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Mes del Hábitat: Cristianos en la brecha

La conmemoración nos interpela a tomar conciencia de la urgencia de la generosidad y la oración

A través de los años la iglesia se ha destacado por su tarea en la ayuda a los pobres y necesitados.  Cada día miles de personas son alcanzadas por el amor de hombres y mujeres que llevan adelante comedores, roperos solidarios, consejería, educación y la lista continúa. Aun así, en un mundo conmocionado por desastres naturales, guerras, desplazamientos forzados de personas migrantes de este último tiempo, entendemos que existe una urgencia por la profundización de los esfuerzos de ayuda, pero también de la intercesión, de un clamor por nuestras naciones. 

Desde el año 1985, a principios de octubre, se conmemora el Día del Hábitat, donde se difunde la necesidad de mejorar el derecho a la vivienda y el hábitat de cada ser humano.  

En 2022, la Organización de Naciones Unidas (ONU) conmemoró el día bajo el tema “Cerrando la brecha. No dejar a nadie, ni ningún lugar, atrás”, que aborda el problema de la creciente desigualdad y los desafíos en las ciudades y los asentamientos humanos.Es una llamada de atención sobre las crecientes disparidades y vulnerabilidades exacerbadas por las crisis de la triple «C»: COVID-19, clima y conflictos.

“Las ciudades generan riqueza pero también concentran pobreza y desigualdad. La forma de abordar ambos retos se encuentran entre los desafíos más apremiantes que enfrentan las áreas urbanas; además mejorar los ingresos y una amplia gama de oportunidades para todos es esencial para lograr un futuro urbano optimista”. Afirman desde su página web oficial. 

Según el Informe sobre las Ciudades del Mundo de ONU-Hábitat, el número de personas afectadas se situaba entre 119 y 124 millones en 2020 y entre 143 y 163 millones en 2021, por consiguiente, las desigualdades urbanas, junto a la pobreza, se han convertido en una prioridad mundial que debe ser estudiada. Asimismo, los gobiernos y personas con poder de acción desempeñan un papel primordial en el diseño y preparación de hábitats para futuros desastres, que no solo den respuesta a las crisis o emergencias, sino que impulsen un mañana más inclusivo, resiliente y ecológico.

El desafío que tenemos por delante es enorme, las personas del mundo necesitan ver el mover de Dios a través de la manifestación de sus hijos extendiendo las cuerdas de amor de Cristo a la humanidad. El libro de Santiago nos exhorta:  

“Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?  Supongamos que un hermano o una hermana no tiene con qué vestirse y carecen del alimento diario,  y uno de ustedes le dice: «Que le vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no le da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta”.  (Santiago 2: 14-17).

En tiempos cuando la guerra, la crisis climática y económica moviliza a millones de personas expulsadas de sus países, cuán necesario se nos hace estar preparados para recibirlos, para brindar el abrigo y la contención necesarias. ¿Estamos en la brecha? Hoy más que nunca sea nuestra oración por los necesitados, para que se levanten proyectos a nivel local y nacional que procuren una vivienda digna a los habitantes de nuestro país. 

Jesús dijo: 

“Ustedes son la luz del mundo…Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo».

Mateo 5:14-16
Valeria Viera
Valeria Viera
Licenciada en Comunicación Social (UBA). Realizó un posgrado en producción de televisión y se ha capacitado en comunicación institucional. Escribió el libro devocional "Guía para extranjeros". Estudia canto lírico que, junto a las comunicaciones, es otra de sus grandes pasiones.

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