Si el trabajo principal de los demonios es el engaño, el Viernes Santo fue el momento crucial para el padre de mentiras. La multitud, incitada por los sacerdotes principales, demandaba la libertad de Barrabás a Poncio Pilato, el visiblemente ansioso procurador de Roma.
Rápidamente, la multitud se estaba poniendo no solo imposible, sino peligrosa. Pilato no iba a permitir que esto sucediera. La verdad acerca de sí mismo se reveló en su vida de compromiso, en su complacencia, cuando llegó el momento hizo lo necesario para salvarse a sí mismo. El instrumento de Satanás fue un político forzado a vivir bajo una versión de la verdad que funcionara.
La obra astuta del maligno continúa en el mundo en la actualidad a través de maniobras como la atrocidad monstruosa del 9-11 por causas supuestamente religiosas, pero se mueve de maneras más sutiles dentro de la comunidad cristiana hoy. Como un comandante enemigo sagaz, el diablo gira alrededor de nuestra personalidad para determinar dónde somos más vulnerables.
Él sabe que las tentaciones evidentes como el asesinato, el robo, el adulterio y la difamación serían reconocidas de forma inmediata y descartadas, por lo tanto, se insinúa en la parte de nuestra psiquis en la que somos más débiles. Por ejemplo, nos seduce a que permanezcamos en nuestros pecados pasados y agita las aguas del odio a uno mismo.
Aunque estos pecados han sido perdonados y olvidados por Dios, el padre de mentiras nos roba la paz y el gozo del Espíritu Santo.
Atormentados por pecados que ya no existen en las profundidades de la eternidad, nos enfocamos en los recuerdos de nuestra lujuria, codicia, arrogancia, oportunidades perdidas, matrimonios quebrantados, hijos alejados o dolor causado por nuestra familia, amigos o colegas, y en profundos calabozos nos herimos a nosotros mismos a causa de fracasos reales e incluso imaginarios.
A la luz de esta fe pascual en el Jesús resucitado, la cruz no es vista como un final trágico de una vida noble sino como una revelación del corazón de Dios. Barron escribe: “la terrible rivalidad entre lo divino y lo humano, esa lucha prometeica, la terrible ilusión de que Dios es un ser amenazador, todo eso se hace trizas con la cruz y la resurrección de Cristo».
El viernes que llamamos santo y el domingo en el que celebramos Pascua son la manifestación suprema del amor del Señor por nosotros.
Brennan Manning, libro «Sobre Todo».
El paso de Jesús de muerte a vida declara que el Abba de Jesús no envió a su Hijo y a nosotros al basurero de la historia. La muerte fue despojada de su oscuro poder, es un fantasma derrotado, su propósito es conducirnos a la única experiencia que merece el nombre «vida eterna».
Cristo podría habernos salvado con un simple movimiento de mano y pronunciando las palabras “Todos tus pecados son perdonados”. Pero ¿hubiéramos alguna vez llegado a conocer las profundidades del amor de Dios sin el Hijo aniquilado en una cruz y que ahora está elevado a las alturas sobre todo?
«Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tenía el imperio de la muerte —es decir, al diablo—, y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida», Hebreos 3.14.