Si tenemos un techo sobre nuestras cabezas ya tenemos algo por lo que agradecer, ya sea una casa grande con jardín, un departamento en la ciudad o una vivienda básica y modesta.

Justamente, un estudio arqueológico asegura haber encontrado la casa donde creció Jesús, en Nazaret. Se trata de una vivienda del siglo I, construida en una cueva natural, que consta de varias dependencias, una escalera y una azotea, con detalles de artesanía preciosos que sugieren que pudo haber sido construida por José, dadas sus dotes en estas artes.

Como todo lo sucedido hace muchos siglos atrás, siempre habrá dudas acerca de su veracidad y puede haber lugar a falsas interpretaciones. Sin embargo, los aportes arqueológicos pueden aclarar la situación y acercarnos al conocimiento de dónde vivió Jesús.

Las casas de esa época eran todas muy parecidas la una a la otra. Además, eran en exceso sencillas, generalmente de adobe, paja o piedras, sin ningún lujo aparente, tampoco tienen letras, escritos o grabados que indiquen quién vivió allí.

De hecho, lo relacionado al cristianismo, a la vida, ministerio y muerte de Jesucristo, no tiene todas las pruebas arqueológicas completas, y es por una simple razón: vivió y murió, pero resucitó. Entender esto requiere fe, en eso se basa el cristianismo; por lo tanto, celebro estos descubrimientos y anhelo que se logren muchos más, pero estos nunca podrán opacar la fe, que es fundamental para tener una vida cristiana. 

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Excavación que muestra los cimientos que habrían sido del siglo Primero.  Fuente: Diario El Nacional.

Barrios privados, residenciales y casas humildes del antiguo Israel

Este título, por supuesto, no es exacto. Pero sí sirve para aproximarnos a cómo eran las viviendas en el primer siglo de la era cristiana. Las casas mejor conservadas son aquellas que fueron hechas con los materiales de más calidad, es decir, las de las personas más pudientes, entre los que se encuentran romanos y algunos judíos.

 ¿Cómo distinguir una casa romana de una judía? Por lo que hablamos antes: los judíos tenían símbolos que hacían referencia a su religión, como la menorá; y las casas romanas tenían mosaicos con dioses, figuras o inscripciones que hacían referencia a sus dioses o creencias. Los materiales de estas casas eran piedras y otros objetos perdurables.

Otras casas con menor suntuosidad han sido encontradas bajo una gran capa de hollín o cenizas que permitió su conservación; eran de materiales también durables, como la piedra caliza, pero sin tanto lujo como las anteriores. 

A medida que disminuye el poder adquisitivo de los propietarios, se encuentran viviendas de materiales más rústicos, aunque predominan los pisos de piedra. Dentro también se pueden encontrar materiales que sugieren el oficio de sus habitantes, por ejemplo, herramientas para cortar madera, para tallar la piedra o cosas similares. 

Una característica común de los habitantes en esta zona es que pasaban la mayor parte del tiempo en la azotea o techo. Allí pasaban casi toda la mañana para moler la harina y así hacer el pan. Además, los espacios interiores eran muy escasos y pequeños, por lo que tenían mayor comodidad en la azotea (Biblia Arqueológica NVI, 2009, pág. 1626).

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Otro segmento de los cimientos de la Casa de Jesús en Nazaret. Fuente: nortedigital.mx

Volviendo a la casa de Jesús en Nazaret

Esta casa donde es posible que el Mesías haya pasado su infancia no se descubrió hace poco, se conoce desde 1880. Aunque no es posible aseverar que en verdad vivieron allí María, José, Jesús y sus hermanos, recientemente el arqueólogo británico Ken Dark asegura tener evidencias que lo comprueban, pese a tener todo un grupo de historiadores, arqueólogos y otros estudiosos que afirman lo contrario o que insisten en que faltan datos y evidencias para comprobar la veracidad de dicho hallazgo.  

La primera de las evidencias de Dark es que las estructuras de esta vivienda corresponden al siglo I, que fue dejada de habitar en el mismo siglo y que es única en toda la región, además de que sobre su estructura se construyó una iglesia cuyos vestigios encajan con una descripción del siglo VII que habla de un templo erigido sobre la casa de Jesús y que se había convertido en un lugar de peregrinación. 

También se encontraron objetos menores, como restos de cerámica, que hacían referencia al judaísmo que se profesaba en esa vivienda.

Resumiendo, desde la fecha en que se publicó la nota se conoce la ubicación de la casa donde posiblemente vivió en su infancia Jesús en Nazaret, por los objetos encontrados, por otros edificios construidos allí y porque la estructura es única en esa región.

Estos hallazgos son algo para festejar, sin ninguna duda, pero el foco siempre debe ser ese: no perder de vista que somos salvos gracias a que Dios entregó a su Hijo por nosotros. Por lo tanto, estos descubrimientos deben aumentar nuestra fe, mucho más en momentos tensos como los que estamos viviendo.