Todos en algún momento vivimos temporadas de dolor, el sufrimiento es un terreno que nos une como seres humanos, ya que no existe una historia sin heridas.
Antes se creía que las heridas morían en heridas, es decir las marcas eran imborrables, gracias a conceptos como el de resiliencia que según Borys Cyrulnik se trata de “iniciar un nuevo desarrollo después de un trauma” tenemos esperanza. Es decir, podemos aprender, y echar mano a recursos psíquicos y espirituales en Cristo no solo para soportar los que a cada uno nos toca sino también crecer en este proceso.
Si hay un libro en la Biblia que puede aportar mucho a la temática del dolor es el de Job, ya que en este escrito no se esconden las lágrimas, su nombre significa justamente eso “Aquel que se lamenta o llora”. Son más de cuarenta capítulos introduciéndonos en el corazón del dolor, en los gritos del alma ante situaciones difíciles.
Job tiene una vida ideal: familia, bienes, admiración social pero muy prontamente todo eso se desmorona y las malas noticias se acumulan unas tras otras como olas de tsunamis llegando sin descanso a su vida. Así, de golpe, se inaugura una segunda parte con múltiples duelos, pierde su fuente de ingreso económico, mueren sus hijos, se agrega una conflictiva matrimonial y como si esto fuera poco también se enferma.
¡Ojalá hubiera nacido muerto! ¡Porque no morí al salir del vientre! Job 3:11.
Algo que le sucede a Job es querer huir, escapar del sufrimiento. Podemos tener este tipo de pensamientos: “no me gusta mi vida”, “ya no aguanto más”. Si estas ideas van en aumento pueden conducirnos a una depresión o conductas dañinas. En este punto quiero hacer un paréntesis y resaltar la importancia de pedir ayuda, empezar a hablar, y si escuchas a alguien decir cosas por el estilo es importante que no te quedes con la duda, indaga o busca acompañar a esa persona a algún profesional.
¿Que te hace sufrir tanto que buscas huir del mundo? Job me enseña ya que lleva todo, hasta esas ideas a la oración. Expresar el dolor, atravesarlo y no evitarlo es parte del camino del cambio.
“Orar es siempre un recurso poderoso”.
Otra ayuda importante está en nuestros vínculos, nos enteramos de lo que le pasa a Job gracias a cuatro amigos que viajaron para visitarlo, es como si el libro quisiera transmitirnos lo crucial que es la compañía en el sufrimiento. Por eso, algo bueno que podemos hacer es acercarnos a los que sufren, ir en busca del que lo necesita y no esperar a que nos pida ayuda. Si somos nosotras las que estamos padeciendo es necesario dejar que otros nos acompañen.
Recuerdo una paciente que por el dolor había empezado a tener ideas de muerte. Luego de tiempo de terapia expresó: “cuando me dijiste que vos te subías al barco conmigo y no te bajabas ese día deje de pensar en la muerte”. Yo no lo sabía, pero era la soledad lo que más la asustaba y la hacía pensar en terminar con su vida. Por eso no minimices tomar una mano, abrazar o simplemente estar. Hay contactos que salvan vidas.
Ahora bien, si leíste el libro sabrás que los amigos respetan los tiempos de Job y durante siete días esperan en silencio a su lado, llorando junto a él, empatizando con su amigo, lo resalto como un acto de amor. Pero cuando empiezan a hablar el asunto se transforma en algo más parecido a un juicio que a una charla de amistad.
Cada amigo se va presentando y en su discurso aparecen conceptos relacionados con la culpa y la condena: algo habrás hecho, pecaste, mejor arrepentite. Más allá de ser los amigos los que encarnan esta voz, este tipo de pensamientos son los que nos vienen a visitar cuando estamos mal. Es que frente al sufrimiento buscamos un culpable: ya lo decían los discípulos de Jesús teorizando sobre un enfermo, este porque esta así, ¿es su culpa?, ¿la de sus padres?
Observar lo que pensamos cuando sufrimos es beneficioso ya que estas teorías pueden revelar cuál es nuestra teología (Teo: Dios, logía: tratado), es decir como creo que Dios me trata en medio del dolor. ¿A quién tengo en mi mente, un Dios castigador? Virar de un concepto cargado de culpa a una teología Cristo céntrica: Jesús llevando nuestras condenas lo considero un movimiento saludable. Mi querida amiga el dolor es complejo y pesado de sobrellevar como para adicionar cuotas de culpa, más carga en este camino.
Tiempo de cirugía
Cuando pasamos por diversas crisis podemos fusionar la situación temporal (pérdida de trabajo, matrimonio en terapia intensiva, etc.) a lo eterno (lo que Dios piensa de nosotras), entonces empezamos una montaña rusa: si nos va bien es porque Dios está contento en cambio cuando nos va mal es porque Dios se enojó.
Puedes aprovechar los conflictos para hacer una cirugía y separar lo que se unió disfuncionalmente para establecer así, frente a tanta incertidumbre una verdad que es inmutable: Mi Padre me ama con amor eterno y eso, aunque cambie todo a mi alrededor no tiene sombra de variación. Dios siempre habló lo más de lo más de Job y eso no le evitó pasar por todo lo que le paso.
Lo lindo de su nombre es que Job no solo significa lamento, sino que también significa una pregunta ¿Dónde está mi Padre? Este interrogante se responde al final del proceso:
“Hasta ahora solo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos”. Job 42:4 NTV.
En el dolor considero bueno hacernos esta misma pregunta ¿Dónde estás Dios? Me animo y te animo a hacerla y tal vez como Job nuestros ojos en esta situación también lo vean.