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El día final

No fue un minuto mágico. Tampoco fue una emoción o un sentimiento que, como era usual, con el correr de los días pasaría. Fue un día crucial, en el cual la muerte y la vida lucharon por tenerme; y al final, la vida venció a la muerte, y me rescató de su cautiverio.

En el mes de septiembre se conmemora el día Mundial para la Prevención del Suicidio. Es un día significativo e importante para quienes, en algún momento, nos vimos envueltos en esta lucha; ya sea que lo hayamos vivido en primera persona, o desde afuera. Siento en mi corazón compartirte y ministrarte mi experiencia, y contarte como en medio de toda mi oscuridad, fui hallado por Jesús; y Él me sanó para siempre.

Todavía recuerdo aquella primera vez, en la que un “simple pensamiento”, como solía decir, apareció en mí. Este apuntaba a que la mejor manera de ser libre de todo ese dolor era quitarme la vida. Habían pasado muchos años desde la última vez en la que fui feliz. Toda una etapa de mi vida pasó, y con ella, todos los recuerdos que nunca llegué a tener. Yo estaba cansado de todo eso, no entendía por qué me pasaba eso a mí. Mi corazón estaba tan roto que era irreparable, y toda mi existencia estaba en el pozo más profundo, del cual nunca pude salir. Entonces fue así, como un “¿qué pasa si dejo de estar?” abrió la puerta de mi corazón para que la muerte pueda entrar. Pasaron meses, y los pensamientos de muerte eran cada vez más y más, haciendo que mi desesperación creciera con el paso de los días.

Pero hubo un día en el que la luz irrumpió de repente y me venció. Fue tan increíble ese encuentro, que aún hoy lo recuerdo. Fue un 23 de enero el día en el cual Jesús me encontró cuando estaba por quitarme la vida, me envolvió en su abrazo, y nunca más me soltó.

Ese día, fue el final para los pensamientos suicidas y para la depresión, pero por sobre todo, ¡fue el final para mí!

Ese día, mi manera de vivir murió, y con eso todo lo humano en mí; dándole todo el lugar que había en mí a Cristo. ¡Desde ese día ya no vivía yo, ahora vivía Cristo en mí!

Ese día descubrí algo realmente poderoso, a Dios le interesaba lo que a mí me estaba pasando. Pero algo aún más poderoso fue saber que en medio de la oscuridad lo podía encontrar. Aquel glorioso día supe que la vida antigua había pasado, y ahora comenzaba una nueva vida, junto con Él. Fue así, como desde aquel último y primer día, Él empezó a transformar toda mi vida, y hasta el día de hoy lo sigue haciendo. Si me preguntas, ¿Sigue habiendo días oscuros?, mi respuesta es sí, aunque cada vez son menos, los hay; y aún en esos días sigo pegado y escondido en Jesús; porque incluso en la oscuridad lo puedo encontrar.

El salmo 73:25-26 dice en la Nueva Traducción Viviente: “¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que cualquier cosa en la tierra. Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre”. Puede fallarnos todo, podemos estar en el fondo del pozo, pero aún ahí lo vamos a encontrar a Él. Siempre, al final de nuestro túnel está Jesús esperando para salvarnos con Su luz.

Esa fue mi gran revelación, nunca más volvería a luchar contra la oscuridad solo, porque desde aquel día en el que Jesús vino a vivir a mi vida supe que ya no estaba solo. Desde ese instante, Él me llevó a los lugares celestiales, elevó mi vida de la dura realidad de la tierra, porque ahora el cielo era mi realidad. ¡Y en el cielo no hay ni una sola crisis! ¡Todo está bien ahí arriba! Ese fue el final de aquel día. La última frase de ese capítulo de mi vida fue: “Está terminado”. Porque toda la lucha, todo el dolor y sufrimiento fueron vencidos ese día, dando lugar a un nuevo inicio, a una nueva vida juntamente con Cristo. Al igual que ese criminal que estaba por ser crucificado con Jesús, el anuncio de una nueva vida me fue compartido, y en el último minuto de mi vida, antes de morir, lo ví a Jesús siendo crucificado junto a mí, y al verlo le creí. Entonces Él, tan lleno de amor me dijo lo siguiente: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43 NTV). Ese día, la certeza de que iba a descansar junto con Él todos los días hasta el fin, se me fue añadida.

“Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo. Luego dijo:

—Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.

Jesús respondió:

—Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Lucas 23:41-43 NTV

El criminal somos nosotros. Éramos nosotros los culpables, los que merecíamos la muerte y aún más, la muerte de cruz. Pero aún en la cruz podemos encontrar a Cristo, porque Él es Dios de la cima y del valle. Porque ya sea que vayamos a lo más alto, o caigamos a lo más bajo, allí estará Él disponible para rescatarnos. Jesús siempre está listo para rescatarnos en nuestro día final, dándonos así, un nuevo despertar, una nueva vida en Su paraíso.

Porque hasta el fin del mundo, cuando todo caiga, Él se quedará con nosotros.

“Enséñenles a seguir todos los mandamientos que yo les he dado a ustedes. Recuerden, yo estoy siempre con ustedes hasta el fin del mundo”.

Mateo 28:20 VBL.

No importa en qué pozo, circunstancia o lugar, Él se quedará con vos y conmigo hasta el final. Jesús nunca nos dejará, porque nos ama demasiado como para hacerlo.

Tranquilo, tranquila, el final es bueno; porque siempre es y será con Él.

Marian Garcia
Marian Garcia
Creo contenido en redes sociales para ayudar a las personas a vivir su vida con Jesús. Trabajo con adolescentes en el ministerio Presencia de Dios. Escribo y Diseño para llevar el amor de Dios a quien lo necesite.

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