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Ulises Oyarzún: «El ministerio pastoral es uno de los trabajos que más estresan»

Estresan al punto del burnout, esa sensación de estar quemado, de ya no soportar el seguir en frente de una comunidad.

¿Qué cosas no ayudan cuando se llega a ese punto?

1. Si eres líder, pensar que Dios te ha desaprobado e interpretar lo que vives como el abandono de Dios.

Al contrario, los evangelios muestran a un Jesús sumamente cercano y preocupado por los enfermos.

En esos días oscuros, Cristo va a tu lado.

2. Sentirte culpable por no estar a la altura de la demanda que significa liderar una comunidad.

Porque se nos ha metido en la cabeza que ser pastor o líder es tener la vida solucionada, vivir un clima de madurez y estabilidad emocional imperturbable.

Nada más alejado de la realidad.

Los pastores somos los primeros mendigos, azotados por oleajes de crisis emocionales, inseguridades, colapsos nerviosos y hasta brotes megalomaniacos.

La taSa de pastores con ansiedad y depresión es alta, y lo más preocupante, en muchos casos no está diagnosticada.

Ulises Oyarzún

3. Otro factor asesino es cuando caminamos solitarios con nuestros triunfos y derrotas, sin una comunidad de amigos “pretorianos” que estén dispuestos las 24 horas.

Imagínense a esos líderes, solitarios, con situaciones extremas que abordan en soledad, pero con la presión en sus iglesias de construir comunidades con la fiebre de los mensajes de hoy:

“Estás destinado al éxito”, “Dios tiene trazado algo increíble para nosotros”, “Vamos a ganar la ciudad”, “Vamos a impactar al mundo”….

Mensajes que, al volver a casa y enfrentarse con la fría realidad, conducen a una sensación horrible, por ser alguien que habla de triunfos y vida, ya que se siente obligado por el engranaje religioso, pero que, por dentro, pide ayuda a gritos, ¡¡pues nada de lo que predica lo siente!!

4. Otra cosa que no ayuda es presentarte como un mesías de vida solucionada. Un matrimonio perfecto, familia ideal, finanzas aseguradas (cosas que pueden ser parte de la realidad), en vez de mostrarse como una persona con una clara visión de la dureza de la vida, alguien que intenta tener la fe en Dios suficiente para no dejarse hundir en el lodo, pero también, un líder auténtico, que no tiene reparo en mostrar heridas y dejarse pastorear, no solo pastorear a la comunidad…

Suena linda esa idea.

Pero es una manera de ver el liderazgo que no vende.

Las iglesias que venden son las que han exorcizado el fracaso de sus paredes. Son solo crecimiento.

Y los pastores a los que les va bien son los que han hecho un pacto con el optimismo a toda prueba.

Claro, las dos realidades siempre guardan bastante podredumbre detrás de lo que muestran, pero eso es fácil de esconder. Por lo menos, lo suficiente antes de que estalle… y estalle mal.

Y lo peor, sin la posibilidad de decir nada, confesar alguna crisis, mostrar alguna debilidad, por “el qué dirán”.

¡Solidaridad con todos aquellos líderes que han sentido ese hastío y cansancio!

Advertencia para los nuevos líderes: no se queden solos, hagan buenos amigos y formen una “Cueva de Adulam”, que sea un refugio sin máscaras para las angustias honestas, los hastíos profundos y las oraciones inconfesables.

Cristo, tú que sabes de cruces inaguantables, danos tu fuerza para cargarla cuando nos toque abrazar la vida con toda su dureza. Danos fuerza para tener fe aun en medio de la muerte que llama por todos lados. Vence las tinieblas que susurran el final. Irrumpe con tu luz y haz que ese aparente final sea el principio de una nueva vida. Amén

Ulises Oyarzún
Ulises Oyarzún
Pastor, teólogo, escritor y comunicador. Tiene estudios en teología y comunicación escénica, le han otorgado por mas de 10 años un rol de motivador a través de charlas, conferencias y talleres, tanto en ambientes juveniles como en empresas y organizaciones de carácter formativo.

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