Una de las definiciones de éxito que más me gustan lo describe como: “resultado feliz” y esto sin duda es algo que todas queremos cuando encaramos un proyecto, tomamos una decisión o nos disponemos a comenzar algo nuevo.
El libro de Proverbios está repleto de enseñanzas al respecto, es más, uno de sus propósitos es que tengamos una vida exitosa: “El propósito de los proverbios es enseñar sabiduría y disciplina, y ayudar a las personas a comprender la inteligencia de los sabios.Su propósito es enseñarles a vivir una vida disciplinada y exitosa, y ayudarles a hacer lo que es correcto, justo e imparcial”, Proverbios 1:2-4. NTV.
Una mujer saludable emocional y espiritualmente espera que le vaya bien, desea prosperar en lo que emprende en cada área de su vida, entiende que el éxito no siempre es ausencia de fracaso, sino que los fracasos pueden convertirse en oportunidades y plataformas de activación para superarse y avanzar.
Me he encontrado con que en ciertos círculos se evita tocar el tema y hablar de éxito provoca reticencia y resistencia. El planteo de ser “mujeres exitosas” es tomado como sinónimo de superficialidad y hasta “mundanalidad” creeme, no estoy exagerando.
En otros ámbitos se contempla y apoya con esmero a las personas cuando atraviesan tiempos difíciles o fracasan en sus planes (¡y qué importante es desarrollar empatía y compasión!) pero al mismo tiempo que se acompaña en el fracaso a unos, se encubren, minimizan y hasta envidian, las victorias de otros. Para muchas personas resulta más fácil llorar con el que llora que reír con el que ríe.
¿Será porque arrastramos por generaciones una cultura religiosa en la cual se asocia necesariamente a la humildad con el fracaso? ¿Será que nos da miedo vivir en un entorno social cada vez más “exitista” que en el afán por el logro y en su hambre por la inmediatez de resultados nos empuja a una visión temerosa que termina siendo como la del árbol que nos tapa el bosque?
¡Cuántas mujeres le tienen miedo y hasta ponen resistencia al éxito! No porque no deseen avanzar, sino porque sienten culpa al hacerlo. Tal vez aprendieron o abrazaron un enfoque de vida en el que pareciera que se es “más espiritual” cerca del fracaso que del éxito. Por ahí creen que transitar por pruebas y derrotas es “la única manera” en la que Dios nos procesa y nos transforma. Hay otras que luego de la expectativa fallida de que los demás se alegraran con sus éxitos decidieron cerrar el corazón y dejar de compartir lo bueno.
Puede haber muchos motivos pero ¿sabés? frente a los escenarios anteriores, siempre encontrarás gente lista para juzgarte, criticarte o malinterpretarte, otra que estará contenta con tus fracasos y envidiosa de tus éxitos, pero también habrá quienes te alentarán y se alegrarán con vos. Entonces, ¡que nada te limite! ¡Sé vos de las que ríen con los que ríen! De las que son capaces de disfrutar los éxitos de los otros de todo corazón, porque en esto también vamos a cosechar lo que sembremos.
«A veces los éxitos provendrán de fracasos transformados en oportunidades, en los que experimentaremos la intervención de Dios de una manera clara y puntual».
Mayra Djimondian
Otras veces nos lanzaremos por fe a nuevos desafíos y avanzaremos victoriosas en el camino. Sea cual fuere la experiencia, ocultarla o minimizarla nos cierra la posibilidad de ser libres para disfrutarla e incluso de inspirar a otros a partir de nuestro testimonio.
¡Como si fuera un pecado tener éxito en lo que emprendemos! Como si Dios no nos hubiera diseñado con la capacidad de soñar, de proyectar, de tener expectativas positivas, con impulso para superarnos, determinación para avanzar y habilidad para trabajar en las distintas áreas de nuestra vida para ser mujeres exitosas.
Por eso, creo que el quid de la cuestión está en el enfoque que le demos al tema, en el significado que le asignemos a “éxito” y en nuestras motivaciones más profundas. Fíjate que en el texto bíblico que compartimos, éxito va de la mano de disciplina, inteligencia, sabiduría, y justicia. Probablemente coincidirás conmigo en que el verdadero éxito no se trata de tener o adquirir más cosas para ser felices, ni de correr detrás de la zanahoria de la abundancia y la apariencia que propone este sistema.
No sé cómo lo vivís vos, en lo personal creo que éxito, “resultado feliz”, a la luz de la Biblia tiene que ver con ser las mujeres que Dios quiere que seamos, hacer lo que Dios quiere que hagamos y estar donde Dios quiere que estemos. Desde esta perspectiva quiero ser exitosa, porque creo de corazón que como mujeres de fe, centradas en Cristo, todo lo que somos, hacemos y tenemos es por y para Él.
Querida amiga, te invito a repensar en este tema desde una perspectiva que te permita ser libre de prejuicios y creencias sin fundamento. ¡Ampliá tu mirada! Hay un plan y un propósito de Dios para vos, en el cual Él espera que seas una mujer de éxito, que te vaya bien en lo que emprendas y seas bendecida para bendecir.
Me despido compartiendo estas palabras del salmista, deseosa de que sean una realidad en tu vida:
“Que él conceda los deseos de tu corazón y haga que todos tus planes tengan éxito.Que gritemos de alegría cuando escuchemos de tu triunfo y levantemos una bandera de victoria en el nombre de nuestro Dios. Que el Señor conteste a todas tus oraciones". Salmos 20.4-5