Solo es posible identificar al Jesús resucitado como aquel crucificado por las heridas de su batalla del Viernes Santo visibles en las manos, los pies y el costado. En su presente resurrección, Él permanece como el Hombre de la cruz. Por supuesto, la canción “Sobre Todo”, de Michael W. Smith, no tendría sentido, como tampoco lo tendría ningún libro que se hubiera escrito sobre Jesús si el Cristo no hubiera resucitado.
Si la Pascua no es una historia real, entonces debemos convertirnos en cínicos. O miramos la muerte de Jesús en la cruz como la derrota más grande de un buen hombre a manos de los poderes de las tinieblas o moldeamos nuestra suerte y nuestra vida con un nuevo poder que se liberó en el mundo. Si Él no regresó de la tumba, sería, como lo dijo Albert Schweitzer de manera memorable, una persona más enterrada bajo la rueda de la historia.
El apóstol Pablo escribe: “Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado (…) Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales” (1 Corintios 15:13,19). Los primeros cristianos estaban galvanizados por su convicción invencible de que Aquel que colgó del madero no estaba en la tumba sino que había sido resucitado por el Padre.
“Cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales”, Efesios 1:19-20.
Nuestro trágico error en la actualidad es minimizar “cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos” ¡el mismo poder que Él usó para levantar a Cristo de la muerte!
Brennan Manning, libro «Sobe Todo».
Aceptar la mediocridad, rendirnos a nuestras adicciones, rendirnos al mundo y resignarnos a nosotros mismos a la monotonía de una vida cíclica y rutinaria es anular el poder del Jesús crucificado y resucitado y la total suficiencia de su obra redentora.
El Cristo en nosotros no solo es nuestra esperanza de una gloria futura, sino una presencia transformadora dentro de aquel que promete: “Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre”(Juan 14:12).
Si Dios es un ser todopoderoso, soberano y victorioso, ¿será que le afectó cuando Jesús murió? ¿Es posible que el majestuoso Rey eterno y santo sintiera tristeza y dolor?
Si Dios es un ser todopoderoso, soberano y victorioso, ¿será que le afectó cuando Jesús murió? ¿Es posible que el majestuoso Rey eterno y santo sintiera tristeza y dolor?
Hace un año, pasamos por la muerte de nuestro hijo. Fue un evento inesperado que nos dejó con más preguntas que respuestas. En el torbellino de confusión y tristeza, me di cuenta de que debía preparar un discurso para los momentos protocolarios que apenas arrancan el proceso de duelo. Cuando me senté a considerar lo que debía compartir en el funeral, lo primero que llegó a mi mente fue: pero Dios Padre me entiende perfectamente. Él también perdió a su Hijo. Sin embargo, es prudente preguntar: ¿realmente esto es algo que podemos deducir de las Escrituras?
En estas fechas de la Pascua, apartamos momentos para intencionalmente recordar la pasión de nuestro Salvador, con un enfoque en el sufrimiento y victoria de Jesús. Como parte del plan divino y perfecto, la crucifixión y resurrección coincidía con fiestas judías que fueron establecidas para que el pueblo de Dios nunca olvidara que es necesario derramar sangre para ser salvos de la muerte. La primera Pascua en Egipto fue un vistazo del sacrificio supremo que Dios mismo pagaría con la sangre de su propio Hijo. Este plan no fue algo repentino o un plan B porque la situación se había salido de control. Dios tenía un plan desde el principio. Y este plan contemplaba mucho sacrificio y dolor. En esta primera Pascua y repetidas veces en las Escrituras, Dios consistentemente se revela como un Ser supremo, pero también un Dios que responde con sentimientos reales ante la situación actual.
Más de mil años después, Jesús está parado frente a una audiencia curiosa y revela que “… el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera” (Juan 5:19, LBLA). Esta aclaración sobre el actuar de Jesús precede a muchas de sus reacciones emocionales. Por ejemplo, cuando Jesús se entera de la muerte de Lázaro, no derrama apenas una lágrima, sino se rompe en llanto ante la pérdida de su amigo (Juan 11:35). Si Jesús únicamente hacía lo que su Padre, podemos asumir que Dios Padre también llora y se quiebra ante las pérdidas. Obviamente, Dios sabe que la muerte ha sido vencida. Él conoce el final de la historia. Pero ese conocimiento e incluso el control que tiene sobre el destino del universo no resta a su capacidad de sentir profunda e intensamente las emociones que naturalmente acompañan una pérdida.
Llegamos a la escena del primer Viernes Santo, cuando Dios ve que finalmente la hora ha llegado. Y su reacción es congruente con su carácter. Siendo Dios, Jesús reacciona de una manera emocional en todos los eventos antes de la crucifixión y durante esta. Se rompe. Se quiebra. Y Dios Padre solo observa. Si a lo largo de la historia Dios ya ha dado muestras de reacciones emocionales fuertes ante la rebeldía del hombre, ¿cuánto más cuando los portadores de su imagen crucifican a aquel que comparte su ADN divino? ¿Será que a Dios Padre no le rompió el corazón ver cuando su Hijo, que fue obediente en cada acción, actitud y pensamiento, fue asesinado delante de sus ojos? ¿Será que Dios Padre no se quebrantó al ver el sacrificio que su amor por la humanidad requería de Él? ¿Será que Dios Padre no se estremeció al ver a su precioso Hijo sufrir y morir? Si Jesús lloró ante la muerte temporal de un amigo, cuanto más lloró el Padre cuando vio a su amado Hijo morir en la cruz.
Antes de llegar a la victoria que vivimos por medio de la resurrección de Jesús, su muerte tiene muchísimo que enseñarnos sobre el corazón de Dios. Dios no solo escogió este camino de dolor y sufrimiento, sino lo creó como el camino perfecto para la culminación de la historia del mundo. Si sentimos que Dios es demasiado santo y perfecto como para entender el duelo que vivimos, recordemos la cruz. La cruz no solo fue el instrumento que Dios utilizó para proveer la salvación del mundo sino un causante de profundo dolor para el mismo corazón de nuestro Padre celestial.
