Siempre cuando pienso en la palabra amor, pienso en Jesús. Él siempre dándole al blanco, mirando al prójimo, y regalando amor por doquier.
Desde mis 8 años y durante toda mi adolescencia fui parte de un grupo de niños llamado King’s Kid’s (Niños del Rey). Pensándolo bien, creo que fue un campo de entrenamiento para mí, allí aprendí muchas cosas que permitieron que yo pueda mirar la vida de otra manera. Íbamos a hospitales, hogares de ancianos, visitábamos cárceles, etc., para llevar un mensaje de amor y esperanza a través del teatro y coreografías.
Al crecer viendo constantemente que en el mundo hay tanta necesidad, tristeza y dificultades de diferentes tipos, Dios fue trabajando día a día en mi corazón y llevándome a valorar las cosas sencillas y pequeñas que todos poseemos y que, al fin y al cabo, terminan siendo oro en polvo, un fino material de nosotros mismos que entregar a los demás.
Recuerdo que un día súper lindo y soleado estaba casi todo listo en la plaza central de mi ciudad para que hiciéramos las coreografías que habíamos preparado, entonces vino alguien del equipo y comenzó a entregarnos una pulsera muy bonita con la frase ¿Qué haría Jesús? Yo me la puse, y constantemente leía lo que decía.
Hoy en día recuerdo, como si fuese ayer, estar mirando esa pulsera colorida con esa frase y, aun hoy, cuando tengo que tomar decisiones o cuando estoy pasando por algún momento difícil, recuerdo lo que decía la pulsera ¿Qué haría Jesús? Esto se convirtió en un recurso para detenerme a reflexionar antes de actuar.
Es mi deseo que mi arte llegue a cada rincón. Si hay algo que me hace feliz es poder cantar historias, poder inspirarme en historias de vida y transformarlas en canciones; hay tanto por contar, hay tanto por decir, y esa es también una manera de poder dar.
Hoy en día, con la música siento que hago lo mismo que cuando era pequeña. Llevar con mi música un mensaje a través de mis canciones, a través de historias de vida en las que me inspiro día a día. Ser luz en la oscuridad es el desafío, estar donde la tristeza abunda, estar donde la dificultad y el dolor se hacen presentes.
Dios es experto en sanar y transformar, y siempre a través del amor, no hay otra fórmula. El amor es la fuente y es el puente de esperanza. Dios es experto en reciclar lo que otros desechan, en restaurar las vidas que están dañadas y dolidas, es experto en curar cada herida que tiene nuestro Corazón.