Antiguamente, declarar hereje a alguien era una decisión que discutía toda una comunidad con sus líderes, y los acusados tenían una posibilidad de defensa.
Qué difícil nos es explicar el dolor, cuántos sentimientos se entremezclan y cuántas sensaciones nos invaden. Muchas preguntas surgen, ¿Por qué a mí?, ¿Acaso no soy una buena persona?