Mike Westerfield era un hombre cualquiera, criado como un "cristiano religioso", con una vida normal; sin embargo, estaba en crisis. Asistía a su iglesia y participaba, hasta incluso predicaba.
Mike Westerfield era un hombre cualquiera, criado como un «cristiano religioso», con una vida normal; sin embargo, estaba en crisis. Asistía a su iglesia y participaba, hasta incluso predicaba. Comenzó a compartir la Palabra a reclusos musulmanes en una cárcel de Florida, Estados Unidos. Pero como su fe era débil y los mismos presos le daban literatura islámica, ocurrió lo impensado. Se convirtió al Islam.
Mike no estaba seguro del significado y funcionamiento de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) ni de cómo defenderla, y los presos musulmanes, a los que visitaba cada día, percibieron una gran debilidad en su discurso.
«Acabé abandonando el cristianismo y abracé el Islam. Fui musulmán durante doce años y asistí a una universidad islámica durante algún tiempo, con la esperanza de convertirme en imán o erudito musulmán. Después de unos siete años de ser un musulmán fiel, empecé a replantearme el papel de Jesús tras aprender más sobre el Islam, su engaño y sus mentiras«, comentó Westerfield, en un video titulado “Encontré la Verdad”.
Mike Westerfield en su video «Encontré la verdad»
«Comencé a revisar mis viejos libros de apologética cristiana de una universidad bíblica a la que asistí y asimismo a leer la Biblia. También revisé la literatura de Lee Strobel en El Caso para Cristo y El caso de la fe.
Además, agregó: “Finalmente, me presentaron a Abdu Murray, el primer exmusulmán convertido en apologista cristiano que conocí y con el que pude compartir mis pensamientos y dudas. Habló abiertamente conmigo y no me condenó. Me escuchó y me explicó por qué me planteaba abandonar el Islam después de haber sido un fanático por un tiempo».
Tras varios años, la historia de Mike continuó con un sueño revelador. “En 2012, cuando me fui a dormir, soñé con Jesús y estaba cubierto de su sangre. No podía entender por qué tuve este sueño, pero fue realmente increíble y no podía quitármelo de la cabeza. La sangre de Jesús llenaba la escena de mi sueño. Intenté huir de ella, ¡pero me cubrió por completo! Sentí tanta paz y amor, y los ojos marrones oscuros de Jesús atravesaron mi alma».
«Llamé a Abdu Murray y le conté mi sueño, ¡y se quedó como piedra! Justo esa noche, ¡él había orado para que Jesús se me apareciera en sueños y se me mostrara! El Dios del Cielo escuchó bondadosamente su oración y envió un sueño que me convenció de que su sangre era más que suficiente para perdonarme de mis pecados«, agregó.
«En ese momento, supe en mi corazón que Jesús era el Hijo de Dios. Pero dejar el Islam no fue fácil. No obstante, le entregué todo por completo a Cristo un año después, en enero del 2013, para nacer de nuevo. ¡Fue glorioso! Jesús nunca se dio por vencido conmigo».
Finalmente, comentó: «Hoy tengo la bendición de haber completado una maestría en estudios cristianos. Qué privilegiado soy de servir a Jesucristo como mi Señor y Salvador. Realmente, me encanta compartir el Evangelio y especialmente con los musulmanes que necesitan desesperadamente el perdón que solo la Cruz de Cristo puede traer».
¿Por qué no crezco espiritualmente? Esa es una pregunta que más de un cristiano se ha hecho a lo largo de toda su vida. Su respuesta parecerá un poco obvia: Porque no crecemos.
¿Por qué no crezco espiritualmente? Esa es una pregunta que más de un cristiano se ha hecho a lo largo de toda su vida. Su respuesta parecerá un poco obvia: Porque no crecemos.
Aunque parezca raro decirlo, la carne ama la inmadurez, quedarse con un sistema, forma o modelo de algo y no avanzar a nuevas formas de entendimiento que nos permitirán desarrollarnos de forma eficaz dentro del Cuerpo de Cristo.
Es fácil quizás culpar a otros; pero somos administradores de la revelación que tenemos ante la Cruz y, por lo tanto, responsables de que nuestro ser crezca en nuestra identidad como hijos.
Hoy tenemos un fenómeno en la Iglesia que yo llamo “la eterna infancia del creyente”. En nuestras congregaciones, hay miembros que, año tras año, concurren a la iglesia, se sientan, escuchan el mensaje.
Sin embargo, esos mismos creyentes necesitan los continuos cuidados de un ministro para “cambiarles los pañales, ponerles talco y comprobar que su mamadera no esté demasiado caliente”. Para ellos, la iglesia se parece mucho más a un hospital que a un ejército. Algunas veces nos engañamos a nosotros mismos porque crecemos numéricamente y pensamos que en eso consiste el crecimiento.
