Necesitamos alimentarnos constantemente, si no probablemente moriríamos. De la misma manera sucede en nuestra vida espiritual, si no comemos constantemente de la palabra de Dios, de su esperanza, morimos lentamente.
Nuestras pacientes saben que el diagnóstico no es su destino. No se pueden callar, sus bocas se abren para expresar gratitud más allá de la circunstancia que estén atravesando.
Asociamos durante años, décadas tal vez, el “estar mal” con “estar en pecado”. Entonces no nos permitimos confesar que estamos mal, no vaya a ser cosa que piensen que estamos en pecado.
como un entrenador cristiano, la vida saludable a grandes rasgos tiene todo y nada que ver con todo ello. Parece contradictorio, pero no es así, o al menos no desde una perspectiva por encima del sol.
Una adicción es una enfermedad que compete tanto lo físico como lo psicoemocional y que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación.