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Jesucristo y éste crucificado

Pablo habla a los corintos
Pablo habla a los corintos

Pablo nos enseña una verdad espiritual que muchas veces obviamos o pasamos por alto. El apóstol arranca su epístola hablando que no predicó ni persuadió con palabras ni sabiduría humana, sino en su debilidad, habló con el poder del Espíritu.

Y refiriéndose a los Corintios, Pablo, deja en su carta de una manera tácita que no estaba concentrado en saber cosas naturales sino el poder de la cruz operando en los hermanos de Corintios. 1° Corintios 2:2

Debemos entender que más importante que nuestras “realidades físicas o emocionales” hay una realidad superior que gobierna, o al menos debería de gobernar al creyente, y es la cruz de Cristo en nosotros.

Tal como Pablo declara en la carta a los Gálatas: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.

Más importante que nuestras historias de vida que nos esté tocando atravesar en este momento es cuanto de Cristo está viviendo y operando en nosotros.

Este es un hermoso desafío para implementar a partir de esta semana, no procurar, saber cosa alguna sino fijar nuestra atención en la vida de Cristo en nuestro ser interior.

El problema del Yo

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Fuimos diseñados y pensados por un Padre de amor con el propósito de comunicar su vida.

A través de las Escrituras encontramos al Dios creador que revela, permanentemente, Su corazón e intención a la humanidad: un deseo profundo de que sus hijos lo disfruten y lo representen en todo lugar, en toda nación. Y qué corazón lleno de generosidad, de un Dios tan glorioso, quien se impuso a Sí mismo darse a conocer en la tierra por medio de gente común y corriente como nosotros, que al mismo tiempo portamos Su imagen y naturaleza.

Solemos pensar que lo que sucedió en el Huerto tuvo que ver con una mala decisión por sus consecuencias, sin embargo, fue mucho más que eso porque implicó un cambio de posición, de propósito, de voluntad, de ambiente y de gobierno. Una vasija creada para permanecer llena de lo eterno e inundar la tierra de la imagen de Dios ahora era un recipiente colmado de sí mismo, de sus propios deseos y ambiciones. El corazón del hombre cambió su configuración original y se colocó bajo mando del “yo”.

No hay nada que seduzca más a nuestro corazón que las propuestas del “yo”. Creo que todos en algún momento de nuestras vidas hemos estado bajo sus efectos de forma consciente o poco consciente. Hemos sido intoxicados por esta sustancia corrupta que nos lleva una y otra vez a vivir para nosotros mismos

Nuestro “yo” siempre busca su propia gloria, sus beneficios y ventajas, por consiguiente, se planta en sus necesidades y nos da una identidad sostenida por trofeos externos e individuales. Sus capacidades brillan tan fuerte que nos encandilan, tiene argumentos muy sutiles y hasta “espiritualizados”, así que no hay ídolo más grande y pesado que el “yo” que se erige como señor de un trono que no le pertenece.

Uno de mis pasajes favoritos de las Escrituras está en libro:

Miramos a este Hijo y vemos al Dios que no se puede ver. Miramos a este Hijo y vemos el propósito original de Dios en todo lo creado. Porque todo, absolutamente todo, arriba y abajo, visible e invisible, rango tras rango de ángeles, todo comenzó en Él y encuentra su propósito en Él. (Colosenses 1:16)

Y aquí, ante nuestros ojos, una noticia extraordinaria: por encima de la independencia y emancipación del hombre lo eterno se abrió camino en lo temporal, proveyéndonos en Cristo, y por medio de la obra de la cruz, el poder de ser reconectados con el deseo intenso del corazón de Dios de darse a conocer en las generaciones.

Después de que el hombre despreció comer del árbol de la vida, se trazó un camino de autosatisfacción. Sus necesidades se convirtieron en la fuente de sus decisiones y comenzó a edificar para su propio beneficio. No obstante, quien ha sido traspasado por la muerte, la sepultura y la resurrección del Señor no puede seguir viviendo para sí mismo; esta es la mayor evidencia de la obra de Cristo en el ser humano. Cuando contemplamos a este Hijo de amor, no podemos dejar de reconocer que “por medio de Él y para Él son todas las cosas”.

“Todo en nosotros se solventa en su gracia; la gracia es el lugar en el cual somos saturados constantemente de la aceptación y aprobación del Padre para vivir su voluntad”.

El “yo” gobierna con vacíos y nos hace adictos a nosotros mismos, pero el gobierno de Cristo es plenitud y abundante gracia, pues somos todo lo que Cristo es para el Padre. Su voluntad y soberanía son nuestro descanso, no tenemos que utilizar nuestro ingenio de ninguna manera para que nos acepte, sino que estar sujetos y escondidos en él será suficiente para caminar en las obras que preparó de antemano.