Pero el aumentar en cantidad no es sinónimo de crecer espiritualmente (también los cementerios crecen). El tener cien personas sin amor, luego doscientas, no es otra cosa más que engordar. A menudo vemos la situación, pero no sabemos qué hacer. Sabemos que “deberían llevar frutos para Jesús; deberían estar experimentando las virtudes de Dios; deberían tener más amor, más paz…”.
Pero no podemos esperar tales cualidades de los bebés: estas solo se encuentran en las personas adultas. Esa era la queja del apóstol Pablo al observar la falta de crecimiento espiritual que había en la iglesia de Corinto.
A los gálatas también les escribió que tenían que pasar otra vez por los dolores de parto.
Y mientras que aquellos a quienes iba dirigido el libro de Hebreos debían de haber sido ya maestros, necesitaban, sin embargo, que se les volviera a enseñar los primeros rudimentos: solo podían tomar leche, en vez de comida sólida.
Tengo una hijita llamada Georgina y, si le dijera: “Hija, dame nietos”, e incluso aunque orase por ella o ayunase, aun así, no podría dármelos. Esto no se debe a que sea desobediente o rebelde, sino a que es una niña.
Desde luego que, cuando crezca y llegue al matrimonio, me podrá dar nietos —sin necesidad de mi oración o ayuno—, porque ese es el fruto natural del matrimonio. Cuando yo tenía 8 o 9 años, nuestra iglesia recibió la visita de un predicador que lucía una bonita barba. En aquel entonces, las barbas no eran tan corrientes como ahora, de modo que se trataba de algo novedoso.
Yo me enamoré de aquella barba porque el hombre parecía un príncipe. De esta manera, comencé a orar a Dios para que me diera una barba. Recuerdo que, en cierta ocasión, hice un día de ayuno y oración. Mi madre me preguntó:
—¿No comes hoy, Juan Carlos?
—No. Estoy ayunando.
—Pero ¿por qué ayunas? —quiso saber.
—Se trata de una petición secreta, mamá.
Aunque ayuné y oré, no me salió la barba; sin embargo, cuando tuve 16 años, sin orar, ayunar o confesar, aquella se hizo realidad como resultado de mi crecimiento y de un desarrollo natural. Lo mismo sucede con la Iglesia. El crecimiento es el resultado de la vida.
Cuando estamos espiritualmente vivos, crecemos en amor, en gozo, en paz, en paciencia, en benignidad y en todas las virtudes en Cristo. Estos son los frutos naturales de la vida espiritual, y no hace falta ningún esfuerzo de nuestra parte para producirlas.
El actor Chris Pratt dijo que "no cambiaría nada" de su discurso de MTV de 2018 en el que le dijo a la audiencia que Dios los ama y enfatizó la importancia de la oración.
El actor Chris Pratt dijo que «no cambiaría nada» de su discurso de MTV de 2018 en el que le dijo a la audiencia que Dios los ama y enfatizó la importancia de la oración.
En una publicación reciente de Instagram, el actor reflexionó sobre un discurso que dio después de aceptar el Premio Generación en los MTV Movie & TV Awards. En esa oportunidad, compartió varias recomendaciones a la audiencia, muchas de ellas fundamentadas en sabiduría bíblica.
“Me dieron tres minutos para impartir sabiduría a la próxima generación. Si tuviera la oportunidad de hacerlo de nuevo, no cambiaría nada, excepto que tal vez no intentaría comer las palomitas de maíz detrás del escenario”, compartió el actor en referencia a lo sucedido en el evento.
Chris Pratt en la entrega de premios de los MTV 2018
Un fragmento del discurso que interpretó Chris fue: “Tienes un alma, ten cuidado con ella. Dios es real. Dios te ama. Dios quiere lo mejor para ti; cree eso, yo lo creo. Aprende a orar. Es fácil, y es tan bueno para tu alma. La gracia es un regalo. Como la libertad que disfrutamos en este país, esa gracia se pagó con sangre ajena. No olvides eso. No lo des por sentado”.
Concluyó con un “Dios los bendiga”, seguido de aplausos de pie por parte de la audiencia.
El actor de 43 años es abiertamente cristiano y comparte cómo Jesús lo ha guiado a lo largo de su vida. Pratt y su familia se congregan en la Iglesia Zoe, ubicada en Los Ángeles y pastoreada por Chad Veach.
Pratt le dijo a la revista Esquire en 2014 que aceptó a Cristo gracias a que un “completo extraño” le presentó la Palabra cuando era un adolescente rebelde en Maui, Hawai.
“Me dijo: ‘Me detuve porque Jesús me dijo que me detuviera y hablara contigo. Me dijo que te dijera que estás destinado a grandes cosas’. Estaba esperando a mis amigos y yo estaba como: ‘Oye, voy a ir con este tipo’. Hasta que acepté a Jesús».
