«Lloré por morir en uno de los videojuegos y después falté al funeral de una tía a la que quería mucho». Esas fueron las palabras de Joaquín, un adulto de 47 años.
«Estuve siete años jugando a videojuegos en bata y sin salir de casa», Billy Brown, 27 años.
Aunque te parezca increíble, estos son algunos de los tantos testimonios que existen, lo cual nos hace pensar: ¿Dónde está el límite entre ser un jugador apasionado y estar obsesionado?
Pues, si aún no lo sabías, en 2018 la Organización Mundial de la Salud reconoció la adicción a los videojuegos como un trastorno más, es decir, fue catalogado como un desorden de salud mental.
Obviamente, sería injusto etiquetar a los gamers como «enfermos mentales» por el simple hecho de pasar muchas horas jugando, o peor aún, querer arruinar los sueños de todos aquellos que aspiran ser jugadores profesionales. Sin embargo, se debe marcar un límite a este fenómeno, ya que, al convertirse en un pasatiempo excesivo, interfiere en la vida personal o, como diría mi madre: «Todo en exceso hace daño».
Ahora bien, si no eres capaz de controlar el tiempo que dedicas al juego o se te hace muy difícil sacar de tu mente ese pensamiento de «querer seguir jugando», pues algo anda mal.
Lo primero que debes saber es que no existe un perfil definido, es decir, no importa si eres hombre o mujer ni la edad que tengas, esto puede atrapar a quien sea, y es de vital importancia diagnosticarlo a tiempo.
Para lograr identificar este trastorno, es importante que estés pendiente de los siguientes síntomas, aunque si cumples con estos requisitos no significa necesariamente que seas un adicto a los videojuegos —al menos hasta que lo confirme un psicólogo—, pero sí son un llamado de atención porque las cosas podrían empezar a empeorar.
Síntomas
Aislamiento social: Dejar de lado otras actividades, ya sean sociales, familiares o profesionales, para quedarte en casa jugando.
Pérdida de la noción del tiempo: No lograr establecer una hora para dejar de jugar o ser incapaz de querer hacerlo.
Dolores posturales: Pueden ser en la espalda, las manos o los muslos.
Ira incontrolable: Frustración o enojo a causa de ser interrumpido durante una partida o ser vencido en esta, llegando incluso a golpear objetos o personas.
Tratamiento
No compres más videojuegos: tu cerebro quiere nuevos estímulos para seguir la diversión, así que jugar siempre lo mismo “lo aburre”, por ende terminarás dejándolo.
Empieza un nuevo hobby: esto te ayudará a romper el ciclo del juego y generarás otro tipo de pensamientos estimulantes.
Limita el tiempo: no cortes en seco la posibilidad de jugar, pero sí ve haciéndolo poco a poco, restándole más tiempo a medida que van pasando los días.
Busca ayuda profesional: si ves que los pasos anteriores no funcionan, recurre a un psicólogo o grupo de ayuda. La idea es que no te sientas solo en medio de esta lucha.
Recuerda que un verdadero gamer sabe cuándo parar, sabe cómo aceptar una derrota y, sobre todo, sabe muy bien la importancia que tienen las personas a su alrededor.
Sé consciente y hazlo correctamente.