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Más allá de la escasez y la abundancia: Todo lo puedo en Cristo

Filipenses 4:12-13 : 12 Sé vivir en escasez, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. 

Pablo escribe esta carta desde la cárcel en Roma, probablemente alrededor del año 61 d.C. Está bajo arresto domiciliario, encadenado a un soldado, esperando su juicio ante César. Y con gratitud, escribe a los filipenses, por haberle enviado una ofrenda para ayudarlo en su necesidad. 

Sin embargo, Pablo deja algo muy en claro: las altas y bajas que tuvo que atravesar han sido para él una escuela; él dice “he aprendido”, “he cursado y he aprobado esta materia”. Por lo tanto, dice una y otra vez: “Sé vivir”.

Y la escasez de Pablo no era solo de dinero, era extrema: 

2 Corintios 11:23-27 (TLA) “23 Yo he trabajado mucho, he estado preso muchas veces, me han azotado con látigos, y he estado muchas veces en peligro de muerte. 24 Cinco veces las autoridades judías me han dado treinta y nueve azotes con un látigo. 25 Tres veces las autoridades romanas me han golpeado con varas. Una vez me tiraron piedras. En tres ocasiones se hundió el barco en el que yo viajaba. Una vez pasé una noche y un día en alta mar, hasta que me rescataron. 26 He viajado mucho. He cruzado ríos arriesgando mi vida, he estado a punto de ser asaltado, me he visto en peligro entre la gente de mi pueblo y entre los extranjeros, en la ciudad y en el campo, en el mar y entre falsos hermanos de la iglesia. 27 He trabajado mucho, y he tenido dificultades. Muchas noches las he pasado sin dormir. He sufrido hambre y sed, y por falta de ropa he pasado frío”. 

Yo sé que muchos entendemos la escasez como pocos recursos materiales o falta de dinero, pero la escasez de Pablo fue más que falta de dinero, fue falta de comida, de compañía, de seguridad, de abrigo, de protección, de refugio, de atención médica, de descanso y hasta de soporte espiritual… y Pablo, en esta carta, dice “He aprendido a vivir después de todo lo alto que he vivido, y de todo lo bajo por lo que tuve que atravesar, hoy puedo decir sé vivir”

Imagínense que Pablo hubiera dicho: “No sé vivir todavía”, “no he aprendido nada todavía”, “los peligros, las noches de frío, los altos y bajos no me dejaron ninguna lección”, “no sé vivir”. ¡Pero él dice que todo lo vivido ha sido una escuela que le ha enseñado a vivir aferrado al Señor! 

“El creyente que pone su fe en Dios aprende a vivir en el Señor a través de cada situación que enfrenta.” 

“Para él, la escasez no representa ausencia de Dios, y la prosperidad no representa la presencia de Dios”. 

En este contexto, me surge una pregunta personal: ¿Sé yo vivir? ¿Sé yo vivir cuando atravieso un momento de escasez? ¿Sé yo vivir en una temporada de prosperidad? ¿Me ha dejado una enseñanza la necesidad? ¿Me ha convertido en una persona madura el peligro? 

“No es malo atravesar muchas tormentas; lo verdaderamente malo es pasarlas sin aprender a vivir en medio de ellas.” 

En este texto, el apóstol menciona 6 estados por los que tuvo que atravesar y en los cuales aprendió a vivir aferrado a Dios. 

Filipenses 4:12-13 12 Sé vivir en escasez, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. 

Pobreza, hambre, necesidad, prosperidad, saciedad, abundancia.

Me gusta que los dos extremos estén claros, que hay peligro en los dos lados, porque uno pudiera decir: “En la pobreza es difícil vivir”, “en la prosperidad vive cualquiera”, “en la enfermedad es muy difícil vivir”, “en la salud vive cualquiera”. 

Los dos extremos mal vividos pueden mantenerme lejos de Dios y llevarme a una mala relación con Él. 

• Los peligros de no saber vivir en la escasez.

• Los peligros de no saber vivir en la abundancia.

Los peligros de no saber vivir en la escasez 

Comparación: Me comparo con los que tienen, con los que les va bien, siento envidia, falta de gratitud por lo poco que tengo, dejo de mirar lo que viene de la mano de Dios y tengo la mirada puesta en lo que otros tienen en sus manos. Porque estoy pasando un momento de escasez… puede pasar… puedo tener una mala temporada. 