También compartió cómo su fe lo sostuvo cuando, durante su primer matrimonio con Anna Faris, su hijo, Jack, nació cinco meses antes de tiempo y con importantes problemas de salud.
«Tuvimos miedo durante mucho tiempo. Oramos mucho», dijo a la revista People. «Me restauró la fe en Dios; no es que necesitara ser restaurada, pero realmente la redefinió».
También aclaró en una entrevista con Men’s Health que si bien ama a Dios, no está de acuerdo con las formas en que las personas han abusado de la religión para propósitos malvados.
“Creo que hay una distinción entre ser religioso —alguien que adhiere a las costumbres creadas por el hombre, muchas veces apropiándose del asombro reservado para quien creo que es un Dios muy real— y usar la religión para controlar a la gente, para quitarle dinero a la gente, para abusar de los niños, para robar tierras, para justificar el odio. Sea como sea, el mal que está en el corazón de cada hombre se ha aferrado a la espalda de la religión y se ha unido al viaje”, dijo
En respuesta a la reacción negativa que Pratt recibe por su fe, Joe Rogan, cuyo podcast es el más escuchado en los Estados Unidos, comentó que a la gente en Hollywood les «aterroriza salirse de los límites» ya que así podrían experimentar la crítica y el ostracismo de sus colegas abrumadoramente liberales y seculares.
“Chris Pratt se mete en problemas porque es cristiano”, comentó Rogan, explicando que el trato adverso que ha recibido Pratt no está justificado. Está un poco fuera de las líneas en términos de su ideología. Es cristiano y bastante abierto al respecto. Por eso, lo atacan. Es algo tan sencillo, como que simplemente cree en Jesús y le gusta ser una buena persona”, agregó.
Una bailarina de ballet cristiana oriunda de Brasil cautivó a la audiencia de AGT: All-Stars 2023 interpretando You Say, de Lauren Daigle.
Vitória Bueno nació sin brazos por una malformación congénita, condición que la hizo única en su ciudad, ya que solo 1 de cada 100 mil personas en el mundo nace con esa limitación. Sin embargo, esto no le impidió adaptarse a la sociedad, ya que a los 5 años le pidió a su mamá que la inscribiera en clases de danza.
Respecto a su adaptación a la rutina diaria, ella dice:“Fue super normal; hago todo con mis pies: lavo mis dientes, como, me peino. Convivo con esto. Y siempre me gustó bailar”.
De los escenarios a los estudios de TV
Luego de varios años de performance en los escenarios, en 2021 (a sus 16 años) se presentó en Das Supertalent (la versión alemana del reality), donde ganó un Golden Buzzer y llegó así directo a instancias finales, que la posicionaron en un segundo lugar. Tal experiencia la ayudó a creer mucho más en su potencial.
El pasado 9 de Enero fue convocada para AGT: All-Stars 2023, un reality que invita solo a los mejores. “Estoy aquí para demostrar que todos podemos luchar por nuestros sueños”, dijo para la entrevista del show.
La canción elegida para su nueva performance fue You Say, de Lauren Daigle, un tema que habla sobre la identidad como hijos de Dios y la importancia de creer lo que Él dice. Cabe destacar que, de todas las actuaciones que hizo en televisión, esta fue la primera en que utilizó una canción con un mensaje cristocéntrico.
Vitoria en la presentación de AGT All stars
La devolución de los jueces de America´s Got Talent: All stars
«Eres hermosa —le dijo la modelo Heidi Klum—.Tienes tanto aplomo, tanta elegancia cuando bailas. Fue tan hermoso verlo, y gracias por eso».
El productor artístico Simon Cromwell agregó: «Creo que el signo de una estrella es alguien que persevera, y luego, cuando está en el escenario, ilumina el escenario. Y tienes ambas cosas. Tienes este brillo en ti, Vitória, y cuando actuabas aquí, era como un completo silencio porque estábamos hipnotizados»
Howie Mandel, comediante, finalizó diciendo: “Yo no puedo evaluar tu técnica, pero hay un punto que pude ver y es que el hecho de que no tengas brazos hace más difícil el balance, pero nadie se dio cuenta de eso, y es grandioso”.
Bailar sin brazos para Vitória
«Para mí, los brazos son solo un detalle. Los sigo con los ojos, como si estuvieran allí».«No siento que los necesite en absoluto.
«Somos más que nuestras discapacidades, así que tenemos que perseguir nuestros sueños».
Aunque la bailarina brasilera no pasó a instancias mayores en el certamen, sí dejó una marca de superación en la competencia, y su historia sigue inspirando a miles de jóvenes a través de sus redes sociales, donde comparte sus experiencias y devocionales.
