Es común la asociación simbólica de Jesús como el Pan de Vida, el alimento que necesitamos diariamente para vivir y llevar a cabo todas nuestras actividades.
Jesús utilizó la metáfora de que Él es la Luz del Mundo y, en el libro de Juan, usa muchas analogías de lo que Él es: el Buen Pastor, la Vid verdadera, la Puerta, el Camino, la Verdad, la Vida.
Algunas características únicas de uno de los profetas que más escribió y a quien le tocó predicar en un tiempo compulsivo, casi como el que estamos viviendo.
Las fiestas de fin de año son un asunto cultural, es decir, que son festejos, tradiciones o acciones a las que les atribuimos una importancia simbólica.
La estación más cálida, de días más largos y temperaturas que invitan a estar afuera de casa, probablemente sea la más esperada por quienes desean descansar o tal vez viajar.
Aunque por motivos políticos, económicos y sanitarios cada vez son menos los que se atreven a atravesar fronteras entre países, la idea de realizar un recorrido siempre está presente en nuestra mente.
Cada vez que recordamos el sacrificio de Jesús a través del vino y el pan, estamos rememorando una consagración al amor, como lo llamaban en el libro de Corintios.
Se hace mención de él tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y es una de las pocas prácticas o actividades que se mantienen a lo largo de toda la Biblia.