La vida eterna es conocer a Dios y a su Hijo, Jesucristo, y entre más lo conocemos, más nos asombra su carácter y amor sacrificial. Dios es un Padre que se duele. Pero también es un Dios que consuela. Dios no sintió dolor y sufrimiento para condenarnos o hacernos sentir culpables, sino porque Él así escribió la historia del universo.
No te apresures a brincar del viernes al lunes. No hay victoria sin sacrificio. No hay libertad sin pagar un precio. No hay consuelo sin pérdida. Cuando Dios decidió pagar la cuenta de nuestro pecado, sabía lo que venía. Cuando Jesús murió, el corazón de Dios se rompió. Este mismo Dios ahora nos abraza con pleno entendimiento y comprensión ofreciéndonos toda consolación porque a Él le complace consolar. Nuestro Dios conoce el dolor y es el autor de toda consolación.
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”(Gálatas 6:14, RVR1960).
En días de la llamada Semana Santa, la Cruz adquiere una singularidad especial entre los cristianos. Hay muchas formas de considerarla, pero, en las palabras del texto se marca un profundo contraste entre lo que significa para el mundo y lo que es para el creyente. La Cruz es locura para el hombre natural, e incluso para ciertas personas de fe, pero, lo que es locura para los no creyentes, es motivo de gloria para los hijos.
El apóstol Pablo hace referencia a ella en el contenido de la epístola de la que se tomó el texto que se considera. Para él es lugar de sustitución (1:4); lugar de identificación (2:20); lugar de visión (3:1); lugar de maldición (3:13-14); lugar de redención (4:4-5); lugar de tropiezo (5:11); y lugar de gloria.
La razón para considerarla de este modo es precisa: “por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. La Cruz es el medio por el que Dios libera al salvo del poder egoísta del yo personal (2:20), y de la esclavitud de la carne (5:24). Las pasiones dejan de controlar en esclavitud al creyente. Ahora, también se manifiesta el poder liberador de la Cruz sobre el mundo.
«La gloria del creyente es la Cruz porque es el absoluto poder libertador».
Samuel Pérez Millos, Licenciado y Master en Teología (TH. M) por el Instituto Bíblico Evangélico.
El término mundo tiene varias acepciones en el Nuevo Testamento, siempre vinculado al hombre, que a causa de la caída permitió la entrada de la muerte en el mundo y lo domina (Ro. 5:12-21). Este tiene un sistema propio de sabiduría que, por razón del pecado, es necio, porque se opone a Dios (1 Co. 3:19).
El sistema moral de este orden establecido es corrupto, permitiendo prácticas corruptas, como sistema ético de quienes pertenecen al mundo (1 Co. 5:10). Todo el sistema y su extensión al gobierno del hombre, obedece a Satanás y sigue sus dictados (Ef. 2:2-3). La política y las leyes de las naciones están bajo su control, a quien Jesús llama en tres ocasiones príncipe de este mundo (Jn. 12:31; 14:30; Mt. 4:8-9; Lc. 4:5-6).
Mediante las leyes de los hombres, Satanás realiza acciones de rebeldía contra la voluntad de Dios, permitiendo la inmoralidad y legalizando el pecado en múltiples formas. El mundo tiene sus propios pasatiempos, “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida” (1 Jn. 2:16, RVR1960).
El proyecto satánico para el gobierno del mundo es colocar a un hombre en el lugar de Dios (2 Ts. 2:3-4)
Samuel Pérez Millos, pastor de la Iglesia Evangélica Unida de Vigo.
Tiene también su propia espiritualidad, expresada en un culto formalista pero carente de orientación divina (2 Ti. 3:5). Es la religión que practican aquellos cuyos corazones viven al margen de Dios, teniéndolo solo presente en su boca (Is. 29:13). Satanás introduce las falsas doctrinas, por sus propios predicadores, que proclaman la religión de los demonios (1 Ti. 4:1).
La religión del mundo es una apostasía, alejándose de la obediencia a lo que Dios determina en su Palabra, cambiándolo por trato riguroso que establece el pensamiento del hombre (Col. 2:20-23). Estas son normas para ser cumplidas, haciendo descansar la vida en el poder de la persona y en sus actividades, pero no en el poder y la obra de Dios (Fil. 2:13).
Este sistema espiritual llamado mundo descansa en Satanás mismo (1 Jn. 5:19), dando la idea como si él tuviera al mundo en su regazo, adormecido, para utilizarlo según su propia conveniencia.
La Cruz permite la victoria liberadora sobre el sistema que es propio y natural para los hombres, que viven en la esclavitud del pecado.
Samuel Pérez Millos, pastor de la Iglesia Evangélica Unida de Vigo.
Los que creen en Jesús, son liberados de la posición de esclavos que tenían en el mundo y Dios los traslada al Reino de Cristo (Col. 1:13). El cambio es radical. No hay salvación sin regeneración o, si se prefiere, no hay regeneración sin salvación.
En el texto seleccionado se puntualiza la libertad como resultado de la obra de la Cruz de Cristo. El apóstol Juan habla de “la victoria que vence al mundo”, es decir, la experiencia victoriosa sobre el sistema que rige el maligno (1 Jn. 2:13, 14; 4:4), alcanzada mediante la fe en Cristo (1 Jn. 5:4-5).
En la Cruz el mundo ha sido vencido por Cristo (Jn. 16:33), de ahí el aliento que supone para el creyente la demanda de Jesús: “confiad”. La victoria de Cristo en la Cruz es el triunfo del cristiano (Ro. 8:37; 1 Jn. 4:4; 5:4; Ap. 12:11). Por medio de la Cruz el poder del mundo quedó anulado para el creyente, a causa de la identificación con el Crucificado.
Jesús derrotó completamente al diablo y al mundo (Ef. 4:8; Col. 2:15), ahora somos vencedores sobre el mundo. La fe identifica al cristiano con Cristo, de manera que el medio para salvación es también el medio de victoria que nos hace vencedores, porque nos vincula con Cristo y su poder, descansando plenamente en Él, en una entrega sin reservas.
Samuel Pérez Millos, Licenciado y Master en Teología (TH. M) por el Instituto Bíblico Evangélico.
