Estuve en misiones por 22 años y no fue una decisión repentina, sino que ha sido una decisión gradual, siguiendo al Señor, dejando que él nos guíe hasta aquí.
No sabía lo que era una relación personal con el Padre, solo lo que había visto en mis familia desde niño. Pero Dios tenía otro plan: una relación verdadera que me traería misión de vida.
Nos desgastábamos, estábamos sin recursos y sin posibilidades. Orando y buscando al Señor le preguntábamos: ¿Cómo íbamos a hacer? ¿Cómo podíamos seguir funcionando?