A lo largo de nuestra vida, transitamos diferentes etapas; desde la niñez a la vejez, pasamos por muchosprocesos, algunos de los cuales se tornan más complejos que otros. Podemos definir el término proceso como «conjunto de fases sucesivas de un fenómeno o hecho complejo». Pero ¿qué dice Jesús sobre esto?
Tomemos como ejemplo la conversión de Simón Pedro. «Luego lo llevó a Jesús, quien, mirándolo fijamente, le dijo: ‘Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas (es decir, Pedro)’” (Juan 1:42). El Salvador tuvo la capacidad de ver y describir su momento actual y su realidad. En la actualidad, era Simón, pero su destino en Cristo era ser Pedro.
Esto nos conmueve, porque encontramos gracia inmerecida en Él por algo que no buscamos sino que fuimos encontrados por su amor que no desiste de nosotros gracias a que el Maestro puede ver la obra terminada. Pero todo esto trae consigo un proceso entre nuestra actualidad y su verdadera realidad.
Desde nuestra conversión a Cristo, podemos repasar en nuestra memoria muchos momentos hermosos donde vimos el poder de Dios sobre nuestra vida, las manos de Él protegiéndonos del peligro o cualquier cualidad que podamos encontrar en su amor. Pero esa experiencia o recuerdo que tenemos del Señor no es el final del camino o la cumbre máxima de su bondad; cada día tenemos que morir, desaparecer para que Él aparezca.
«Por más que estemos en Cristo, no nos detengamos hasta que seamos lo que Él vio desde el principio de los tiempos».
Seguramente te tocó haber prometido algo a Dios que no lograste cumplir, algo que, sencillamente nos pasó a todos; es normal que pase, pero cuando morimos, Él achica la brecha para que ya no hable ni prometa desde mi carne, sino que mi hablar sea el suyo.
Cada etapa de nuestra vida es un proceso. Pero, para responder a la pregunta del principio sobre qué dice Jesús sobre el proceso, diremos que es el medio por el cual Dios nos prueba con diferentes circunstancias para llegar a ser lo que Él espera.
El apóstol Pablo experimentó su proceso también, ya que en Gálatas 2:20 escribió: «He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí».
Pablo persiguió al Señor, pero cuando vió la luz de Cristo, quedó ciego por tres días. Perdió total conexión con lo externo, para conectarse con la fuente que ahora habitaba en su corazón. Necesitamos, como cristianos, enamorarnos tanto de su persona que solo nos importe su aprobación y no la de los demás.
Por eso es tan importante que podamos experimentar la cruz, entendiendo el precio que Jesús pagó por nuestra vida.
«Si la cruz no nos conmueve, no lo hará nada».
La necesidad poderosa de entregar lo mío para obtener lo de Cristo debe ser la prioridad de cada día en nuestros corazones, ya que puedo tener cosas buenas, pero lo de Él es perfecto.
Cuando morimos, siempre vamos a algo mejor; una semilla, cuando es plantada, necesita morir para dar fruto. La semilla quizá no quiera morir, pero al hacerlo, un gran fruto viene en camino. Nuestra tarea no tiene que ser mejorarme o buscar destacarme entre los demás, sino salir de escena, para que Él sea el protagonista. Aprender a perder para ganar, a dar para recibir y a que muera nuestra forma de ser para revivir a su forma.
Él quiere usarte para vivir el mensaje de la cruz de tal manera que contagies a quienes están a tu alrededor. Cuando tu carne quiera defenderse, recuerda al Cordero.
No tengas miedo de la cruz, no busques atajos para el proceso; por más que duela, es el único camino que nos hace valorar el sacrificio, la muerte y la resurrección de Cristo. El Salvador tomó las llaves de la muerte y del infierno; el enemigo no tiene ni las llaves de su propia casa.
Marcos Brunet, en su libro Ser para hacer, comentó: «El secreto del éxito en el Evangelio no es comenzar bien sino permanecer fiel hasta el fin. Si te mantienes mirando al Cristo crucificado, nunca te cansarás de servir, de amar, de entregarte, y de soportar el proceso sabiendo que Dios no te dejará en la cruz, sino que te resucitará con su poder creativo y restaurará todas las cosas a su forma».
¿Cómo deben los cristianos comprometerse y relacionarse con la cultura circundante? ¿Es posible vivir en el mundo pero no ser del mundo? Estos interrogantes han desafiado a la Iglesia en toda su existencia. Consideremos a las Escrituras como única fuente autorizada para entender una concepción más fiel de la Iglesia y la cultura, así como de la relación entre ambas.
La famosa oración de Jesús por el Cuerpo de Cristo en el evangelio de Juan capítulo diecisiete es la declaración más exacta de cómo debe ser la relación entre los creyentes y la cultura. El Señor nos ha llamado a la santidad y a no tomar la forma de este mundo —“conformarnos con el mundo”—, pero sí nos quiere dentro del mundo. Probablemente, Él reconoció que el problema real con la mundanalidad no era algo «que estuviera afuera, en el mundo», sino, más bien, algo muy dentro de nosotros mismos: nuestra propia incredulidad, orgullo e ingratitud hacia Dios.