El apóstol señala en el texto un doble aspecto de la Cruz: El mundo crucificado para el creyente, con un resultado de bendición, las cosas que eran objeto de amor son desechadas para seguir a Jesús que nos amó y se entregó por nosotros (2:20). Pero, también el creyente ha sido crucificado al mundo. Ha muerto en Cristo a sus falsas esperanzas y a su sistema, para vivir la gloriosa libertad en Él y experimentarla por medio del poder de Dios.
Bien podemos acercarnos por la fe a la Cruz y decir con el apóstol: “lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”. Viviendo cerca de la Cruz, la admirable gloria de Dios en la obra salvadora que el Señor hizo conducirá nuestra vida, alumbrará nuestro camino, producirá paz en el alma y esperanza cierta del glorioso encuentro con Él para disfrutar a su lado una gloria sempiterna que la gracia nos otorga.
Cada vez son más los adolescentes, jóvenes y adultos que consumen alcohol y otras sustancias perjudiciales para la salud. Ante esta realidad y para luchar contra ello, marcharon más de 300 personas en San Cristóbal de las Casas, México, con un llamado a procurar la paz y no caer en las adicciones, declarando que siempre hay un camino para solucionar los graves problemas sin buscar refugió en el alcohol.
Cada vez son más los adolescentes, jóvenes y adultos que consumen alcohol y otras sustancias perjudiciales para la salud. Ante esta realidad y para luchar contra ello, marcharon más de 300 personas en San Cristóbal de las Casas, México, con un llamado a procurar la paz y no caer en las adicciones, declarando que siempre hay un camino para solucionar los graves problemas sin buscar refugió en el alcohol.
El grupo partió de San Cristóbal de las Casas, una ciudad que en el pasado se ha distinguido por perseguir a los cristianos. Sin embargo, su respuesta ha sido siempre pacífica, y ahora aportan un mensaje por el bien de la ciudad. En el frente, los jóvenes portaban un cartel con el lema «Cuida tu salud. No consumas drogas».
Recorrieron las principales calles hasta llegar al centro de la ciudad, donde hicieron el llamado a toda la población a buscar a Dios. Explicaron que todos los problemas tienen solución en Jesús y su Palabra, mientras que “cualquier sustancia solo es un momento de placer o evasión, y no soluciona ningún problema, sino que lleva a una situación peor”.
El pastor José Daniel Gómez Ríos, uno de los organizadores, dijo que “esta marcha es para proclamar a toda la población que hay una respuesta espiritual a los problemas”, y que habiéndolo experimentado ellos mismos, se decidieron a salir a las calles para anunciarlo.
Además, comentó: “Nosotros estamos aquí y hacemos el llamado a buscar la salvación, dejar atrás el alcoholismo —entre otras sustancias— porque ese no es el camino; únicamente es un gusto para el cuerpo pero los problemas no se solucionan llenándose de alcohol, sino que es hundirse más, y los problemas ahí van a seguir. Hay que buscar el camino de Dios. Por eso invitamos a toda la ciudadanía a buscar el camino y no el alcohol”.
Finalmente, el contingente llegó al centro de la ciudad y se retiraron después de haber pronunciado la palabra de Dios, comprometidos a seguir pidiendo a la sociedad que deje los malos vicios, beneficiándose de la buena alimentación y del agua, en lugar de sucumbir a las sustancias.
Una estrella del fútbol característico de Estados Unidos ha sorprendido a sus seguidores en las redes sociales después de la aparición de videos de él predicando en una prisión de máxima seguridad. El mariscal de campo de los Denver Broncos, Russell Wilson, es un cristiano que habla con frecuencia sobre su fe.
Una estrella del fútbol característico de Estados Unidos ha sorprendido a sus seguidores en las redes sociales después de la aparición de videos de él predicando en una prisión de máxima seguridad. El mariscal de campo de los Denver Broncos, Russell Wilson, es un cristiano que habla con frecuencia sobre su fe.
Después de comunicarse con el ministerio presidiario God Behind Bars [‘Dios tras las rejas’], él y su esposa, la cantante estadounidense Ciara, dirigieron un servicio en el Centro Correccional Everglades en Miami.
Alrededor de 300 reclusos se reunieron para escuchar al matrimonio, de los cuales 27 entregaron sus vidas a Jesús. El jugador de fútbol americano predicó sobre Isaías, y su esposa cantó la adoración popular Waymaker, junto a una banda formada por presos.
Mientras continuaban adorando, Russell trajo a un prisionero para que cantara, le entregó el micrófono y dejó al resto de los reclusos completamente atónitos.
En una publicación de God Behind Bars, los voluntarios describieron que pudieron sentir “cambiar la atmósfera en la sala” cuando comenzó la interpretación de Jireh, de Maverick City y Elevation Worship.
Reflexionando sobre su experiencia, Russell comentó: “¡Señor, no hay nadie mejor que tú! ¡Más de 300 reclusos de una prisión de máxima seguridad adorando a Jesús! Su gracia y Espíritu es abrumador en medio de los errores que todavía ama y perdona”.
“’Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvar al mundo por medio de él” (Juan 3:17).
El jugador compartió que su conversión fue porque Jesús se le apareció en sueños.
En un video titulado «The Making of a Champion», animó a los espectadores a abrazar la Biblia. El jugador de la NFL dijo que el momento de su conversión se produjo cuando tenía 14 años y Jesucristo se le apareció en un sueño diciéndole que aprendiera más acerca de la fe.
«Cuando yo era adolescente, iba siempre a la iglesia donde mis padres solían llevarme», dijo Wilson. «Sabía acerca de Dios y cosas por el estilo, pero yo estaba siempre practicando el deporte y era el área de mi vida que más me preocupaba».
Pero una noche fue distinta para él. «Tuve un sueño en que mi padre fallecía, y entonces Jesús entraba en la habitación y llamaba a mi puerta, diciendo: ‘Necesitas saber más acerca de mí’. Así que el domingo por la mañana acabé yendo a la iglesia y ahí fue cuando fui salvo«.
«Me di cuenta de que Dios me había dado tantos talentos que quería darle toda la gloria«, agregó.
El jugador también afirma en su testimonio haber aprendido que «nadie puede detener lo que Dios tiene para ti«.
La importancia de tener una relación personal con Cristo no puede ser exagerada. Esta relación es la base de la fe cristiana y es la clave para experimentar la plenitud de vida que Dios tiene para nosotros.