Una generación que vive para responder a los deseos del Padre permanecerá vulnerable y humillada bajo la poderosa mano de Dios. Además, tendrá un profundo deseo de ser perfeccionada y transformada en su interior, en lugar de ser exaltada; no sustituirá logros por madurez, no buscará atajos ni saltará procesos, sino que transitará el camino de la cruz, ese que dejó en Pablo las señales de uno que había encontrado en la obediencia permanente el único sentido de sus días.

Somos trofeos de la gracia divina, conquistados por los deseos de un Padre de amor, participantes de una nueva creación: una creación que solo vive para expresar la gloria de Dios en los días que vivimos. El “yo” tiene un final: una vida crucificada cuya única propuesta es darle a Dios todo lo que Él desea recibir por medio de Cristo.

El “yo” intenta, se esfuerza, pero no puede proveer a Dios nada verdadero, sin embargo, todo lo que nace de Cristo en nosotros constituye adoración verdadera.

La historia de la iglesia primitiva; La expansión

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“Aunque es asombroso que la iglesia haya sobrevivido a las persecuciones de los primeros siglos, es más asombroso aún que haya sobrevivido a la institucionalización y corrupción de los siglos posteriores” (Andi Stanley).

Cerramos la nota anterior destacando que fueron los monjes quienes “salvaron” la iglesia cuando su fe se estaba diluyendo. Ellos fueron los primeros en notar que las costumbres y los valores seculares se estaban filtrando y modelando una iglesia que se parecía cada vez más al Imperio romano y cada vez menos a la versión primitiva fundada por Jesús.

Los monasterios y las misiones

En una primera instancia los monjes fundaron los monasterios para aislarse de todo y dedicarse a la contemplación, la santificación y el cultivo de la vida interior. Luego comenzaron a abrirse a la sociedad y a funcionar como centros devocionales, educativos y culturales.

Por un lado, ejercieron una notable influencia impulsando importantes reformas sociales, como, por ejemplo, la creación de los primeros hogares de niños de toda la historia. Un monasterio podía ser un complejo edificio que incluía, además del templo, talleres, tiendas, casa de caridad y espacios donde se realizaban actividades educativas y culturales para toda la comunidad. 

Por otro lado, los monasterios fueron la base de la expansión misionera hacia toda Europa enviando los primeros evangelistas a sus flamantes países. 

Es famosa la historia del joven de 16 años secuestrado por piratas y llevado como esclavo a Irlanda. Allí, mientras era obligado a pastorear ovejas, recordó que su abuelo era cristiano y empezó a orar. En eso, unas voces le indicaron cómo llegar a la costa y tomar un barco que lo llevaría de vuelta a su país, Escocia. 

Tras escapar decide ordenarse como sacerdote en Roma y, algunos años después, las mismas voces que lo salvaron aquella vez le dicen que debe regresar a la tierra donde vivió secuestrado, para predicarles el Evangelio a los irlandeses. Así lo hizo y pronto Irlanda adoptó el cristianismo como religión oficial. Su nombre era Patricio y aunque hoy se le asocie a la mundialmente famosa fiesta de la cerveza, su ministerio dejó una huella imborrable en ese país que debemos continuamente resaltar.

Restos arqueológicos del monasterio cristiano más antiguo del mundo, que data del siglo IV

Los testimonios de conversiones se multiplicaron. En Francia, en el 496, se registra el bautismo del Rey Clodoveo. Lo que Patricio fue a Irlanda, Willibrordo lo será para Holanda (hacia finales de los años 600) Bonifacio para Alemania (a principios de los años 700) y Ansgar, Witmaro y Gislemaro para Dinamarca y Suecia (ya hacia el 800). Otra historia singular que brota de esos años es la de Boris, rey de Bulgaria, que pidió cambiar su nombre por Miguel, en honor al arcángel que aparece en la Biblia.

En el 995 el Evangelio llegó a Noruega y a su rey Olaf Trygvason, hacia el 1000 a Polonia y hay registros de que en el 1015 el rey de Rusia, Vladimir I, se convirtió asegurando el futuro del cristianismo ortodoxo en ese país. Cinco años más tarde, Esteban, rey de Hungría haría lo mismo.

Un retroceso

A pesar de este crecimiento y expansión geográfica sin precedentes, muchos afirman, no sin razón, que entre el 500 y el 1500 se produjo el retroceso más serio que sufrió el cristianismo. El soborno, la corrupción, la inmoralidad y el derramamiento de sangre lo hacen casi el capítulo más negro de toda la historia de la Iglesia. 

Uno de los factores fueron las famosas “cruzadas” que, enmascaradas como proyectos misioneros, en su mayoría eran auténticas guerras para “defenderse” del avance musulmán y reconquistar Jerusalén. Además de demandar excesivas cantidades de dinero, constituyeron la versión opuesta a la actitud pacífica de los cristianos de los primeros siglos, desencadenando un odio que perdura hasta el presente.

