones que a nosotras se nos escapan o las que nos parecen imposibles de enfrentar a superar.

Y cuando aguzamos el oído para escucharlo y activamos la inteligencia espiritual para seguirlo, podemos salir victoriosas, aun de las batallas más complicadas.

¡Que cada día nuestros oídos espirituales sean abiertos para aprender a escuchar Su voz por encima de las demás! 

Mayra Djimondian
Mayra Djimondian
Licenciada en Orientación Familiar, Coach Ontológico y escritora. Mediante sus libros, conferencias y talleres, capacita, potencia y activa a mujeres y familias desde un abordaje integral para desarrollar ser su mejor versión y vivir en plenitud. Es mamá de tres hijos y, junto a su esposo, pastorea la iglesia Tierra de Avivamiento, CABA.

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