En este artículo, explicaremos por qué es tan importante tener una relación personal con Cristo y cómo podemos cultivar esta relación en nuestra vida cotidiana.
En primer lugar, la relación personal con Cristo es importante porque nos permite conocer a Dios de una manera más profunda y significativa. A través de nuestra relación con Cristo, podemos experimentar su amor, su gracia y su poder en nuestras vidas.
Lutero afirmaba que la constante oración y comunicación con nuestro Señor Jesucristo nos permite tener una comprensión más profunda de quién es Dios y de cómo trabaja en el mundo. También nos permite experimentar la paz y la alegría que solo pueden venir de Él.
En segundo lugar, la relación personal con Cristo es importante porque nos permite experimentar la salvación que Él ofrece. La salvación es un regalo gratuito de Dios que se ofrece a través de la fe en Cristo.
Mediante nuestra relación con Él, podemos experimentar la plenitud de la vida que solo puede venir de ser salvados por Él. Esto incluye el perdón de nuestros pecados, la liberación de la culpa y la vergüenza, y la posibilidad de una nueva vida en Él.
En tercer lugar, la relación personal con Cristo es importante porque nos habilita a vivir una vida plena y significativa. A través de nuestra relación con Él, podemos descubrir nuestro propósito y llamado en la vida.
También podemos experimentar la plenitud de las relaciones humanas, la paz en medio de las dificultades y la esperanza para el futuro. En resumen, nuestra relación con Cristo nos permite vivir una vida abundante y significativa.
Entonces, ¿Cómo podemos cultivar una relación personal con Cristo en nuestra vida cotidiana?
En primer lugar, debemos dedicar tiempo a orar y leer la Biblia. La oración es nuestra comunicación con Dios, y la Biblia es la fuente de la verdad sobre quién es Él y cómo trabaja en el mundo. Al dedicar tiempo a la oración y la lectura de la Biblia, podemos crecer en nuestra relación con Él.
En segundo lugar, debemos estar en comunidad con otros creyentes. La Iglesia es la familia de Dios, un lugar donde podemos crecer juntos en nuestra relación con Él. Al estar en comunidad con otros creyentes, podemos recibir apoyo, aliento y enseñanza que nos ayudarán a crecer en nuestra fe.
En tercer lugar, debemos vivir una vida de obediencia a Cristo. La obediencia a Cristo es una expresión de nuestra fe y un aspecto clave de nuestra relación con Él. Al vivir una vida de obediencia, podemos experimentar la plenitud de la vida que Cristo ofrece.
En resumen, la importancia de tener una relación personal con Cristo no puede ser subestimada. A través de nuestra relación con Él, podemos conocer a Dios de una manera más profunda y significativa, experimentar la salvación que ofrece y vivir una vida plena y significativa.
Al dedicar tiempo a la oración y la lectura de la Biblia, estar en comunidad con otros creyentes y vivir una vida de obediencia, tenemos la posibilidad de cultivar esta relación en nuestra vida cotidiana.
Hace 55 años, una mañana del 4 de abril en algún lugar de Memphis, Estados Unidos, se oye un estruendo, más específicamente un disparo, no fue una bala perdida, ese proyectil tenía un encargo y fue arrebatar la vida del reverendo Martin Luther King.
Hace 55 años, una mañana del 4 de abril en algún lugar de Memphis, Estados Unidos, se oye un estruendo, más específicamente un disparo. No fue una bala perdida; ese proyectil tenía un encargo, y fue arrebatar la vida del reverendo Martin Luther King.
¿Pero por qué alguien querría matar a un pastor bautista?
Bueno, el Sr. King no fue simplemente un ministro que daba un mensaje semanal o solo pastoreaba su grey. Este hombre “de color”, como suelen decir en Norteamérica, fue alguien que luchó pacíficamente por los derechos civiles en una época en que el racismo era parte de la normativa de la sociedad estadounidense. Mucho peor que ahora, créame.
La canción de U2, Pride, responde muy bien este interrogante: “uno más en el nombre del amor”. Cuestiona cuántos más tienen que morir por una causa noble. ¿Acaso Cristo no fue suficiente?
Y Martin Luther King lo deja bien en claro en su último discurso: “Como cualquier persona, me gustaría vivir una vida longeva, pero eso no me preocupa ahora; prefiero hacer la voluntad de Dios”. Este hombre sentía el peso de su muerte sobre los hombres, horas antes de ser asesinado.
La pregunta sigue sin ser resuelta: ¿Por qué lo mataron?
El reverendo fue uno de los propulsores más importantes, en la década de los sesenta, de la igualdad, la justicia social y la lucha contra el racismo, cuando eso implicaba ser apresado, violentado, y los derechos, vulnerados de manera injusta.
Es importante saber que todo tiene un génesis. En 1955, año bisagra, tuvieron lugar una serie de hechos que ocurrieron encadenadamente y marcaron un antes y un después en una lucha histórica que sigue hasta el día de hoy.
Violencia injustificada hacia las personas de color
En ese año asesinaron a un joven de 14 años, Emmet Till, por hacerle un cumplido a una chica blanca. Fue linchado y quemado públicamente por personas racistas. Ese mismo año, mataron al reverendo, activista y empresario George W. Lee. Semanas después, apareció muerto otro defensor de los derechos civiles, Lamar Smith.
Diciembre de 1955
La gota que rebasó el vaso fue el caso Rosa Parks. Esta mujer negra se negó a cederle el asiento a un “blanco”, en una época en que las personas de “color” tenían que sentarse a lo último del bus. Parks, sin titubear, contestó ante ese hecho denigrante: “Estoy cansada, me quedaré aquí”. Eso fue suficiente para que la policía la encarcelara de inmediato.
Es en ese entonces que aparece Martin Luther King, un pastor joven idealista de tan solo 26 años, que realiza una protesta contra las compañías de buses que duró 386 días y que condujo al reverendo a prisión por ser un incitador del reclamo social.
Durante más de un año, “este boicot” se realizó de manera pacífica. Las personas de color organizaron un sistema de viajes compartidos, o bien iban a pie hasta sus lugares de trabajo, sin importar la distancia; se llegó a registrar que muchos obreros caminaban mas de 30 km por día. Esta acción prolongada puso al pastor bautista en el centro de la mira. El FBI ahora lo seguía de cerca.