Otro rasgo fue la corrupción. El manejo del dinero era muy cuestionable: los altísimos sueldos de los obispos, los sobornos para conseguir mejores cargos y la venta de indulgencias (la quita total o parcial del castigo del pecado a cambio de dinero) para recaudar los fondos necesarios para construir la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, despertaban cada vez más disidentes. No menor fue la violencia con la que se castigó a quienes se oponían a cualquiera de las normas impuestas y eran acusados de herejes. 

Para exterminar a los herejes se instituyó la tristemente famosa Inquisición, a partir de la cual se condenó a la hoguera a decenas de miles de personas.

Por otro lado, el lujo de las residencias papales contrastaba con la pobreza del pueblo y generaba un desprecio visceral alimentado, a su vez, por los rumores de promiscuidad sexual de varios de los principales dirigentes eclesiásticos.

¿Qué lugar ocupaba la Biblia en todo esto? No importaba, hacía años que su lectura estaba prohibida en los idiomas vernáculos de los pueblos. Años más tarde, los sacerdotes dictarían los cultos en latín y a espaldas de los fieles, contribuyendo así al distanciamiento y a la ignorancia también.

Si los primeros años nos enseñaron que la iglesia funcionaba de adentro hacia afuera, ésta época ambigua y de zozobra nos enseña que, en contra de las leyes de gravedad que rigen al universo y al ser humano (los de arriba mandan a los de abajo), la iglesia funciona “de abajo hacia arriba”: la humildad y el amor deben ser la marca que distinga a los líderes de una iglesia que no debe gobernar, debe servir.

Jesús mismo modeló una forma diferente de ejercer el poder y fundó una nueva comunidad de fe basada en el amor y el servicio de unos por otros.

Si los líderes no entendemos este “aspecto invertido” del Evangelio, corremos el riesgo de arruinarlo todo. Los encargados de explicarnos mejor estos principios serían los reformadores, quienes, tal como los monjes mil años antes, aparecerían en escena para renovar la iglesia, una vez más…

Leé acá la primera parte de esta serie, Breve historia de la iglesia, de perseguida a oficial

¿Haciendo planes? ¿Y ya escuchaste al Espíritu Santo?

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Consultar al Espíritu Santo

Si estás esperando hacer algo para tu vida, deberías saber que no hay nada mejor que consultar al Espíritu Santo sobre ello. ¿Por qué? Por una simple razón: él lo conoce todo. Y eso implica que ya estuvo donde ahora estás queriendo ir. 

Si alguna vez tuviste la experiencia de visitar un lugar en otro país, o en otra ciudad diferente a la tuya, sabrás que jamás es lo mismo hacerlo solo que hacerlo con un guía turístico. Así es también con Dios: nunca será igual si tenemos al guía con nosotros, llegaremos cuando sea el momento exacto, y siempre seguros. 

Una situación vivida por Jesús nos demuestra este punto:

Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos. Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.  Juan 11:1-15.

Ciertamente, Jesús fue guiado por el Espíritu Santo, porque se quedó dos días más después del anuncio de la enfermedad de su amigo Lázaro. Era una situación urgente, y de haber seguido sus emociones, habría salido corriendo. Pero no lo hizo. Hay un factor más en la decisión de Jesús. Dijo “vamos a Judea” y los discípulos respondieron que allí lo esperaban para apedrearlo. Evidentemente, mientras Lázaro estaba enfermo, lo esperaba a Jesús un posible ataque para el cual aún no era el tiempo. Esos dos días podrían convertirse en una trampa para atraparlo. Pero Jesús no fue. Hasta que Lázaro murió.

Los discípulos no entendían por qué ir ahora si no fueron cuando Lázaro estaba enfermo. Hay algo que el Espíritu Santo había puesto en el corazón de Jesús para ir cuando fuera el momento adecuado. Y así fue, porque cuando Jesús llegó, quienes pretendían apedrearlo ya no estaban, el milagro de la resurrección sucedió, y muchos creyeron. 

“¿Por qué ahora?” pudieron haberse preguntado los discípulos. Y es la misma pregunta que pueden hacerte tus familiares, tus amigos, tus compañeros de trabajo. Incluso es la pregunta que todos podemos hacernos. Pero si nos movemos por la guía del Espíritu Santo, en lugar de nuestras emociones (las cuales a veces pueden llevarnos por buen camino y otras no), sin dudas llegaremos a donde debemos en el momento adecuado.

Las palabras de Jesús a sus discípulos nos sirven hoy también para reflexionar. Les habla sobre la diferencia de caminar con luz y caminar con oscuridad. ¿Será que hemos caído en las trampas que nos tendieron en muchas decisiones sin haber escuchado al Espíritu Santo? ¿Será que algo en tu vida está en oscuridad y hoy podrías recibir luz al respecto de parte de Dios? La luz revela, la oscuridad esconde. 

