No es de sorprendernos que cuando viajamos a algún lugar nuevo visitemos catedrales, edificios o monumentos y admiremos las imponentes estructuras.

Iglesias llenas de detalles y minuciosidades que escapan a la atención de los distraídos; o visitamos museos y galerías de arte y encontramos pinturas basadas en pasajes de las Escrituras, en personajes bíblicos o recreando escenas de la historia de la iglesia. 

Pero, pareciera que cuando hablamos de arte en la iglesia de la actualidad nos referimos únicamente a la música de los domingos en la mañana, las imágenes del Instagram del grupo de jóvenes y las pinturas de leones, águilas y ovejas. No me malinterpreten, no estoy en contra de eso, es solo que creo que no lo es todo. 

El arte es una herramienta de comunicación

El arte nunca ha sido el fin en sí mismo, siempre el arte ha sido un medio de comunicación de una realidad que mueve al artista. Es por eso que no podemos considerar que el arte sea el objetivo; por supuesto que es mucho más fácil pensarlo de esa forma, porque así podríamos llamar arte a cualquier cosa que hagamos, pero el verdadero arte siempre comunica algo, y más importante, algo más allá de lo obvio

“El arte ha sido relevante por su capacidad de comunicar de una forma eficiente mensajes complejos y personales”. 

Rodrigo Hernández, músico

El arte hace mucho más que adornar un lugar, amenizar un momento o llenar un espacio en una galería. El arte grita un mensaje, con una mano nos llama la atención y con la otra nos golpea con su mensaje. Pero no podría hacerlo de esa forma si no tuviera la complejidad y la labor del artista detrás. Porque si algo nos demuestra el arte es que el mensaje es tan relevante como el medio que lo transporta.

Las obras de arte más emblemáticas son aquellas que combinan sentido y destreza de una forma única. Si el mensaje es relevante, entonces el artista hará todo lo posible por crear una obra que contenga de alguna manera su mensaje para que el espectador no tenga forma de huir de él, que se vea confrontado con esa realidad. 

La iglesia durante muchos años fue la dueña del desarrollo artístico

Bajo la tutela de la iglesia el arte avanzó a pasos agigantados y se ofreció al servicio del mensaje de Jesús como ninguna otra disciplina dada a la humanidad. Pero desde esos días hasta hoy mucho ha cambiado. La idea de sacro y secular dividió la labor de los artistas, la iglesia los desechó como bichos raros y los líderes quisieron manejarlos como marionetas. 

Pero no es todo culpa de la iglesia, los artistas no controlaron su rebeldía y su ego, no aceptaron corrección y decidieron perseguir causas humanas en lugar de las celestiales. Sé que yerro al generalizar, pero haciendo la excepción de algunos exponentes a lo largo de la historia de la iglesia cristiana protestante, la gran mayoría ha sido así, y los resultados de esta disociación no podrían haber sido más nefastos. 

“Cedimos el arte a los ideales humanos”

Rodrigo Hernández, músico

Aquellos que estaban encomendados a darnos la revelación de lo eterno en materiales terrenos se convirtieron en los que nos anclaron a esta arena pasajera y nos dieron unos lindos lentes para que disfrutemos del mundo a todo color, abandonando la belleza del Eterno. Entregamos a los genios a sus mentes y el mundo se encargó de exprimirlos. 

Mientras tanto, la iglesia se conformó con un lenguaje fácil, un discurso aprendido y para nada disruptivo. Prefirió el gris bajo control que los colores que generaban preguntas. Nos volvimos expertos en imprimir libros de teología y se nos olvidó que los museos y galerías podían ser una extensión de ellos, que una sala de conciertos podría predicar el Evangelio de una forma tan personal como ningún predicador jamás lo ha hecho, que un grafiti puede salvar a un joven cuando no hay ningún pastor cerca, o que la impresión de un lienzo podría impactar a un niño y darle una experiencia que dirija su vida.

Ya prescindimos del arte en siglos pasados, nos conformamos con lo conocido, con lo superficial. Nos acostumbramos a las mismas metáforas, las mismas imágenes y las mismas canciones. Pero está llegando el día en el que las palabras serán censuradas de nuestros medios, y una melodía será mucho más efectiva, una imagen traspasará el corazón y una pieza de talla comunicará el Evangelio gritando en el silencio

“La iglesia de este siglo no puede sobrevivir sin el arte, y los verdaderos artistas, no pueden sobrevivir fuera del cuerpo de Cristo”.

Rodrigo Hernández, músico

Fuimos llamados a ir y a hacer discípulos. Se nos encomendó un fin, se nos dejaron los medios abiertos para que “la multiforme sabiduría de Dios sea dada a conocer por medio de la iglesia” (Efesios 3:10). La iglesia debe retomar el cultivo de las artes; si no lo hacemos, entregamos las mejores armas de evangelización y adoración que se nos dieron; y en un escenario peor, condicionamos la sabiduría de Dios a formas humanas. Es fácil olvidar un sermón, es muy difícil olvidar una obra de arte. 

Cantante, compositor, músico y amante del café. Actualmente desarrolla un proyecto como cantante solista presentando canciones de su autoría con un enfoque cristocéntrico sin dejar de lado un sonido fresco y moderno. Licenciado en Composición Musical con Orientación en Música Popular; Máster en Terapia de la Voz. Dedicado a la música y el ministerio, ha participado en propuestas musicales y artísticas a lo largo del continente. Pertenece a la iglesia Fresca Presencia en su natal ciudad de Guatemala.