Durante todo ese período, King y sus colegas sufrieron actos de vandalismo en sus casas e iglesias. El movimiento racista más importante de Estados Unidos, el Ku Klux Klan, persiguió y hostigó de manera violenta a todos aquellos que protestaron de manera pacífica.
Martin también fue inspirado por Ghandi en cuanto a realizar manifestaciones sin recurrir al odio, y logró persuadir a su gente a no responder mal por mal sino seguir el camino de la “no violencia”. En este punto, se diferenció de otros colegas contemporáneos, como el musulmán “Malcolm X”, también asesinado por pelear por los derechos civiles de sus compatriotas.
Martin Luther King y «Malcon X»
Una carta, un legado
Durante más de una década, el activista y ministro King sufrió más de cincuenta atentados contra su persona. En 1962, fue encarcelado por varias semanas en Birmingham, Alabama, epicentro de la segregación racial, pero nada detuvo su determinación, y mientras permanecía aislado, escribió una carta extensa para toda la comunidad cristiana de occidente.
Acá, un fragmento de la epístola: Demasiado a menudo, la Iglesia contemporánea tiene una voz débil e intrascendente, de sonido incierto. Demasiado a menudo, se manifiesta como acérrima defensora del statu quo. En vez de sentirse perturbada por la presencia de la Iglesia, la estructura de poder de una típica comunidad se beneficia del espaldarazo tácito —y a veces explícito— de la Iglesia a la situación imperante.
Pero el juicio de Dios se cierne hoy sobre la Iglesia más que nunca. Si la Iglesia de hoy no recupera el espíritu de sacrificio de la Iglesia primitiva, perderá su autenticidad, hará que se desvanezca la lealtad de millones de personas y terminará siendo considerada un club social irrelevante, carente de sentido en el siglo XX. Todos los días me encuentro con jóvenes cuyo desencanto por la actitud de la Iglesia se ha convertido en auténtica indignación.
Martin Luther King en su discurso
Tengo un sueño
Meses después, en 1963, en el monumento de Abraham Lincoln, expuso su discurso más conocido hasta el día de hoy: “Yo tengo un sueño”, en el que más de 200.000 personas se reunieron para ser inspiradas y encendidas con las palabras punzantes del pastor Martin Luther King.
El impacto de su discurso dejó maravillado al presidente Kennedy, quien le preguntó de dónde sacó esas ideas sobre la libertad, a lo que King respondió, sin titubear: “De sus discursos, señor Presidente”.
Trayecto final
Luego de hacer una breve recorrida sobre los hechos puntuales más trascendentes de la vida del reverendo Martin Luther King, podemos observar que luego de dos décadas de activismo, mucha gente odiaba los discursos que pronunciaba porque los incomodaban y, sobre todo, por el nivel de influencia que estaba alcanzando.
No solamente peleaba por abolir el racismo, sino que se pronunciaba en contra del salario injusto de los trabajadores y se atrevió a hablar en contra de Vietnam, situación que no era bien vista por el ejército y tampoco por el FBI, dirigido por el mismísimo J. Edgar Hoover, personaje siniestro en la historia norteamericana, quien años antes había desatado una serie de amenazas y hostigamiento contra King y su familia.
Las agencias de inteligencia vigilaban a este hombre de templanza de hierro y de determinación inquebrantable. Era una piedra en el zapato de muchos y debía ser quitada lo más rápido posible. Un hombre escuchado por las masas representaba un verdadero peligro para los poderes que adoctrinaban a una nación entera.
Último discurso
En medio de amenazas de bomba en el avión que iba a viajar, recomendaciones de que se resguardase por un tiempo y un temporal en curso, Martin Luther King Jr. decidió de todas maneras viajar de Atlanta a Memphis para cumplir su compromiso con sus hermanos afroamericanos del sector sanitario, que se encontraban de huelga reclamando la mejora de sus salarios.
La noche del 3 de Abril de 1968, Martin Luther King dio su último discurso, épico y extenso, en el templo masón (Church of God in Christ, Inc, sede mundial), pronunciando estas palabras emocionantes:
«Y bueno, yo no sé lo que pasará ahora; se nos vienen días difíciles. Pero de verdad, ahora no me importa, porque he estado en la cima de la montaña. Y no lo tomo en cuenta. Como cualquier persona, me gustaría vivir una larga vida. Pero eso no me preocupa ahora. ¡Yo solo quiero hacer la voluntad de Dios! Y Él me ha permitido subir a la montaña. Y he mirado, y he visto la Tierra Prometida. Puede que no llegue allá con ustedes. Pero quiero que ustedes sepan esta noche que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida!.
Así que esta noche estoy feliz; No hay nada que me perturbe; ¡Yo no le tengo miedo a ningún hombre! ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!
Asesinato:
Apenas terminó su oratoria, quedó exhausto y regresó a su hotel, en el que solo se podían alojar afroamericanos. Al día siguiente, se reunió por la mañana con un grupo de ministros y ayudantes para trabajar sobre la marcha en Memphis. Por la tarde, luego de bañarse, se vistió con traje y corbata para asistir a la cena organizada por su colega Samuel Billy Kyles, y al salir al balcón de su habitación, se oyó un disparo. Martin Luther King murió instantáneamente, tal como temía, de manera violenta e implacable. Tal como lo había predecido la noche anterior, aterrado, en su discurso.
La respuesta a la pregunta del inicio
No mataron a un simple afroamericano, o un humilde pastor bautista o un elocuente orador. Asesinaron a un hombre temerario, convicto de sus ideas; alguien incorruptible, marcado por la misma vida de Cristo, que se sabía un servidor, un peregrino que estaba de paso. Y justamente esto lo hacía peligroso, porque no estaba atado a nada de este mundo. Mataron el envase, pensando que su lucha se iba a diluir, pero nunca entendieron aquellos asesinos que una semilla debe morir para dar frutos.
Hoy su legado es mucho más poderoso. La porción de Cristo que manifestó en su época sigue traspasando las generaciones sin importar la religión que se profese. El reverendo Martin Luther King trabajó para que el Reino y su justicia se hicieran visibles en una sociedad violenta e injusta. La antorcha sigue esperando a hombres y mujeres que quieran seguir tomando la posta y no temer al hombre sino vivir para hacer la voluntad de Dios.
