Tanto tiempo vivió este hombre la opresión de ser ciego y pobre que al escuchar hablar de Jesús lo primero que hizo fue creer en Él y esperarlo.
«Al oír que el que venía era Jesús de Nazaret se puso a gritar», no aclamaba a un gobernante, ni una persona rica a la cual podría pedirle dinero, o cualquier otra persona, sino a aquel de quien había oído que realmente podría sanarlo.
La historia cuenta que Bartimeo se levantó y comenzó a pedir compasión a Jesús, y aun cuando esto molestaba e incomodaba a los demás, aun cuando su método de querer acercarse al Señor no fuera lo más convencional, él continuó gritando hasta que Jesús lo escuchó y lo llamó.
El acto de fe que terminó por concretar el milagro en Bartimeo fue lanzar la capa que lo identificaba como ciego y mendigo. Se deshizo de aquello que lo ataba a su opresión y pasado, y decidió andar como quien ya había recibido el milagro, aun antes de recibirlo.
En esta historia vemos plasmada de forma práctica aquella enseñanza en la cual Jesús nos dice: «Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán», Marcos 11:24.
Animémonos una vez más a saltar en fe, tiremos lejos esa capa que nos identifica con nuestro pasado, con el miedo o la duda, y corramos hacia aquel milagro que solo el Señor puede hacer en nuestras vidas. Dejémonos sorprender una vez más por nuestro Dios.