A veces se nos presenta un abismo entre nuestros sueños y nuestra realidad, entre las expectativas y nuestras posibilidades, es entonces cuando miramos a Jesús y encontramos su gracia y misericordia sin límites.
Expresar nuestros sentimientos es un derecho que nos mantendrá a salvo de enfermarnos y una oportunidad para demostrarnos respeto hacia nosotras mismas