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¿Pascua judía o cristiana? Un festejo, múltiples significados

Catalogado como uno de los días más sagrados del calendario cristiano —y judío—, la Pascua ha tomado diversos significados a lo largo del tiempo.

Los significados no son los únicos cambiantes, sino también los símbolos: para los judíos, la Pascua era simbolizada con un Cordero y panes; para los cristianos, quizás, con ramas de olivo y pescado; en la actualidad, tal vez, roscas de pascuas, además de huevos y conejos de chocolate. Probablemente, todos ellos olvidan lo central de esta fecha: la muerte y resurrección de Jesús.

Huevo de Pascua: Una tradición comercial en algunos países.

Antes de Cristo: Cordero, panes sin levadura y hierbas amargas

La celebración de la Pascua quedó establecida en el Antiguo Testamento, cuando los hebreos estaban a punto de salir de Egipto, en Éxodo 12. Desde ese momento, se instituyó como una de las fiestas principales, tanto así que, según la Biblia, determinó que el mes en que se celebra, Nisán o Abib, se convirtiera en “el primer mes del año” (v. 2).

Este ritual estaba compuesto por diversos alimentos: panes sin levaduras durante siete días y un cordero asado con hierbas amargas. La sangre de este cordero se debía untar en los dinteles de las puertas. Recordemos que esto sucedió momentos antes de la última plaga, la muerte de los primogénitos.

La pieza central de las celebraciones modernas de la Pascua es el seder, una comida ritual que conmemora la huida de los israelitas de la esclavitud en Egipto. La cena incluye lecturas de un manuscrito llamado Haggadah. La Hagadá de Sarajevo, en la foto, es una de las más antiguas, ya que data del siglo XIV.

Ahora concentrémonos un segundo en la simbología: la sangre era la que se llevaba la culpa del pecado de la familia de esa casa. El dintel marcado significaba que “algo” ya había pagado el precio de la muerte en ese hogar. Había habido un “trueque” de vidas. Esta costumbre siguió existiendo, la de expiar los pecados, tanto de una persona como de una nación, por lo que existía el Día de la Expiación, en que se apartaba un cordero y se oraba, cargando sobre este todos los pecados del pueblo.

Las hierbas amargas tenían como base servir de memoria por los años sufridos como esclavos en Egipto.

Por otro lado, la abstinencia de levadura en los panes significaba la pureza. Por lo mismo, Jesús advierte de tener cuidado “con la levadura de los fariseos”.

Entonces, aquella fiesta establecida tenía varios puntos: primero, servía de recordatorio por todo el sufrimiento pasado; segundo, era algo “nuevo” que marcaba el comienzo de un nuevo año de vida y, tercero, era una “sombra” del sacrificio que habría de hacer Jesús muchos siglos después.

A esto hemos llegado: de la Tregua de Dios a los conejos de pascua

Pongo pausa un segundo en el origen. Me resulta interesante comentar algunas costumbres que son corrientes.

Durante la Edad Media, la Pascua tenía un poder tan sagrado que era un tiempo para la “Tregua de Dios”. Es decir, en la Navidad y en la Pascua tenían que cesar las guerras y dedicarse a pensar en este día religioso. Además, iba acompañado de ayunos, sobre todo, de carne vacuna.

El origen de los huevos y el conejo proviene del hemisferio norte, cuya primavera inicia en esta época. Los conejos y los huevos de Pascua, entonces, aluden a este nuevo comienzo o surgimiento de la nueva estación.

En cuanto a la rosca de pascua, tiene un origen mixto; son tradiciones precristianas que se fueron adaptando al cristianismo cuando este comenzó a llegar, sobre todo, al norte de Europa.

Entonces, ¿Qué es la Pascua?

La respuesta simple es: Jesús. Creo que no hace falta aclarar las similitudes entre lo que pasaba en el Antiguo Testamento y lo que hizo Jesús.

El sacrificio de la cruz representado en la peícula La Pasión de Cristo.

El Primogénito de Dios vino a morir por nosotros. Por su sangre, tenemos perdón de pecados, ya que Él toma el lugar de castigo que nos tocaba a nosotros.

La parte de los panes sin levadura representa la pureza, tanto la que ofreció Jesús —al ser el Cordero perfecto para lavar nuestros pecados— como la que debemos seguir nosotros, los seguidores de Cristo. Es un mandamiento el no tomar a la ligera el sacrificio que Él hizo por nosotros, por eso también es importante la celebración de la Santa Cena.

Lo nuevo también es Jesús. A partir de que Él entra en nuestra vida, es un antes y un después. O, al menos, debería serlo. Eso es lo nuevo, el “primer mes o comienzo del año”.

La Cruz es la conclusión

No estoy en contra de las costumbres. Es más, personalmente, me considero un adicto —fanático en extremo, mejor dicho— al chocolate, por lo que no estoy en contra ni de regalar ni de recibir huevos de chocolate. No obstante, es bueno aprovechar el tiempo, para rememorar el sacrificio de Jesús y el castigo del cual nos ha salvado. Porque a final de cuentas no hay cristianismo sin Cruz y no hay fe sin resurrección. Sin más que decir, no quiero despedirme sin decir: ¡Felices Pascuas y feliz comienzo de una nueva vida. Su Vida en nosotros!

Guido Márquez
Guido Márquez
Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.

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