Entonces, ¿qué significa estar en el mundo pero no ser de este mundo? Significa que nuestra identidad, pensamientos, prioridades, sentimientos y valores no deben ser controlados por el mundo.
En cambio, sí deben ser continuamente santificados por la Verdad: la Palabra viva de Dios. Y como personas santificadas, Jesús nos envía al mundo, de la misma manera que su Padre lo envió. El apóstolPedro les recordó a los primeros creyentes del siglo algo muy importante en este sentido. Él dijo: “Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo» (1 Pedro 1:18-19). El término «vida» aquí corresponde a anastrophe en griego, y es muy parecido a la palabra «cultura». Todos hemos sido redimidos de una forma de vida sin Dios hacia una nueva forma de vida. Esto quiere decir que ser cristiano es, en sí mismo, la experiencia intercultural final. Somos redimidos de una cultura sin Dios para una cultura creyente, desde el momento en que comenzamos a escuchar la Palabra redentora del Evangelio.
Es esta Palabra redentora que sigue, a pesar de su antigüedad, vigente, y es una fuerza clave que contribuye con las necesidades profundas de la mente y el corazón humanos. Además, esta Palabra es crítica de la cultura, denuncia los pecados. Muchas de las ideas que circulan en los espacios educativos o en las redes sociales son repugnantes para la Palabra de Dios. Pero no queda solo en la denuncia, sino que ofrece sanar definitivamente los corazones ansiosos y las mentes torturadas que produce tal cultura.
Si observamos la historia de la Iglesia, vemos como principal característica una marcada y constante división entre lo secular y lo sagrado, pero al tomar como modelo lo que es, en esencia, ser cristiano —el Sermón del Monte—, esta división desaparece. Este precioso manifiesto que Jesús proclama describe lo que Él deseaba que cada seguidor suyo fuera e hiciera. Nos muestra, entre bienaventuranzas y cualidades, el llamado de Dios a un pueblo para sí mismo, que lo represente fielmente, cuya vocación sea coherente con su identidad: hijo de Dios. Es en esa identidad donde la división se acaba: ya no hay clero ni laicado, únicamente hijos de Dios. Para muchos críticos, el Sermón del Monte es impracticable y, en cierto sentido, esto es así, pero, ¿en cuál sentido? Porque es posible practicarlo solamente si se ha nacido de nuevo; quienes experimenten ese nuevo nacimiento a través de la obra del Espíritu Santo en sus corazones están listos para realizarlo. No se trata de normas o prohibiciones externas, sino de vivir en una justicia interna, la del corazón, donde reside el problema del ser humano. Cada cristiano debe difundir esa luz, y para hacerlo, es necesario que esté en el mundo, y no huyendo de este. Si así fuera, tendríamos como resultado una transformación del orden social, pero no a través de una acción directa de la comunidad cristiana sobre las estructuras sociales, sino por la manifestación de un nuevo hombre con otro espíritu, los hijos del Reino de Dios.
La obra de redención de Cristo, salvar a los hombres para introducirlos al Reino, comprende también la restauración de todo el orden temporal. Por tanto, la misión de la Iglesia no se limita a anunciar el mensaje de Cristo y su gracia a los hombres, sino también impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con los principios del Reino. La misión histórica y primaria del ser de la Iglesia es prolongar la misión de Cristo y hacerla visible en la historia de los hombres, y eso es obra de cada creyente, porque su Iglesia está constituida por cada hombre, mujer, joven, adolescente o niño que sea portador de la vida de Cristo; creyente, cristiano o seguidor de Cristo, como mejor se prefiera llamarlo. La manera más práctica de perpetuar la misión de Cristo es manifestarlo en todo momento, y no solo dentro de las paredes de un templo o detrás de un púlpito. El Espíritu nos convoca y nos invita a ser protagonistas de tal “supremo llamamiento”. No lo hagamos esperar, demos el presente. Es urgente y vital, cada minuto es valioso.
Una pelicula cristiana romantica para ver en familia
Victoria quiere conocer a Jason y para ganar su confianza buscará meterse en su universo y hacerse pasar por voluntaria en una obra de la iglesia.
Jason Holman es el nuevo pastor joven de la ciudad y coordinador de Home Base, una organización que se dedica a construir casas para quienes no tienen cómo pagar una vivienda.
Victoria Tremont conoce a Jason a través de una amiga y compañera de trabajo que se congrega en la iglesia SunCity Church, queda enamorada a primera vista, y esto la motiva a participar del voluntariado de Home Base.
Sin saber de qué se trata, Victoria se embarca en la aventura de conquistar al pastor, pero pronto se da cuenta de que no le resultará tan fácil como ella cree ya que no es como un chico cualquiera al que puede conquistar con sus encantos, sus ojos claros y su pelo rubio.