Estoy seguro de que no fue fácil para Jesús en esos días. Su amigo estaba muriendo, y esto le podría traer agonía. Pero hizo lo que el Padre le dijo, lo que el Espíritu Santo le guió a hacer. Dice la Palabra de Dios que ahora somos hijos de Dios, y si somos hijos, nos guía el Espíritu Santo:

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”, Romanos 8:14 (RVR1960).

Guiados” es aquí la palabra griega “ago”, que significa literalmente guiar, conducir, dirigir, trasladar, acarrear, transportar, llevar, traer. Sin dudas en nuestro interior habrá un “tironeo”, donde el Espíritu nos guíe pero donde también muchas veces la carne o los sentimientos batallen por otras decisiones.

Todo tiene un tiempo. Y el Espíritu Santo lo conoce, es quien nos trae lo de Dios a nuestra vida. ¡Escuchémoslo! Así como lo hacía Jesús. 

«En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios. Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido», 1 Corintios 2:11-12 NVI.

Astronauta cristiano del equipo de la Nasa se embarcará en la misión de regreso a la Luna

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Astronauta Cristiano viajará a la luna

El piloto espacial afirmó que quiere ver hecha la voluntad de Dios “como en el cielo, así en la tierra”. 

Victor Glover es el hombre de Dios que realizará su camino a la luna. Cuando el Artemis 2 despegue a fines del próximo año. Cuatro astronautas se colocarán en una cápsula con forma de gominola sobre una torre de cohetes más alta que la Estatua de la Libertad y serán empujados más allá de los lazos de la Tierra por primera vez en más de medio siglo.

Glover fue nombrado el lunes como una de las cuatro personas que liderarán el regreso de la humanidad a la luna más de 50 años después de que el comandante Neil Armstrong y el piloto Edwin F. Aldrin volvieran de su viaje en la luna con el apolo 11 en 1969 . Los otros miembros de esta tripulación son Reid Wiseman, Jeremy Hansen y Christina Koch, quien será la primera mujer en ir a la luna.

Equipo que realizará el viaje a la Luna

Glover, de 46 años, es un cristiano comprometido, miembro de la Iglesia de Cristo que ocasionalmente enseña en la escuela dominical. Para su primer viaje al espacio en 2020 se llevó consigo una Biblia física y hasta una copa para celebrar la santa cena. Mencionó a Dios tanto al principio como al final de su declaración en la conferencia de prensa del lunes cuando se presentó la tripulación de Artemis 2 .

Victor Glover en el espacio

“Intencionalmente puse a Dios al frente, en el primer comentario y al final”, dijo “Es la forma en que trato de vivir mi vida también. El principio, el final y todo el camino”, agregó.

Si esta misión a la luna tiene éxito, el Artemis 2 será seguido por Artemis 3 , que aterrizará en la luna y establecerá un campamento. Seguirán más astronautas, con planes para desarrollar la infraestructura y promover la ciencia que podría, pronto, permitir que los humanos se lancen desde la luna a Marte.

Artemis 2 está programado para hacer un sobrevuelo, viajando más de 200,000 millas para dar la vuelta alrededor de la luna, recorriendo unas 4,600 millas hacia el otro lado antes de que la gravedad los atrape, los atraiga y los apunte de regreso a la Tierra para el viaje de regreso.

En palabras de la NASA, tienen que “probar los sistemas de soporte vital y validar las capacidades y técnicas necesarias para que los humanos vivan y trabajen en el espacio profundo”. Glover probará específicamente qué tan bien la cápsula con forma de gominola, puede maniobrar en el espacio bajo control humano.

Sin embargo, mientras esperaba saber si iba a ser asignado al Artemis 2, Glover descubrió que sus oraciones se volvían menos hacia lo que sucedería en el espacio y más hacia lo que sucedería en la Tierra. 

Glover se convierte en el primer astronauta negro en viajar a la luna.

Victor Glover en la estación espacial.

El piloto cree en la importancia de la diversidad y dice que es esencial para el futuro de la NASA, que debe representar a todo Estados Unidos y las aspiraciones de toda la humanidad. Aún así a él le hubiese gustado que alguna persona haya roto la barrera racial antes que él. 

Afirma que podría haber sido Ed Dwight, un candidato a astronauta negro en la década de 1960 que no fue elegido para ninguna de las misiones Apolo. Podría haber sido Guion Bluford, quien se convirtió en el primer hombre negro en el espacio en 1983, o Mae Jemison, la primera mujer negra en 1992, si la NASA hubiera estado yendo a la luna en esos años. En cambio, es el siglo XXI, y es él.

La última vez que Victor Glover estuvo en el espacio asegura que realmente se sintió más cerca de Dios. No porque estuviera sobre el cielo sino porque, como dice Santiago 4:8, “cuando te sometes a Dios y te acercas a Dios, Dios se acerca a ti”.

