Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente (Josué 1:7). Este verso es de esos que te aprendes al poco tiempo de llegar a la Iglesia, junto a Génesis 1:1, Salmo 23 y Juan 11:35, pero estas palabras tuvieron aplicaciones y grandes consecuencias en mi vida y ministerio, a diferencia de las otras.
Les cuento
La primera vez que me enfrenté con el significado profundo de este versículo, sucedió con un evangelismo, estando en un barrio de la periferia de Santiago de Chile, junto a niños, jóvenes y algunas familias, con las cuales estábamos haciendo una “hora feliz”, y yo era quien lo estaba dirigiendo.
Todo marchaba bien, hasta que Dios nos guió a salir en parejas para ir y hablarles a la gran cantidad de vecinos que habían visto cada obra de teatro, canción, y prédica, desde la puerta de sus casas. Miraba a mi alrededor y cada pareja se despedía de mí con una sonrisa y mucha expectativa de lo que Dios haría en esta comunidad marginal. De pronto un niño de no más de 7 años, se me acerca y me dice muy serio:
-¿Hablaron con el Charly para eso que van a hacer?
-¿Y por qué tendría que hablar con el famoso Charly para hablar de Jesús con los vecinos?
-Porque él es el dueño de esta calle… – Lo dijo todo en un tono desafiante
-Mire…Ahí está.
Al verlo, me di cuenta de que tendría que ir y hablar con el traficante del barrio. La boca se me secó de inmediato, y por un momento sentí como todas las miradas de nuestro equipo estaban sobre mí. El Charly estaba vendiendo droga en “su calle”, junto a dos tipos tan feos como él. Creí ver un arma en la parte de atrás de su jeans y les prometo que no pude dar un paso más.
¿Los primeros cristianos tuvieron miedo de ir y hablarles a soldados romanos? Y yo, ¿era irresponsable al haber llevado a toda esa gente a un lugar tan peligroso? Diez preguntas por segundo y mi pareja que me estaba esperando para ir.
-Tiene que pedirle permiso.
Hermanos, desde ese día creo sinceramente que el diablo a veces puede usar a un jovencito.
De pronto escuché claramente este verso. Lo repetí dos veces más. Incluso llegué a decirlo en forma diferente: Miguel, Dios te manda, no seas vago ni cobarde.
Así que me atreví a ir donde el dealer del lugar. Al dar el primer paso, el niño salió rápidamente en su bicicleta y sucedió el milagro… No, el niño no cayó al suelo. El Charly, en su esquina de traficante, me mira y salió rápidamente por el callejón hacia otro lado.
-Bien -dije– Vamos con todo a predicar puerta a puerta.
Fue maravilloso lo que Dios hizo en medio de ese lugar, usando a familias enteras, compartiendo el mensaje de salvación.
¿Qué hubiera sucedido si yo hubiese sido un cobarde? ¿Si me hubiese quedado de pie sin hacer nada?
En todos los años en que he estado sirviendo al Señor he podido ver en muchos de nosotros cómo el miedo, ese que experimentamos cuando escuchamos el mandato de Cristo para ir y hacer lo que él nos pide, nos paraliza y atrapa.
Claro, el miedo es una reacción natural de nuestra carne, que va en contra de la voluntad de nuestro Dios. Enfrentarlo no es solo una buena idea, es una orden.
El mejor y más grande ejemplo es Cristo, quien tuvo el valor de obedecer al Padre, en diversas situaciones, enfrentándose al grupo religioso y político de su tiempo, además de debatir y confrontar ideas en Sinagogas, las cuales tenían atrapada la mente y el corazón de la sociedad israelita del siglo I (Lucas 14:1-6).
La obra misionera puede ser detenida de forma particular, y uno de los enemigos es el miedo.
Por otra parte, si escuchamos al Espíritu Santo y le obedecemos, avanzando y enfrentando el miedo, Dios se llevará la gloria, personas oirán el Evangelio y tu fe crecerá, porque experimentarás: ¡Dios es poderoso!
Y esto fue lo que vivimos como equipo misionero en la nortina ciudad de Iquique, en Chile, más específicamente, en el pueblo de la Tirana, lugar donde hace más de 150 años se celebra por 10 días, la fiesta católica más grande del país, en honor a la virgen del Carmen.
Nosotros llegamos en el año 2012 con un grupo de jóvenes para levantar la comunidad misionera de Juventud Con Una Misión en la ciudad. Pudimos darnos cuenta de que toda la región, al llegar el mes de julio, vive en torno a esta fiesta. Más de 250.000 personas se trasladan a dicha localidad para vivir esta fiesta de fervor popular.
Desde que llegamos Dios nos comenzó a dar una carga por todas aquellas personas: “¿Quién irá? ¿Quién les hablará de mí?” Mi primera reacción, soy honesto: miedo, pánico. “¿Nosotros? ¡No, Señor!”.
El último intento que se realizó por llevar la luz del Evangelio en dicho lugar de parte de un grupo cristiano evangélico fue todo un desastre, provocando un dolor que dura hasta el día de hoy como un mal recuerdo.
¿Qué podíamos hacer? No teníamos dinero, poca experiencia en el campo misionero, y yo pensando una y diez veces ¿Era responsable de mi parte el querer hacer algo durante esta fiesta?
Lo único que hicimos fue orar, y como niños pequeños nos acercamos y preguntamos: ¿Esto es idea tuya, Señor?
Fue así que el año 2012 hicimos caminatas de oración y pusimos una pequeña mesa para ofrecer agua y rezar por las personas. Al año siguiente, invitamos a varios amigos de otras iglesias quienes se nos unieron, y volvimos a hacer esta estrategia, pero dentro del Santuario. Finalmente, en el año 2014, junto a muchos hermanos de distintas partes de Chile, con mucho temor eso sí, realizamos un gran evangelismo, durante los diez días de la fiesta, donde levantamos un centro de atención de salud gratuito al frente del santuario, con doctores y enfermeras, además de dar consejería, orar por los enfermos, limpiar las calles, trabajo con niños, repartir agua, y mucho más. Como guinda de la torta, recibimos de parte de cientos y cientos de católicos, mucho cariño, amor y sanidad por lo acontecido años de parte de aquel grupo cristiano evangélico.
¿Cómo fue posible?
Miramos a Jesús, le preguntamos: ¿Eres tú, Señor? Y obedecimos.
Dejar el miedo y avanzar.
Tal como lo hizo Josué, después de oír aquella palabra de parte de Dios.
Miguel Ángel y Yasna Hernández son misioneros de Juventud Con Una Misión, sede Transforma, en Santiago de Chile. Han servido por más de 19 años en más de 10 países. Actualmente, junto con servir en JUCUM en entrenamiento en misiones urbanas, dirigen una Fundación de ayuda y asistencia humanitaria, y trabajan con jóvenes en diversos colegios no cristianos, brindando ayuda y consejería.