Vemos cómo la protagonista intenta parecerse a una chica “cristiana” y busca agradar teniendo un comportamiento totalmente falso, pero cuando encuentra una Biblia que su abuela le regaló comienza a interesarse en la Palabra de Dios, por lo que empieza a leer e investigar más sobre algunos versículos que llaman su atención.
Fotograma de la película Hogar dulce hogar
También continúa en el voluntariado de Home Base, pero debido a que deben terminar la casa cuanto antes, decide sorprender al pastor trayendo más voluntarios para acelerar el trabajo; esto los acerca de una manera genuina y real.
Las prioridades de Victoria cambiaron, pasó de pensar en zapatos, labiales y carteras a interesarse más en la Biblia, a ayudar a otros y sobre todo a agradarle más a Dios.
Home Sweet Home nos deja la enseñanza de ser siempre reales y verdaderos, no fingir algo que no somos para conseguir un beneficio. La honestidad siempre será premiada y sin duda nos llevará a mejores lugares.
Te vas a emocionar y reír con esta comedia romántica, ideal para mirar con amigas y en familia. La película está escrita y dirigida por Juan Mas y podés verla en la plataforma Amazon Prime Video o gratis en YouTube.
Los tiempos de gran incertidumbre pueden ser la excusa para entregarse al miedo o la motivación para conquistar mejores certezas. Esta es la tesis número 2 de mi libro: «95 tesis para la nueva generación«.
El humanista italiano Lorenzo Valla desenmascaró en 1440 uno de los fraudes más famosos de la historia. El documento conocido como Donación de Constantino afirmaba que, al mudar la capital imperial a Constantinopla en el año 330, el emperador Constantino había dejado a cargo del papa no solo la ciudad de Roma, sino también el resto del Imperio romano de Occidente. Ese era el fundamento de las atribuciones territoriales que el papado tenía sobre Italia y buena parte de Europa.
Lorenzo Valla
El Derecho Canónico puntualizaba lo siguiente: El emperador Constantino donó al obispo de Roma la corona imperial y toda la magnificencia imperial en Roma y en Italia y en todas las tierras que, en Occidente, pertenecen al emperador. Deben tener los obispos sucesores del Príncipe de los Apóstoles, mayor autoridad y poder en la tierra que la que posee nuestra majestad imperial.
La autoridad del papa —no solo espiritual, sino también política— sobre el emperador quedaba así legalmente establecida. Al analizar las palabras y giros lingüísticos de la Donación de Constantino, Valla concluyó que el documento no podía haber sido escrito en el siglo IV. La hipótesis más creíble situaba su redacción en el siglo VIII, como parte de una disputa contra los herederos de Carlomagno por unos territorios italianos.
La obra de Valla no tuvo grandes consecuencias en el momento de su publicación. No fue más que un rumor que circulaba en ambientes académicos. De hecho, durante un siglo más, la Donación siguió siendo considerada como verdadera por los juristas.
Sartre escribió que, cuando cae la noche y la seguridad se vuelve penumbra, hay que tener muy buena vista para poder distinguir al buen Dios del diablo. En la bruma posmoderna en la que andamos, cuesta muchísimo gritar «¡Tierra a la vista!». Somos náufragos de identidad en unos tiempos líquidos. Las generaciones que nos precedieron podían hablar de “normal”, “verdad”, “perversión”, “familia”, “éxito”, “mujer” o “bueno” a partir de implícitos acuerdos de la tradición occidental. Hoy la incertidumbre es nuestro acuerdo. Nos cuesta dejar de sospechar de todo.
La hipótesis de que existe cierta objetividad en el lenguaje ha perdido el consenso del que gozó en el pasado. Lo mejor que nos va quedando son las opiniones, los recorridos vitales, la reivindicación que pueden ofrecer lassubjetividades al dar su testimonio. Cada cuerpo se aferra a la madera que puede, la que le da algún tipo de equilibrio mental. Desde ese púlpito inquieto, proclama su verdad con la esperanza de que esa voz ayude a reconstruir algún tipo de tejido social.
Y si ya la mera existencia en esta era turbulenta es un cóctel de ansiedades, problemas de identidad y angustia, ¡cuánto más el hecho de ser una Iglesia en misión! Nos sentimos acomplejados y siempre bajo el escrutinio. Nos debatimos entre dos formas de culpa: primero, la de rozar en ocasiones el fanatismo religioso; y segundo, la conciencia de lo mediocre que es nuestro testimonio cristiano.
