Todos los seres humanos somos personas sociales. Jesús, por ende, también lo era. Tuvo familia, personas que lo odiaban, enemigos, discípulos, gente que lo seguía, pero también tuvo amigos.
Los ejemplos más cercanos pudieron haber sido Lázaro y sus hermanas, María y Marta. Sin embargo, la Biblia también señala que hubo un discípulo amado, el cual se cree que pudo haber sido Juan, aunque no se tiene la total certeza. Muy cercano a Jesús, fue el escritor de un Evangelio, tres epístolas y la gran revelación con la cual cierra la Biblia, el Apocalipsis.
Pescador de peces y de hombres
Juan era hijo de Zebedeo, un pescador que parece haber tenido cierta prosperidad, debido a que tenía su propia barca y hombres empleados para la pesca. Además, era hermano de Jacobo y Santiago, ambos pescadores, a los cuales Jesús llamó para que fueran sus discípulos y “pescadores de hombres”. Probablemente, eran hijos de Salomé, quien podría haber sido hermana de María, la madre de Jesús. Por lo tanto, Juan y Pedro tendrían un vínculo familiar cercano con el Mesías, al ser primos hermanos (“Diccionario Bíblico” de Douglas y Tenney, Mundo Hispánico: pág. 684).
Al igual que Jacobo, parece que tuvieron un carácter tempestuoso, debido a que pidieron fuego cuando en una aldea de samaritanos no quisieron recibir el Evangelio: “a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno”, Marcos 3:17.
La cercanía con Jesús
Desde que Juan fue llamado al apostolado, fue uno de los discípulos más cercanos de Jesús, lo que permitió que fuera testigo de varios milagros y hechos sorprendentes que sólo vieron algunos de los doce.
Según el diccionario ya mencionado, las principales obras de Jesús que sólo pudieron ver Juan, Jacobo y Pedro fueron:
- La transfiguración
- La resurrección de la hija de Jairo
- La agonía de Jesús en el Getsemaní
Además, a Juan se le delegaron algunos aspectos importantes del ministerio del Mesías, como preparar la cena pascual, la última que tendría con sus discípulos antes de ser entregado a muerte.
Los afectos que demostraban su amistad con Jesús
“Entonces el que estaba recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: “Señor, ¿quién es?’”, Juan 13:25.
El hecho de que Juan estuviera recostado sobre el pecho de Jesús demuestra que era una persona de confianza de él. Aún más, que se lo permitiera hacer. En este pasaje se demuestra cuán cercanos eran, cuán íntimos amigos eran y tantas cosas más, que compartieron juntos.
Lo interesante de esto es que es el mismo Juan quien escribió esto en su Evangelio, al igual que el encargo que le hace Jesús, cuando estaba agonizando en la cruz: “Cuando Jesús vio a su madre, y vio también presente al discípulo a quien él amaba, le dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’”, Juan 19:26.
Nuevamente, el título de “discípulo a quien él amaba” genera controversias, al no poder especificarse de quién se trataba realmente. Sin embargo, parece ser un calificativo que el propio Juan se puso para servir de ejemplo a quien lo leyera.
Lo que es indudable es que, si le pidió a María que se quedara con Juan, debió ser por la cercanía que tenían entre ellos, más que con los otros apóstoles. En definitiva, permitió que Juan tomara su lugar de hijo para con María.
La amistad no termina allí, sino que es uno de los primeros discípulos en ir a comprobar a la tumba vacía si en verdad había resucitado: “Entonces fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que Jesús amaba, y les dijo: ‘¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!’ Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro”, Juan 20:2-3.
Además, es uno de los primeros en reconocerlo:
“Él les dijo: ‘Echen la red a la derecha de la barca, y hallarán’. Ellos echaron la red, y eran tantos los pescados que ya no la podían sacar. Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: ‘¡Es el Señor!’ Y cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la ropa (porque se había despojado de ella) y se echó al mar”, Juan 21:6-7.
Así el pescador acomodado se convirtió en seguidor, en discípulo, apóstol, pero, lo más importante, en cercano a Jesús. Tanto así que fue el primero en reconocerlo resucitado, uno de los pocos que vio los milagros más sorprendentes y el único que se hizo cargo de María. Ningún otro logró tanto en el mismo tiempo que él.
Su fama y cercanía lo convirtieron casi en una “leyenda”, tanto así que varios creyeron que nunca moriría:“Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: ‘Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?’”, Juan 21:23.