El astronauta estadounidense asegura que leer la Biblia en el espacio fue una experiencia poderosa. Aún recuerda estar en ingravidez en su habitación en la Estación Espacial Internacional y leer Filipenses 4. Algunas de las palabras le resultaban muy familiares, como el versículo 13, que dice «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

Pero había otros pasajes que sentía como si estuviera viendo por primera vez. Como en el versículo 12, donde Pablo escribe: “He aprendido tanto a estar lleno como a tener hambre”, Glover nunca se había dado cuenta de eso antes. Expresó exactamente cómo se sentía acerca de sí mismo y de su formación y misión.

“Mi esposa me preguntó si estaba nervioso antes de hacer mi primera caminata espacial. Dije que no. Realmente he hecho todo lo posible para prepararme, me mantuve orando y leyendo la Biblia. Le conté sobre ese versículo”, recordó. “Estoy satisfecho con mi estudio y mi preparación. Puedo estar tranquilo. Pero también puedo tener hambre de lo que voy a hacer mañana”, declaró el astronauta.

Glover desea volver a llevar su Biblía al espacio.

Glover espera llevar su Biblia física al espacio nuevamente, aunque aún no sabe si eso será posible. También podría tener las Escrituras en una tableta para cumplir mejor con los requisitos de peso, pero prefiere un libro real.

Este viaje representa un gran desafío, no solo para los astronautas sino también para el mundo entero. Victor Glover dirá algunas palabras de oración cuando los cohetes Artemis 2 se disparen y los cuatro astronautas despeguen. Él espera que otros cristianos también oren mientras observan el lanzamiento, siguen la misión y leen sobre los planes para regresar a la luna y pasarla para explorar Marte.

“Oren por nuestra tripulación”, dijo. “Oren por el hardware. Oren por el equipo de todo el mundo que apoya esto. Y la misión más dura de todas que es la que nuestras familias están a punto de emprender aquí en la tierra mientras nosotros estamos en el espacio. Si pudieras orar por nuestras familias, sería increíble”. Agregó Glover.

¿Cristianos bajo maldición?

¿cristianos bajo maldicion?
¿cristianos bajo maldicion?
 “Ustedes conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Juan 8.32

Muchas personas son conscientes de su necesidad de liberación y buscan desesperadamente ayuda para lograr la tan anhelada “Bendición”. Esto lo he visto a lo largo de los años. El problema es que la mayoría cree que la liberación la debe realizar alguien capacitado o entrenado para esto, porque piensan que se opera desde afuera hacia dentro. Esta creencia es contraria a lo que dice Jesús, Él deja bien claro que la liberación es el resultado de conocer la verdad. Juan 8:31.

Es por lo que los cristianos no practicamos exorcismos sino que,simplemente, conducimos a las personas a la verdad para derribar las mentiras con las cuales el enemigo las ha esclavizado. 

«Las ataduras o maldiciones son resultado de creer mentiras que el enemigo ha logrado instalar en nuestras mentes».

Estos engaños luego se convierten en paradigmas que dictan nuestro proceder. Temor, angustia, derrota, miseria son solo algunas de las consecuencias. Muchas de las situaciones que vivimos en el mundo físico son simplemente un reflejo de lo que está sucediendo en el mundo espiritual. 

Jesús dijo: “Les aseguro que lo que ustedes aten aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que ustedes desaten aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo.” Mateo 18.18 La palabra cielo aquí hace referencia al mundo espiritual, aunque no lo veamos es más real que lo que vemos pues es eterno. El ejemplo más claro con relación a este punto es la mujer encorvada de Lucas 13

El apóstol Lucas quien era médico describe la situación de la mujer de la siguiente manera: “Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse”. Bien Lucas podría haber atribuido el problema de la mujer a una irregularidad en su columna vertebral, pero sin embargo advierte que el problema era “un demonio”. La presencia de este demonio provocaba que la mujer estuviera encorvada.

Cómo saber si necesito liberación

Cielos cerrados, estancamiento, ciclos que se repiten en cualquier área de su vida por más que se esfuerce siempre termina donde empezó, son solo algunos indicadores que nos dejan ver la posible presencia de maldiciones. 

La palabra maldición en la biblia proviene del vocablo hebreo “arat” y significa: “lo que detiene” o “lo que obstaculiza”. Las maldiciones tienen como objetivo robarnos la paz, traer sufrimiento, estancarnos en nuestro crecimiento espiritual, hacernos renegar de Dios al dudar de su amor y robarnos de la vida abundante que Dios desea que vivamos. Jesús dijo en Juan 10.10 El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” 

Origen de las maldiciones

Salomón en el libro de Proverbios 26.2 dice: “…la maldición no viene sin causa”. La causa primaria de la maldición es el pecado y la ignorancia. Gracias a Dios por medio de Cristo Jesús hemos sido libres de la maldición del pecado como lo afirma el apóstol Pablo en Gálatas 3.13 “Cristo nos redimió de la maldición”,  pero ser libre de la maldición de la ignorancia que es el  resultado de violarlos principios que Dios ha establecido, solo depende de nosotros y de cuanto conozcamos la verdad. 