Aunque la sensación es a menudo bastante asfixiante, hay un dato que puede darnos esperanza: la Reforma protestante brotó justamente en medio de una asfixia similar. A comienzos de 1520, entre dudas cada vez más significativas sobre la legitimidad del papado, llegó a manos de Lutero una copia de la obra de Lorenzo Valla. Fue la gota que rebalsó el vaso: la Donación de Constantino no era un título de propiedad legítimo. Eso significaba que durante siglos la iglesia de Roma había lucrado y hecho guerras sobre la base de un fraude.
Martín Lutero
Si hasta ese momento Lutero intentaba conciliar sus descubrimientos bíblicos con la institución del papado, después de esa lectura su tono cambió drásticamente. Ese mismo año publicó A la nobleza cristiana de la nación alemana y La cautividad babilónica de la Iglesia: dos tratados en los que hablaba abiertamente, por primera vez, del papa como el Anticristo.
Habían pasado ochenta largos años de incertidumbre y creciente descontento desde la acusación de Lorenzo Valla. Finalmente, las cosas cayeron por su propio peso.
Compartimos con Lutero el hecho de habitar en un ambiente intelectual de cambios profundos. A nivel político, económico, cultural y artístico, la desconfianza generalizada en las explicaciones antiguas nos arroja a un futuro incierto. Nos dijeron que el mundo tenía una forma, unos colores y una coherencia, pero al final la cosa no era tan así. Como sucedió con la Donación de Constantino, estamos tomando conciencia de muchos fraudes que algunos usaron para perpetrar sistemas opresivos e instituciones corruptas.
El vértigo que sentimos es como el de esos pajaritos a los que empujan de golpe del nido caliente. Pero es justamente en tiempos como estos, en palabras de Dave Grohl, cuando aprendemos a vivir de nuevo. Podemos llorar sobre la leche derramada y lamentarnos hablando del mundo que se nos escapa. O podemos aprovechar el vértigo y la urgencia para obligarnos a levantar vuelo de una vez por todas.
Tenemos que aprender a surfear la ola de la incertidumbre y el relativismo para poder encontrar, entre los escombros, verdades menos adulteradas y mejores certezas que las de nuestros predecesores. Henri Nouwen decía que ese duro camino es justamente el que nos permitirá ser «flexibles sin caer en el relativismo, firmes en nuestros planteamientos sin ser rígidos, espontáneos en el diálogo sin llegar a ser ofensivos, corteses y generosos a la hora del perdón sin ser excesivamente blandos, y verdaderos testigos sin convertirnos en manipuladores».
Ante las preguntas más desconcertantes que emanan de las demandas políticas, ambientales, económicas, de género, bioéticas o cibernéticas, la promesa de Jesús sigue siendo pertinente: «No se preocupen de antemano por lo que van a decir. Solo hablen lo que Dios les diga en ese momento, porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu Santo» (Mc. 13:11).
No creo que esta asfixia que sentimos represente la muerte del cristianismo. Quizás la verdad sea todo lo contrario: que estamos en la hora undécima, justo antes de un cambio inmenso, a las puertas de una nuevareforma que llegará para trastocar los tristes fraudes que algunos han hecho en el nombre de Jesús.
Una organización benéfica cristiana ha distribuido dinero desde un denominado Fondo de Respuesta al Costo de Vida para brindar un apoyo vital a las iglesias y organizaciones benéficas en la primera línea, debido a la crisis del costo de vida del Reino Unido.
Una organización benéfica cristiana ha distribuido dinero desde un denominado Fondo de Respuesta al Costo de Vida para brindar un apoyo vital a las iglesias y organizaciones benéficas en la primera línea, debido a la crisis del costo de vida del Reino Unido.
Stewardship financió y lanzó la campaña Warm Welcome [‘Cálida bienvenida’], un movimiento de más de 4.000 iglesias y grupos comunitarios que están abriendo espacios cálidos y seguros para las comunidades durante todo el invierno europeo.
El Fondo de Respuesta al Costo de Vida de la organización benéfica se lanzó hace poco másde dos meses. Hasta ahora, algunas de sus subvenciones se han destinado a la Iglesia C3, la cual distribuye alimentos, mantas y botellas de agua caliente a familias en crisis financiera y extiende sus despensas comunitarias a Cambridge, Bury St Edmunds y Colchester.
Stewardship, entidad benefica cristiana
East Belfast Mission está utilizando el dinero para proporcionar recargas de energía de emergencia, paquetes de alimentos y una cena comunitaria semanal cada semana para 100 familias.
Por otro lado, Edge Ministries brinda espacios cálidos, comida y esperanza evangélica a sus comunidades en las localidades de Staveley y Tupton, y pronto abrirá un tercer centro.
Life Church Ministries Bradford ha utilizado su subvención para distribuir miles de juguetes antes de la Navidad pasada y ahora se prepara para repartir tarjetas de combustible de emergencia a las familias durante todo el invierno.
Stewardship también otorgará microsubvenciones del fondo de 200.000 libras para ayudar a cubrir los mayores costos de funcionamiento de los espacios cálidos de la iglesia y la comunidad durante el invierno.
