El pastor Robert Barriger en su paso por argentina visitó los estudios de La Corriente y dialogó con el predicador y músico Sebastián Liendo acerca de su historia, su forma de ver la iglesia y un interesante análisis del apocalipsis.
La Cultura
Sebastián Liendo: Cuando vamos a predicar a otras ciudades y pueblos la cultura es tan difícil, tan distinta que a veces colonizamos en vez de evangelizar. Queremos llegar a poner todo a nuestra medida y que amen a Dios con nuestra cultura. Pero esto nos enseña a morir a nosotros mismos para poder ve la expresión de Cristo en lo que está ocurriendo ahí.
Robert Barriger: La gente nunca hace cola para ser juzgada, pero si la harían para ser amada. Hay muchos que entran a un lugar con juicio y eso no funciona, pero cuando entramos con el amor de Dios amamos a la ciudad para alcanzarla por Él.
Hay una oración de Jesús que es la única oración que todavía no ha sido contestada y está en Juan 17 Cuando Él dice «que sean uno como somos uno». Él oró por la unidad de la iglesia y por esto creo que el enemigo trata tanto de dividirnos.
La cultura es un blanco que se mueve y en el momento que la quieres proteges pierdes, porque la cultura es fluctuante. Por esto, si la Iglesia no influencia la cultura, el mundo lo va a hacer, pero nosotros tenemos lo que sana este cultura, a Jesús
El discipulado
Sebastián Liendo: Mucha gente me habla sobre el discipulado que ustedes tienen y sobre cómo se sienten en familia ¿Cómo se cuida lo macro sin descuidar lo micro?
Robert Barriger: Cuanto más grande es la iglesia, más pequeña es y podemos entender detalles que una iglesia chica no puede entender. Cuando la iglesia es grande, se forman en personas que tienen llamado por áreas específicas.
Muchos tienen la idea equivocada en cuanto al discipulado, porque el discipulado no es conocimiento, es la libertad de relaciones y esa libertad la encontramos en círculos, no en filas.
A veces pensamos que el discipulado se trata de conocer más y más, pero el problema es que tenemos cristianos que conocen mucho, pero que no han cambiado, que son salvos, pero no convertidos.
Como dice la palabra: “Son oidores de la Palabra, pero no hacedores”. Santiago 1:22. Es decir, cuando se dice y no se hace y la Palabra enseña “hagan más y digan menos”.
En los grupos de las iglesias los hermanos pueden abrir su corazón, compartir sus conflictos de vida y pedir oración. Es ahí donde inicia el discipulado.
La salvación y el desánimo
Sebastián Liendo: ¿Qué se le puede decir a una persona que está combatiendo hoy en día con el desánimo?
Robert Barriger: Con amigos. Lo que Dios le dijo a Adám fue: “no es bueno que el hombre camine solo”. No fue bueno en el huerto y no es bueno hoy, porque la oración del diablo es “Déjame solo, yo no quiero a nadie”. Dios no nos ha creado para vivir solos, sino que nos puso en una familia y gracias a Dios no solo nos dio la salvación y una relación con Él, también nos dió una familia, la iglesia.
La iglesia es justo lo que se necesita para los momentos de desánimo, porque es en ese espacio donde Dios nos levanta. Cuando caminamos en una relación en círculos, encontramos familia y crecimiento.
Apocalipsis, una revelación de Cristo
Sebastían Liendo: Usted menciona en sus podcast sobre Apocalipsis, explica algo que para mi es importante y es que el Apocalipsis no es sobre temor, sino que habla de la revelación de Jesucristo ¿Cómo podemos explicar eso nosotros hoy en día?
Robert Barriger: “Yo creo que una de las tácticas de Satanás es tratar de confundirnos con el Libro de Apocalipsis”. Este no es un libro sobre los últimos días, sino que incluye los últimos días. Pero en Apocalipsis 1:1 muestra el propósito del libro, que es la revelación de Jesús.
La palabra revelación son dos palabras griegas: “apocalíptico”; “Apo”, y se traduce a “velo» y “elíptico”, es quitar o desvelar, entonces cuando hablamos de la revelación de Jesús, hablamos de un desvelo, como hace un artista de una obra, que quita el velo para que se vea.
Lo hermoso es que en el Apocalipsis no vemos a Jesús como fue aquí en la tierra, lo vemos como es hoy día, el Anciano de Días (Daniel 7). El fue el cordero de Dios pero hoy es el León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores.
A veces yo le digo a la gente “Cierra tus ojos y piensa en Jesús” y todos piensen en un hombre de 33 años, en el Mar de Galilea, con una oveja o en la cruz.
Y yo les digo que ese fue Jesús, El Hijo del Hombre. Pero hoy es el Anciano de Días, hoy en día el Cordero de Dios, hoy es el León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores.
Ahora su pelo no es marrón, sino que en apocalipsis describe que es blanco como la nieve, que tiene ojos de fuego y pies bruñidos. En otras palabras, este es Jesús hoy, y cuando nos damos cuenta de esto somos más que vencedores.
Juan pensaba que lo conocía y lo conocía más que cualquier otro, pero luego vio a Jesús en su forma Eterna. Esto se relaciona con lo que describe Daniel que dice, «El Anciano de Días o el que es más Anciano que días, o el que es Eterno».
Jesús se desvistió de la eternidad, se vistió en piel de hombre y caminó entre nosotros, pero luego de la cruz volvió a vestirse de eternidad. Y cuando Juan lo vio así, cayó como muerto.