Salmo 37:7«Guarda silencio ante el Señor y espera en Él; no te irrites a causa del que prospera en su camino

No sé vivir en escasez si me comparo, y Pablo al decir “sé vivir en escasez” no siente envidia por estar en una mala temporada, no se compara con otros. 

Enojo con Dios: Me enojo con Dios, pienso que no me ama, pienso que Dios no escucha mi oración, pienso que esto es parte de un castigo, que no soy favorito como otros, esto me lleva a sentir culpa, condenación. ¿Por qué? Porque no sé vivir en la escasez. Pablo dijo: “En tres ocasiones se hundió el barco en que yo viajaba. Una vez pasé una noche y un día en alta mar”. ¿Se enojó con Dios? ¿Dijo: “Dios me abandonó”? Él dice: “Yo sé vivir con Dios en la escasez”. En Filipenses 4:4 de esta carta él dice: «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo: ¡Regocijaos!» 

La escasez es parte del siempre, regocijaos también en la escasez, no solo en la prosperidad. 

”Es mucho más duro y doloroso atravesar el tiempo de escasez estando enojado con Dios.» 

Pablo no está enojado, Pablo no le echa la culpa al cielo, él atraviesa el tiempo difícil y dice “Se vivir sin estar enojado con Dios” 

No querer recibir ayuda: El orgullo de no aceptar que necesito ayuda,  de no aceptar que estoy atravesando un momento difícil, no solo de dinero, sino también de apoyo, de consejo, de oración. Saber vivir en la escasez es pedir ayuda con humildad.

Filipenses 4:14 dice: «Sin embargo, bien hicisteis en compartir conmigo en mi tribulación.” 

Uno se desgasta de fuerzas al no pedir ayuda, se quema completo al no buscar apoyo, se estrella contra un muro al querer atravesar el desierto solo, y Pablo comparte su carga con los hermanos y dice “yo sé vivir en la escasez”.

Pablo dice no solamente “Sé vivir en la escasez”, también menciona la prosperidad. ¿Es la prosperidad una etapa difícil de vivir? ¿Es la prosperidad una etapa en la que tenemos que aprender a vivir?

Los peligros de no saber vivir en la prosperidad 

Olvidarse de Dios: La prosperidad trae consigo un gran desafío: el peligro de olvidar a Dios. Dios le advierte a su pueblo de este peligro, olvidarse de Dios por la tierra conquistada, el dinero puede ser el centro de nuestra adoración, la abundancia puede ser el centro de nuestra devoción, las personas, los amores, el físico, la salud, la posición, el estatus, el éxito puede ser el principal reemplazante de Dios en nuestras vidas. 

1 Timoteo 6:17 (NBLA) «A los ricos en este mundo, instrúyeles que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, que nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. 

No ayudar al necesitado: Nos olvidamos que fuimos necesitados un día, miramos que otros pasan necesidad y no hacemos nada por ellos, y no solo de dinero, en todo sentido, no sentir compasión, ni empatía, no saber vivir en prosperidad es no tener empatía por el hogar ajeno.

Filipenses 2:4 «No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” 

Entonces, la pregunta final es: 

¿Cuál es mejor para mi, la prosperidad o la escasez? ¿Cuál de las dos me lleva más a la oración? 

Los dos estados deben ser iguales en la oración, iguales en la dependencia con Dios, en los dos necesito a Dios, en los dos debo ser dadivoso y agradecido, en los dos Dios debe ser lo primero, en los dos Dios es Fiel, en los dos soy fiel a Dios, en los dos soy un mensajero de la fidelidad de Dios.

“Pastor, no puedo serlo en los dos”, La palabra de Dios responde: si podemos.

Filipenses 4:12-13 12 Sé vivir en escasez, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Sebastian De Montreal
Sebastian De Montrealhttps://www.instagram.com/sebademontreal/
El pastor Sebastian Gimenez reside en Paramount, California junto a su esposa Jessica y sus hijos Leah y Valentin. Es parte del equipo pastoral de la Iglesia Reformada Emmanuel, y es pastor ordenado de la RCA.

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