La organización se estableció por primera vez en 1906 y otorga más de 100 millones de libras cada año a más de 4.000 iglesias, 2.300 trabajadores cristianos y 6.000 organizaciones benéficas.
Stewart McCulloch, director ejecutivo de Stewardship, comentó: “En Stewardship nos apasiona conectar a nuestros donantes con nuestra iglesia y socios benéficos para brindar apoyo donde la necesidad es mayor. Por lo tanto, nos sentimos muy alentados por la generosa respuesta hasta ahora, tanto a nuestro propio Fondo de Respuesta del Costo de Vida como a la Campaña de Cálida Bienvenida”.
Además, agregó: “La necesidad en nuestras comunidades sigue siendo aguda, por lo que continuaremos haciendo todo lo posible para recaudar y distribuir fondos cruciales para la ayuda de emergencia, incluidos los bancos de alimentos y los centros de alivio de la deuda, y para ayudar a las iglesias y organizaciones benéficas a mantener abiertas sus puertas y espacios cálidos”.
Jamás olvidaré aquel día cuando realmente vi que no merecía su asombroso perdón derramado en la cruz.
Aquel campamento en el que descubrí personalmente que los clavos que sostuvieron a Jesús gritaban un “te amo” hacia mi vida, hacia nuestras vidas. ¿Cómo es posible que estuviera experimentado aquel perdón tan irresistible?
No podía parar de derramar mi mayor devoción a sus pies y ni siquiera podía comprender todo lo que me estaba ocurriendo. Pero lo que sí sé es que antes de caer rendida ante tal inmerecido perdón, vi mi pecado. Vi mi suciedad como nunca antes. Aquel dolor me llevó a reconocer mi necesidad de un salvador y de decir sí a seguirle hasta el final de mis días.
Ese día me sentí Barrabás. Tú y yo sabemos que Barrabás merecía morir. No hay más. Pero la insistencia del pueblo en Lucas 23:13-25 llevó al gobernador romano Poncio Pilatos a autorizar la crucifixión de Jesús pese a no encontrar cargas contra él. Qué locura. La liberación de un reconocido culpable por la deseada entrega de un inocente.
Por eso el mensaje del evangelio es una verdadera locura para este mundo. ¿Qué persona accede a beber del castigo que le corresponde a un asesino? ¿Pero a quién se le ocurre tomar el lugar de Barrabás? ¿La liberación de un ladrón a cambio de llevar al madero a Jesús? ¿Conceder la libertad a quien no merecía absolutamente nada por el único que nunca violó la ley?
Creo que no podemos evitar preguntarnos, ¿cómo reaccionaría Barrabás? De repente su esperanza de vida cambiaría aun cuando su muerte parecía imparable. ¿Imaginar que entregarían a alguien que le salvaría de su destino final? ¿A un ladrón homicida?
Tantos aspectos apasionantes de Dios y sin duda, uno de ellos es su asombrosa esencia para revertir finales, cambiar historias y pintar nuevos horizontes esperanzadores en nuestras vidas.
Y eso fue precisamente lo que hizo con cada uno de nosotros. Lo más grandioso es que Barrabás no es un “simple intercambio injusto” que ocurrió en la historia y quedó grabado en las escrituras. Este hecho precedente de lo que ocurriría horas después en la cruz está hablando de ti, de todos nosotros como pecadores. A causa de nuestro pecado nuestro destino era igual al de Barrabás.
Quizás no nos hemos sentido Barrabás y nos hemos atrevido a calificar qué clase de pecado merece muerte. Pero la realidad es que ante la impresionante santidad del Rey de Reyes una sola mentira ya te renombraría Barrabás (Romanos 3:23).
¿Pero puede un Barrabás rescatar a otro Barrabás? Imposible. Por eso Jesús tuvo que venir, como cordero que no abrió su boca, en el mayor intercambio injusto que partió la historia de la humanidad en un antes y después de Cristo: el sacrificio en la cruz.
Un amor derramado que borraría tu destino de Barrabás y te daría una nueva identidad. Porque solo un inocente que jamás pecó (1 Pedro 2:22) podría borrar tu pasado a precio de sangre y cargar con tu culpa en cada clavo que le sostuvo en la cruz.
La locura del evangelio es reconocer nuestro pecado, arrepentirnos y vivir con la convicción de que solo una mano santa nos pudo perdonar. De tal manera amó Dios al mundo que entregó a Jesús por nosotros: el Hijo de Dios es el único que pudo vencer la muerte. ¿Y ahora? Ahora ya no hay culpa, porque el único que pudo llevarla ya pagó por ti. Un acto de amor que solo fue posible porque hubo alguien en la historia que nunca pecó, que nunca fue Barrabás pero que nos sustituyó.