Si estás esperando hacer algo para tu vida, deberías saber que no hay nada mejor que consultar al Espíritu Santo sobre ello. ¿Por qué? Por una simple razón: él lo conoce todo. Y eso implica que ya estuvo donde ahora estás queriendo ir. 

Si alguna vez tuviste la experiencia de visitar un lugar en otro país, o en otra ciudad diferente a la tuya, sabrás que jamás es lo mismo hacerlo solo que hacerlo con un guía turístico. Así es también con Dios: nunca será igual si tenemos al guía con nosotros, llegaremos cuando sea el momento exacto, y siempre seguros. 

Una situación vivida por Jesús nos demuestra este punto:

Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos. Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.  Juan 11:1-15.

Ciertamente, Jesús fue guiado por el Espíritu Santo, porque se quedó dos días más después del anuncio de la enfermedad de su amigo Lázaro. Era una situación urgente, y de haber seguido sus emociones, habría salido corriendo. Pero no lo hizo. Hay un factor más en la decisión de Jesús. Dijo “vamos a Judea” y los discípulos respondieron que allí lo esperaban para apedrearlo. Evidentemente, mientras Lázaro estaba enfermo, lo esperaba a Jesús un posible ataque para el cual aún no era el tiempo. Esos dos días podrían convertirse en una trampa para atraparlo. Pero Jesús no fue. Hasta que Lázaro murió.

Los discípulos no entendían por qué ir ahora si no fueron cuando Lázaro estaba enfermo. Hay algo que el Espíritu Santo había puesto en el corazón de Jesús para ir cuando fuera el momento adecuado. Y así fue, porque cuando Jesús llegó, quienes pretendían apedrearlo ya no estaban, el milagro de la resurrección sucedió, y muchos creyeron. 

“¿Por qué ahora?” pudieron haberse preguntado los discípulos. Y es la misma pregunta que pueden hacerte tus familiares, tus amigos, tus compañeros de trabajo. Incluso es la pregunta que todos podemos hacernos. Pero si nos movemos por la guía del Espíritu Santo, en lugar de nuestras emociones (las cuales a veces pueden llevarnos por buen camino y otras no), sin dudas llegaremos a donde debemos en el momento adecuado.

Las palabras de Jesús a sus discípulos nos sirven hoy también para reflexionar. Les habla sobre la diferencia de caminar con luz y caminar con oscuridad. ¿Será que hemos caído en las trampas que nos tendieron en muchas decisiones sin haber escuchado al Espíritu Santo? ¿Será que algo en tu vida está en oscuridad y hoy podrías recibir luz al respecto de parte de Dios? La luz revela, la oscuridad esconde. 

Estoy seguro de que no fue fácil para Jesús en esos días. Su amigo estaba muriendo, y esto le podría traer agonía. Pero hizo lo que el Padre le dijo, lo que el Espíritu Santo le guió a hacer. Dice la Palabra de Dios que ahora somos hijos de Dios, y si somos hijos, nos guía el Espíritu Santo:

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”, Romanos 8:14 (RVR1960).

Guiados” es aquí la palabra griega “ago”, que significa literalmente guiar, conducir, dirigir, trasladar, acarrear, transportar, llevar, traer. Sin dudas en nuestro interior habrá un “tironeo”, donde el Espíritu nos guíe pero donde también muchas veces la carne o los sentimientos batallen por otras decisiones.

Todo tiene un tiempo. Y el Espíritu Santo lo conoce, es quien nos trae lo de Dios a nuestra vida. ¡Escuchémoslo! Así como lo hacía Jesús. 

«En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios. Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido», 1 Corintios 2:11-12 NVI.

Pastor en la Iglesia Cristo la Solución de la Ciudad de Buenos Aires. Licenciado en Administración UBA, cursando un Master en Divinidad en la Universidad Oral Roberts (USA). Actual miembro del Consejo Directivo Nacional de ACIERA. Pastor de jóvenes durante los últimos 15 años.