Siento en mi corazón compartirte y ministrarte mi experiencia, y contarte como en medio de toda mi oscuridad, fui hallado por Jesús; y Él me sanó para siempre.
Una de las cosas más maravillosas que nos han acontecido en nuestro traslado a Su presencia, es que nuestra geografía ha cambiado. Ya no somos esclavos de las tinieblas, ahora somos hijos de luz.
La cuenta regresiva te acerca al sonido de largada y el mundo te observa diciendo “vos todo lo podés”. Te ves ahí, queriendo avanzar, hasta que te topas con tus incapacidades.
En los pocos años que tengo de pastorado, me esforcé mucho para presentar un evangelio de éstas características: un evangelio a la altura de las demandas de las personas