Hoy te traemos un nuevo episodio en nuestro living donde Sebastian Liendo charló con Javo sobre su rol en IBRP, la importancia de aprender de la sabiduría de los mayores, la madurez en la fe y las Pascuas.
Hoy te traemos un nuevo episodio en nuestro living donde Sebastian Liendo charló con Javo sobre su rol en IBRP, la importancia de aprender de la sabiduría de los mayores, la madurez en la fe y las Pascuas.
Su rol como decano en IBRP
Javo se mostró muy contento al hablar sobre su vocación y lo que hoy está realizando desde su lugar:
“Estoy en un momento, más que nada en lo personal, de transición. Estuve como pastor de jóvenes junto con mi esposa por doce años en nuestra iglesia local. Entendimos que era la etapa de dar un paso hacia delante. Sabíamos que desde nuestro grupo de líderes habían salido los pastores de adolescentes, jóvenes, adultos, y dijimos “es tiempo de dar un paso hacia delante para dar lugar”.
Esto tiene que ver con algo que comprendimos hace un tiempo, esto de trabajar en favor de lo que viene, de proyectarnos hacia lo que viene. A veces, nuestra escuela es más de “morir con las botas puestas”, pero hace un tiempo comencé a entender esta idea de que la sabiduría está en saber sacarse las botas a tiempo y ser plataforma para que otros crezcan. Mi tarea, básicamente, es traducir a los de 20, de 60 y de 70.
Y en ese proceso, también estuve como director de jóvenes en el ámbito nacional, dentro de nuestra fraternidad, Jóvenes UAD, unos nueve años, lo que también implicó todo un proceso de cambiar una manera de trabajar y proponer una nueva forma: federalizar el trabajo, hacer más eventos chiquititos, ir al interior, trabajar con liderazgo.
SL: ¿Hace cuantos años sos decano?
JR: Creo que llevo 13 años como decano, y en ese proceso, estamos en lo que tiene que ver con la formación, con dar recursos para las nuevas generaciones que tienen un llamado, que aspiran a dedicar su vida a lo que entendemos como el ministerio. Y dentro del IBRP, estamos siendo parte de la formación y preparación de un montón de obreros que las iglesias nos confían.
Sabiduría generacional
SL: Cuando la gente grande empieza a trabajar, obtiene de ello una fuente de sabiduría. Es importantísimo. Me pasa en este último tiempo que busco disfrutar la fuente de sabiduría, la cual, entendemos, es primeramente Cristo, quien te conduce a la verdadera sabiduría.
Saber valorar esas fuentes de sabiduría posiciona al Cuerpo y trae honra por aquello que Dios depositó en esa gente, en su vida y trayectoria. Ahí empieza a caminar en armonía la nueva generación, todos los nacidos de nuevo.
JR: Todos los que compartimos un mismo tiempo en un espacio somos parte de la nueva generación. No tiene que ver con edades, y requiere entender también que ningún miembro es descartable.
SL: Nadie se jubila.
JR: Nadie se jubila de su vocación. Todos somos hijos y desde ahí fluimos en distintos llamados, ministerios, dones, porque no hay jerarquización de dones. Pero esto tiene que ver también con acercarnos, porque hay oportunidades que a veces hemos perdido. Creo que necesitamos escuchar a los mayores. Aprendamos a los pies para recuperar el espíritu pionero, el de los iniciadores, los que dieron todo, esa generación de Abraham. Como bien dice un amigo mío, el llamado de Abraham fue a salir. No tenía que ver con resultados, o con una evaluación de cómo vamos a llegar, ¡no! El llamado de Abraham fue a salir, y nosotros somos hijos de una generación que sembró su tierra saliendo, y a veces hemos perdido esa iniciativa de decir simplemente “sí”.
La importancia de la madurez en la fe
JR: Uno es maduro cuando reconoce sus limitaciones, cuando sabe decir “hasta acá llego” o “no me expongo a esta situación porque me va a ir mal”. Pero reconocer mi limitación es fruto justamente de madurez en la fe y en lo que somos; es tener claro qué puedo y qué, no.
Y creo que justamente es ahí donde necesitamos al otro. Lo bueno de vivir en interacción en el Cuerpo es que al “hasta acá llego yo”, le sigue “desde acá seguís vos”. Entonces, no sos vos O yo, somos TODOS nosotros, que nos necesitamos para que Cristo, que es la Cabeza, fluya en todos nosotros.
Por ejemplo, necesito hermanos con el don de la hospitalidad que estén en la puerta del templo. Los necesito porque son parte del mensaje de lo que nosotros estamos dando como Iglesia. Somos parte de un Cuerpo, nos necesitamos. En la concepción de Iglesia, no somos un espacio competitivo, sino uno colaborativo, donde quizás el énfasis no está en el resultado, sino en lo que somos.
Entonces, si queremos hacer Iglesia o vivir el Cuerpo de Cristo con base en los resultados, nos vamos a frustrar mucho. A veces el trending topic nos marca. Por eso es que se dice que los liderazgos horizontales demoran un poco más en alcanzar los objetivos, pero forman personas, hay discípulos.
Los liderazgos verticalistas quizás llegan más rápido a los resultados, pero nadie se forma. Hay una sola voz y todos la siguen. Preferimos concebir el Cuerpo desde la horizontalidad, entendiendo los dones, porque aun cuando hay uno que tiene el don de presidir, todos fluimos, todos interactuamos.
SL: Es cuestión de asegurar una naturaleza también, porque si hay algo que entendemos es que no formamos líderes, ni siquiera personas: formamos a Cristo. Y al hacerlo, aseguramos la naturaleza del liderazgo, de manera que todo cuanto hagamos, aun lo más cotidiano y común, todo sea para la gloria de Dios.
Jesús y las Pascuas
JR: Entiendo que la Pascua, como nuestra identidad, tiene que ver con lo que nosotros somos. Es el salto a la libertad que Cristo nos dio. Es esa identificación con la Cruz, con una vida lavada por la sangre del Cordero y presentada delante del Padre. Es Cristo jugándose por entero en favor de nosotros y diciendo: “Acá están los redimidos”.