Usted puede ser hijo de Dios y aun estar bajo maldición por quebrantar principios bíblicos. Puede aún pertenecer a una iglesia donde la verdad es predicada y seguir viviendo en esclavitud.

«El profeta Oseas lo dejó bien en claro ‘mi pueblo perece por falta de conocimiento’”.

Muchos han pensado que mudándose de ciudad o país serían libres, gran error, pues repito la maldición no está relacionada a lugares geográficos sino en prácticas, pecados, y conductas que le han dado lugar al diablo.

Dónde inicia la liberación

La liberación es un proceso que se  inicia con el libertador. En otras palabras, si deseo ser libre debo recibir a Jesucristo en mi vida y Él obrará el milagro de la liberación de adentro para afuera a medida que entregue las áreas dañadas por el enemigo.  

Al entrar Cristo en una vida literalmente  viene a vivir en esa persona. Toda otra presencia debe dejar la casa pues ahora viene uno más fuerte y se cumple lo que dice Pablo: “Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. 2 Corintios 3:17.

Aquí está la razón por la que muchas personas han intentado dejar hábitos pecaminosos o conductas indeseadas y no lo han logrado porque la raíz del problema no es conductual sino espiritual. Ni la religión ni ningún esfuerzo humano jamás pudieron mejorar al ser humano. 

Debido a la legalidad que otorga el pecado los demonios han esclavizado a las personas, intentar cambiar o mejorar es como tratar de mantener una pelota bajo el agua. Jesús definió a las tales personas como esclavas:

“Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo: Todo el que comete pecado, esclavo es del pecado”. Juan 8:34

«Para lograr un verdadero cambio es necesario un cambio de espíritu que empieza con el nuevo nacimiento espiritual cuando recibimos a Cristo en nuestras vidas». 

Cómo ser libre de las maldiciones

Ya hemos mencionado que la liberación no es resultado de un rito, sino más bien de estar en relación con la persona de Jesucristo quien nos conducirá a la verdad que nos hará libres. 

Una vez identificadas las mentiras que nos han esclavizado es necesario el arrepentimiento (dejar de cometer el pecado que nos trajo maldición) y la renuncia para apropiarnos de la libertad que Cristo ofrece. 

Tomado del Libro: 21 días hacia mi libertad (Donald Franz)

Somos la luz del mundo

Vivimos en una generación en donde cada vez todo se torna más confuso y oscuro. Pero Cristo nos dio su naturaleza lumínica.

Itiel Arroyo estuvo presente en el Congreso de Jóvenes de Cita con la Vida realizado en Córdoba para semana santa y dijo «No vengo para asustarlos sino para inspirarlos». Al hablar sobre el llamado que Dios nos mandó a hacer en nuestra vidas: Ser luz donde quiera que vayamos.

Vivimos en una generación en donde cada vez todo se torna más confuso y oscuro. Pero Cristo nos dio su naturaleza lumínica.

Necesitamos entender que el sacrificio del Señor no fue en vano, para que nosotros podamos expresarlo a Él en nuestras vidas, para que las personas que nos rodeen lo puedan conocer y tener un encuentro cercano con Su creador.

Te dejamos el fragmento:

MARCADOS Y CONSAGRADOS PARA SERVIR A CRISTO

Carlos Annacondia
Carlos Annacondia

La primera experiencia con Jesús sella nuestra vida y produce un cambio en nosotros para siempre. ¡Qué importante es que no nos olvidemos de aquel día! Que recordemos cuando le pedimos a Jesucristo que entre a nuestro corazón y nos decidimos servir al Señor.

Al hacerlo, no solo revivimos aquel encuentro, sino que estamos permitiendo que el río de Dios nos inunde. Y debemos trabajar en que nada nos haga perder esa llenura, porque somos los responsables de permanecer en la plenitud de Dios en cada momento. Por eso, hoy quiero hablarles de la consagración, para que puedan vivir llenos de Cristo. Porque, si cada uno de nosotros se consagra a Dios para amarlo, servirlo y hacer su voluntad, sin duda Él obrará a través de todos nosotros como Pueblo.

No crean cuando dicen: “Lo dejo todo por irme a servir”. Por el contrario, debemos buscar la voluntad de Dios aun con el poco tiempo que dispongamos a diario. Debemos ser siervos de Jesús, de su gloria, recordando la gran comisión que dejó para su Iglesia.

Los invito a que juntos leamos Marcos 16:15-18.
“Les dijo: ‘Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y, cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y estos recobrarán la salud’”.

