La decepción es una trampa peligrosa para aquellos que quedan pegados a ella. A medida que pasa el tiempo, si los pensamientos de desilusión se alimentan, difícilmente se logre salir de allí.
En estos años que venimos haciendo diferentes tipos de shows de humor improvisado, podemos asegurar que es una gran herramienta. Vemos cómo las personas llegan al lugar del evento y, al transcurrir nuestra presentación, se les transforma la cara.
En muchas ocasiones de mi vida llegué a pensar que no necesitaba de amigos. Pero hasta la persona más perfecta, más fuerte y gloriosa del planeta tuvo un amigo.
En momentos de prueba, no lucho con la prueba misma. Lo disfruto como siempre lo suelo hacer. No me desespero por no ver algún avance en determinada circunstancia. Solo me preocupo por disfrutar a Cristo.