Y tener la Pascua presente es tener la Cruz presente. Es nuestro punto de partida para la vida. Quien comienza a descalificar la Cruz, a asumirla como un evento más, como parte de nuestras tradiciones, y le saca la real importancia que tiene para nuestra fe y para nuestra vida cristiana, se aleja de Jesús, se aleja de la revelación del Hijo que tiene que ver con Cristo.
Entonces, la Pascua es decir: “No te olvides, mira el sacrificio, mira la sangre vertida, mira al Cordero inmolado en favor de ustedes”. Tiene toda su historicidad en el pueblo de Israel con la salida de Egipto, con la liberación de la muerte. Es Cristo.
Y yo digo siempre en relación con el apóstol Juan: si tocabas a su Cristo, Juan saltaba con todo; por eso existe 1 Juan, ese tratado de la defensa de la cristología. “No lo toquen, porque nos quedamos sin nada”. Sin Él, pasamos a ser un club social, un grupo de tradiciones y de costumbres, un gran grupo de autoayuda.
Cristo es la sustancia, es la vida misma de la Iglesia y tiene que ver con nuestra expresión de la fe. Por eso, tomando lo último que dijiste, me gusta Pablo. Cuando Pablo, en una de sus últimas cartas, mira hacia atrás, dice: “A quien sirvo con una conciencia limpia, como lo hicieron mis antepasados”. Es estar en la misma línea.
Cambian las formas, los contextos, las expresiones culturales, la estética; pero es la misma forma de servicio. Pablo mira hacia atrás, tal vez a lo que se inició en Abraham, y está diciendo: “yo estoy en la misma línea”.
Probablemente hayas escuchado esta palabra, probablemente la hayas atravesado, quizás la veas en gran medida en otros. Pero estando en Cristo, ¿cómo es que este síntoma aparece? ¿Cómo somos liberados de ella?
En el libro No te rindas, Kyle Idleman comienza analizando esta problemática comparándola con el funcionamiento de una «montaña rusa atascada». Si bien no es una circunstancia que suceda tan a menudo, es más frecuente de lo que pensamos.
Analicemos este ejemplo: El carro llega hasta arriba, y cuando los pasajeros ya están listos para sentir mariposas en el estómago, no pasa nada. Se queda trabado, los pasajeros miran hacia abajo, con el estómago revuelto. Pueden caer hacia el vacío a alta velocidad en cualquier momento. O no. Las manos que antes alzaban al viento, ahora se aferran al arnés, pálidas. Durante cuarenta y cinco minutos los pasajeros están suspendidos en el aire. Abrumados, asustados y con mucha ansiedad.
¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?
Generalmente, miedo, nerviosismo, irritabilidad, insomnio y sentirse abrumado. Pero aun hay más: dificultades respiratorias, dolor en el pecho, problemas de concentración, malestar digestivo, dolores de cabeza, insomnio, tensión muscular y baja energía. Puede causar también pensamientos perturbadores y obsesivos, pérdida de la memoria y olvido. Es capaz de ejercer un gran efecto en tus emociones y sobrecargar y alterar los sistemas de serotonina y dopamina del cerebro. Puede causar agitación, ira y una sensación general de mal humor, cambios de ánimo, soledad, tristeza y depresión. Incluso, llega a ocasionar olor corporal y pérdida del cabello.
Para algunas personas, la ansiedad se manifiesta en forma de síntomas físicos.
Puede escabullirse y ser la verdadera causa de dolores y rigidez corporal, así como causar problemas de presión arterial y de circulación, desequilibrio hormonal, hipertensión, migrañas y aumento o pérdida de peso. Piensa en casi cualquier cosa mala, y te aseguro que la ansiedad puede llegar a estar detrás de ella.
Kyle Idleman explica que la mayoría de estos síntomas tienen como resultado “darse por vencido”. Al igual que con cualquier otro peso que carguemos, el peso de la ansiedad puede llegar a ser tan gravoso como para hacernos sentir que es imposible seguir adelante. En un grado u otro, la ansiedad es un peso que todos cargamos.
El escritor de No te rindas dice: “Dondequiera que estés en el espectro de ansiedad, creo que Dios quiere quitar el peso que has estado cargando. Si pudieras aprender a entregárselo, comenzarías a correr tu carrera de otra manera. Imagina sentirte fuerte, desinhibido y libre en lugar de aplastado por tu carga. No es algo fácil”.
Idleman comenta que a medida que la nueva comunidad cristiana fue creciendo, los seguidores de Cristo comenzaron a sentirse estresados y abrumados. Pedro, discípulo de Jesús, que alguna vez había sido pescador pero ahora era líder, les escribió para animarlos frente a los posibles arrestos y ejecuciones por parte del emperador Nerón.
Él comienza su carta y se dirige a los lectores como “los elegidos por Dios que viven como extranjeros en las provincias” (1 Pedro 1:1, NTV). Fueron expulsados de sus casas; muchos de ellos vivían como refugiados. Habían perdido sus trabajos. Sus posesiones fueron confiscadas, y los forzaron a separarse de sus amigos y familiares. Es demasiado el peso que están tratando de cargar mientras corren la carrera.
Esto es lo que Pedro les dijo: “Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes” (1 Pedro 5:7).
Pero si te sientes superado por el peso que cargas, un versículo como este no parece ser de ayuda cuando alguien te lo presenta. Suena un poco ingenuo y, tal vez, incluso un tanto ofensivo. Quizás para algunos este versículo resulta un poco simplista e ignorante. Pero ¿y si realmente creyéramos esa última parte? Que el Dios de toda la creación se preocupa por uno. Puedes pensar que este versículo es inútil o, en cambio, muy poderoso.
Todo depende de lo que creas acerca de Dios. ¿Crees que Dios se preocupa por nosotros? ¿Que se puede confiar en Él? Kyle Idleman opina que la voluntad que tengamos para creer en un versículo como este tiene mucho que ver con lo que estemos pasando en nuestra vida hoy.
Tenemos pruebas de que el mismo Pedro experimentó momentos en los que no estaba tan seguro. En el capítulo 4 del libro de Marcos, podemos leer de la ocasión cuando Jesús les dice a sus discípulos que suban a la barca y crucen al otro lado del lago. De repente, viene sobre ellos una gran tormenta y las olas comienzan a azotar la barca.
