Se consagró campeón argentino de kickboxing HFC en 2018 y campeón mundial de muay thai UMK en 2019, y ha encontrado en su deporte una oportunidad para llevar el mensaje del Evangelio.
Rubina, de 37 años, vivía en un pequeño pueblo en el suroeste de Bangladesh con su esposo y sus dos hijas, pero ahora no tiene adónde ir. Su familia musulmana la echó.
Juega en la reserva de River y en las juveniles de la selección argentina. Está en quinto año de secundaria y a sus 16 años ya tiene claros sus próximos pasos