Cómo servir mejor al Señor

El centro de la vida de un hijo de Dios debe ser que aquellas criaturas que no conocen a Jesús lo conozcan. Porque, cuando conocen al Señor y lo aceptan en sus corazones, pasan a tener el derecho de ser también hijos de Dios. Y, para ser hijos de Dios, lo que necesitamos es tener un encuentro con Jesús; lo mismo que explicaba al comienzo. Cuando las personas reconocen a Jesús como su Salvador, asumiendo sus errores y pecados, conquistan la misma potestad de ser Hijos de Dios. Y como hijos del Padre, somos herederos y coherederos en Cristo Jesús.

La Biblia nos declara en el Salmo 103:2-3: “Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias”

Al igual que el salmista, no olvidemos todos sus beneficios, porque él es quien perdona todos los pecados y sana todas las dolencias.

¡Jamás debemos olvidar los beneficios de Dios para nuestra vida! Porque, cuando pasamos a ser sus hijos, Él nos perdona, nos sana, nos rescata de la oscuridad, del pozo de la depresión, de la amargura, del fracaso, de las drogas, de la derrota, de la promiscuidad. Y Dios se revela y nos dice: “¡Yo soy el que te salva!”.

Hoy viene Jesús a nuestra vida, a meter su mano en nuestra inmundicia, en los pecados más ocultos y las heridas más dolorosas, y quiere levantarnos del fondo para consagrarnos. Amado, ¡Él ya nos rescató del hoyo y hoy nos corona de favores y misericordia!


Cristo se presenta a tu vida, solo tenés que abrirle tu corazón a él. Vos podés creerle con todo tu ser y elegir consagrarte, servir al Señor, para que todos sus beneficios colmen tu vida y la de tu familia.
¡Dios te bendiga!

evangelista
Carlos Annacondia

Asombroso: Líder de una tribu perseguidora de la Iglesia en Kenia se entrega a Jesús

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La historia del perseguidor de cristianos que conoció a Cristo

El jefe de una aldea en Kenia que persiguió y encarceló a cristianos durante años asistió a un funeral oficiado por un trabajador nativo que había sido arrestado y recibió el Evangelio.

Durante diez años el jefe de la tribu Teso, había arrestado más de una vez al pastor y a otros nativos cristianos por alejar a la gente de las costumbres religiosas tribales y llevarlas a conocer a Jesús. Lo insólito de esta historia es que este pastor perseguido incansablemente pudo compartir un mensaje sobre la esperanza de la eternidad con Cristo, y la necesidad de salvación de la corrupción, la muerte y la ira de Dios.

El líder del ministerio misioneroo comentó: “El jefe local que había sido hostil a la iglesia se presentó durante el funeral y declaró que quería nacer de nuevo y ser salvo, porque el Evangelio lo había cambiado y quería el perdón de la iglesia, algo como sucedió con Saulo de Tarso».

El jefe de la aldea, luego de esto, prometió que no detendría ni acosaría a los cristianos que se acercaban a la comunidad con las Buenas Nuevas del Reino de Dios.

Este hombre tuvo un encuentro tan profundo, real y radical que: “todo el pueblo y otras personas que asistieron a este funeral se sintieron conmovidos por la audacia y la transformación de este hombre, de ser hostil al Evangelio a abrazarlo. Su vida cambió para siempre: se bautizó recientemente y continúa testificando diariamente a sus amigos y su gente de esa tribu; ha sido discipulado en la comunidad local”, afirmó muy contento el líder.

Los trabajadores cristianos nativos llegaron a las personas de toda la tribu desde los centros de mercado y los hogares, y a través de eventos evangélicos y transmisiones de radio en sus lenguas étnicas.

En medio de los esfuerzos para reconciliar a las tribus que luchan por la escasez de agua y tierra, también se han descubierto oportunidades para compartir el Evangelio, ya que a medida que más personas aceptan a Cristo, los obreros guian a los grupos domésticos a congregaciones de la zona y les enseñan a orar.

“Esto ha llevado a más personas a Cristo y levantado a más líderes que están sirviendo y equipando a otros para hacer la obra del ministerio. Ha traído crecimiento a las nuevas fraternidades. Pudimos plantar 45 iglesias en hogares en un año”, comentó.

Llamados a producir

Si te acercas a una planta de limón que aún es pequeña y hace poco fue plantada, y vas a buscar su fruto, no lo vas a encontrar. Pero si miras detenidamente a la planta, la verás en su mejor momento; aun así, no vas a encontrar limones. De todas maneras, déjame decirte, la planta está en su perfecto estado presente.

Si te acercas a una planta de limón que aún es pequeña y hace poco fue plantada, y vas a buscar su fruto, no lo vas a encontrar. Pero si miras detenidamente a la planta, la verás en su mejor momento; aun así, no vas a encontrar limones. De todas maneras, déjame decirte, la planta está en su perfecto estado presente. 

Si la visitas luego de unos días con el deseo de encontrar limones, hallarás solamente unos brotes en sus extremidades. Con mayor observación, te darás cuenta de que, aunque no esté el fruto final, está en su proceso y en su estado perfecto. 