Hay que tener en cuenta que varios de los discípulos son pescadores; ya han atravesado algunas tormentas. Pero esta es diferente. La Biblia nos asegura que estaban aterrorizados. En medio de la tempestad, uno de ellos nota que Jesús está durmiendo sobre un cabezal, en la popa de la barca. Simplemente toma una siesta. En estado de pánico, Pedro y los discípulos comienzan a sacudir a Jesús. “¡Despierta! ¡Despierta!”. Y esta es la pregunta que le hacen: “¿No te importa que nos ahoguemos?” (Marcos 4:38).
Esa es exactamente la pregunta que le harías a Jesús: “¿No te importa?”. Si te importa, ¿entonces por qué dejaste que nos subamos en esta barca? ¿Por qué nos permitiste comprar esta casa? ¿Por qué nos permitiste mudarnos a esta ciudad? ¿Por qué me dejaste aceptar este trabajo? ¿Por qué dejaste que me casara? Si te importara, no estarías durmiendo. ¿No te importa que nos estemos ahogando? ¿Que tenga esta deuda? ¿Que viva en amargura? ¿Que viva en soledad? ¿Que esté decepcionado?Si te importara, harías algo al respecto.
A Pedro y a los demás discípulos les costaba creer que a Dios sí le importaba, porque estaban haciendo lo que solemos hacer siempre: medir el grado de preocupación de Dios por nosotros de acuerdo a cuán fuerte está lloviendo.
Cuando Pedro decía “Echa tu ansiedad sobre Dios”, se refería a “transferir, entregar”, o si queremos ser más literales, “transferir el peso”. A veces, las personas hablan de dejar ir la ansiedad, y dicen: “Si te has aferrado a todas estas preocupaciones e inquietudes, solo abre las manos y deja que la ansiedad se vaya”. Pero si estás en el gimnasio, acostado en un banco y sosteniendo una barra con mancuernas, soltarla no sería la mejor opción. Si simplemente sueltas el peso, te aplastará.
Pedro no dice que solo lo soltemos; él dice que lo transfiramos. Dejemos que Dios tome la carga que te ha estado reteniendo y lentificando, diferentes tipos de peso. ¿Hay algo a lo que te estés aferrando y necesites entregárselo a Dios?
Nuestra cabeza se marea entre tantas alternativas. Queremos que Jesús aparezca y nos diga qué hacer. En cambio, Él nos dice qué no hacer. “No se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas” (Mateo 6:34). Muchas de nuestras ansiedades entran en la categoría de mañana. Ahí es donde podemos marearnos en la cantidad de posibilidades que existen. Jesús nos dice: “No hagas eso”. Esas preocupaciones seguirán allí mañana, así que hoy vive el momento.
Cristo nos anima a descansar en Él.
Jesús dijo: Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.
En un mundo en donde nos enseñan que la libertad se consigue con el fruto de nuestras propias fuerzas, la Palabra nos recuerda una y otra vez que nuestra vida debe estar en constante reposo, para que nuestro Señor se ocupe de nuestra vida.
Los inmigrantes cristianos han traído consigo un crecimiento numérico veloz entre las iglesias.
Los inmigrantes cristianos han traído consigo un crecimiento numérico veloz entre las iglesias.
Reino Unido ha sido de los que han experimentado este gran cambio, ya que, en la actualidad, más de una sexta parte de la población nació en otro país, y la migración sigue creciendo. Los números hablan de que, en 2022, el país recibió alrededor de 504.000 extranjeros.
El crecimiento cristiano llama la atención, especialmente después de varias décadas en que la Iglesia en Reino Unido no era vista con buenos ojos, cuando el cristianismo cultural dio paso al progresismo liberal secular.
Actualmente, la migración masiva ha beneficiado a la Iglesia en, al menos, cuatro formas, según el pastor John Stevens, director nacional de la Fraternidad de Iglesias Evangélicas Independientes.
Para 2021, el 46% de los residentes del Reino Unido se identifican como cristianos, pero solo el 2 o 3% de la población son seguidores evangélicos, ya que varias denominaciones históricas importantes se enfrentan a un declive preocupante que puede considerarse irreversible.
La migración representa un gran avance en cuanto a la detención de la decadencia del cristianismo en el país; existe un aumento en la cantidad de iglesias de minorías étnicas y negras, que ahora son algunas de las congregaciones más vibrantes.
La encuesta realizada por la Alianza Evangélica revela que alrededor del 25% de los cristianos practicantes en el Reino Unido son morenos. Stevens dice que el cristianismo blanco está en declive en el Reino Unido; sin embargo, la migración de cristianos evangélicos implica que la fe está prosperando.
El año pasado, aproximadamente 123.000 personas emigraron al Reino Unido desde Hong Kong, muchos de ellos cristianos, y más de 600 iglesias les dieron la bienvenida.
Stevens explica que, de los londinenses encuestados, el 62% se identificó como “religioso”, en comparación con el 53% en todo el país. Además, el 38% de los cristianos en Londres informaron asistir a un culto al menos una vez al mes.
Esta misma expansión, según Stevens, permitió a la Iglesia manifestar el poder reconciliador del Evangelio:
“La gloria del Evangelio es que reconcilia las divisiones entre la humanidad como resultado de la caída. La comunidad de la Iglesia debe mostrar al mundo el poder del Evangelio y el plan salvífico de Dios. Por supuesto, la reconciliación se puede demostrar dentro de una comunidad monoétnica, por ejemplo, entre personas de diferentes clases, edades o géneros. Sin embargo, la reconciliación étnica entre quienes han sido históricamente hostiles entre sí es aún más evidente”, explica Stevens.
Además, agregó: “Algunos todavía anhelan una época pasada de mayor homogeneidad. Sin embargo, desde mi punto de vista, la migración masiva ha sido una bendición providencial de Dios, tanto para la nación como para la Iglesia”.
“La iglesia del Reino Unido es más rica como resultado, y mi oración es que Dios use nuestra creciente diversidad étnica tanto para traerla más a la semejanza de Cristo como para traer el crecimiento del Evangelio, incluso el avivamiento, a la nación”, finalizó.