El pecado no produce odio de Dios hacia nosotros, sino compasión. Como seres humanos, tenemos una enfermedad que, eventualmente, terminará matándonos a todos, y es el pecado.
Dios no se aparta del pecador, se acerca aun más. El pecado no produce odio de Dios hacia nosotros, sino compasión. De la misma manera, cuando vemos a alguien con una enfermedad...
La decepción es una trampa peligrosa para aquellos que quedan pegados a ella. A medida que pasa el tiempo, si los pensamientos de desilusión se alimentan, difícilmente se logre salir de allí.