Si regresas luego de un tiempo, descubrirás que en sus extremidades hay una pequeña flor; aún no habrá limones, pero su estado de proceso sigue siendo perfecto. 

Si vuelves pasado un buen tiempo, ahora sí, verás unos pequeños limones muy verdes, aunque aún no preparados para su fin, pero están en su estado perfecto. Al visitar la planta unos días después, entonces y solo entonces, encontrarás, finalmente, esos limones listos para ser usados en su estado ideal. 

Dale el lugar, tiempo y oportunidad al Espíritu Santo para que trabaje sobre tu vida a fin de que el fruto llegue a su fin y pueda ser de utilidad para alimentar a otros. No te frustres. Aun cuando hoy no veas el resultado final de su santificación, el Espíritu Santo te está manteniendo en el estado perfecto del proceso que te llevará a la medida del Cristo perfecto.

Tal fue el consejo de un hombre anciano llamado Trentino a un niño de apenas 11 años que quería agradar a Dios en todo, pero en sus propias fuerzas. Nunca voy a olvidar esas palabras. 

Ahora, entendiendo el proceso de la planta, cuando uno observa su fruto, comprende que ese fruto es la expresión final de la planta. Una hermosa planta que no llega a su final, que no da su fruto, se considera una planta infructuosa. Por más bella y hermosa que sea, su propósito no se cumple; por lo tanto, llevará el triste apellido de un árbol malo, o una planta inútil. 

El fruto es el resultado del proceso interior de una planta. La raíz absorbe los minerales desde la tierra y los convierte en una savia que corre por sus venas hasta sus extremidades, manteniendo la vida de la planta. Esa savia lleva el mensaje de producción, de propósito. 

La planta, al crecer, sufre deformaciones, se esfuerza, se dilata, se estira, pierde sus hojas según la estación, parece estar seca en algún momento; con todo, su interior está intacto, está perfecto, está viva; pero su victoria o su propósito serán cumplidos cuando sienta ese peso de su fruto meciendo sus ramas. 

Si trasladamos esto a la vida espiritual, por lo general, no queremos pasar por los diferentes procesos, pero sí anhelamos disfrutar el fruto. Dios nos creó para que llevemos fruto, y mucho. Pero este viene después de ese proceso de crecimiento, de esfuerzo, de estiramiento, de hojas caídas, de lluvias, de sol y algunos insectos que invaden el árbol. 

No queremos pasar por esas temporadas e incomodidades, y nuestra oración parece elevarse para abortar el proceso que dará a luz al fruto que Dios anhela de nosotros.

“Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia” ‭‭(Santiago‬ ‭1‬:‭2‬-‭3).‬ 

Y a veces, en la desesperación de no querer pasar por esos momentos difíciles, solemos orar hasta incorrectamente. 

¿Qué es lo que nos está sucediendo? ¿Es una obra del enemigo? ¿Del infierno? 

No entendemos, en ocasiones, que esas pruebas o esos procesos son los que Dios permite para que se produzcan en nuestras vidas esos frutos que Él busca. 

Si nos detenemos a meditar en los frutos del Espíritu, observaremos que cada uno de ellos son directamente proporcionales a nuestras reacciones en las pruebas o dificultades de la vida. En las diferentes situaciones que enfrentamos, cuando son sacudidos nuestros cimientos, acostumbramos perder el gozo, la paz, la paciencia, la templanza, la bondad, la fe, el amor, etc. Son justamente los resultados esperados por Dios en nuestras vidas. 

Entonces, ¿cómo logramos que eso suceda? Quizás deberíamos cambiar nuestra manera de pensar cuando nos acontecen estas cosas. Quizás deberíamos pensar qué es lo que Dios me quiere enseñar con respecto a esto. ¿Cuál es el fruto que Dios quiere que muestre a través de esta situación? 

Si nuestra oración es que Dios quite el problema, y Él lo hace, se aborta el proceso por el cual se produce el fruto final. Ese fruto no solo bendice mi vida, sino también la vida de otros. 

Si Dios quita el problema, seguro me sentiré satisfecho, pero seré infructuoso, y no servirá para bendecir a otros, ni edificará el Cuerpo. Quizás deberíamos cambiar nuestra manera de pensar y hasta nuestra manera de orar.

Claro que en el momento de las pruebas y la desesperación, el deseo de no pasar por esas situaciones se apodera de nosotros. El anhelo de no estar en el “valle de la sombra y de muerte” se hace fuerte, pero deberíamos saber que aun en ese valle, su vara y su cayado nos infundirán aliento y que estamos junto a corrientes de aguas y deliciosos pastos.

Solo debemos cambiar nuestra manera de pensar y entender que Dios está en cada detalle de nuestra vida.

No abortemos el proceso. No huyamos. Permanezcamos en Él, confiados de que el resultado será beneficioso para nosotros y para otros, expresando así la vida de Cristo en nosotros y mostrando su carácter: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. 

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