En el artículo anterior reconocimos nuestras motivaciones personales para iniciar hábitos saludables, hoy compartiremos unas recomendaciones para organizar una rutina teniendo en cuenta nuestras posibilidades.

  • Época del año. En países donde tenemos durante el año las cuatro estaciones bien definidas, éstas nos dan la posibilidad de variables y cambios. La temperatura, los horarios de luz solar, nivel de humedad, etc., son aspectos a tener en cuenta. A su vez, hay festejos y momentos sociales que también determinan la intensidad desde lo social o laboral; por ejemplo, las vacaciones. 

Te recomiendo que tomes papel y lápiz y que, en base a una línea de tiempo, puedas indicar de enero a diciembre los meses y momentos a resaltar. Ello te ayudará a visualizar que no podremos mantener la misma intensidad y horario durante todo el año, también traerá un grado de conciencia para que identifiques tus posibilidades en la organización anual, ¡te sorprenderá como el tiempo te rendirá!   

  • Entender que se puede explorar en el año diferentes alternativas de la actividad física lo hace más interesante. Con base en la línea de tiempo que venimos trabajando, hacer una “tormenta de ideas” (si tienes con quién hacerlo, ¡mejor!), te ayudará a apreciar los recursos que tienes a disposición: circuitos para salir a trotar o caminar, natatorio, gimnasio, el fondo de casa, club deportivo o iglesia que tenga una propuesta deportiva, amigos que te inviten a un partido, bicicleteada, remo, etc. Tener la libertad para variar el ejercicio le va a dar al organismo un sinnúmero de habilidades, adecuaciones y logros.
  • Entender cuál es tu mejor horario para realizar actividad física. Cada uno sabe cuándo tiene más energía para determinadas actividades, respetar este reloj biológico y valerse de él no solo te dará un mejor conocimiento de cómo has sido creado, sino que potencializa lo que hagas. Te animamos, teniendo en cuenta tus horarios, la cantidad de días en que estás dispuesto a desarrollar con cierta regularidad la actividad física. 

Otro aspecto importante es tomar conciencia de tu edad y las posibilidades o limitaciones que tienes al respecto. 

  • Tener a alguien como apoyo emocional, el cónyuge, hermano, amigo, hijo, o un compañero de trabajo que te sirva de apoyo emocional. ¡Todos lo necesitamos en alguna medida!  De esto no se habla mucho, pero es esa persona que te felicita, que se interesa por ti sin ánimo de criticar, sino de reconocer la decisión que has tomado de evitar el sedentarismo. Este apoyo es un aspecto muy importante para aquellas personas que aún no han creado el hábito. Piensa ¿quién podría ser esa persona, la identificaste? Habla con ella, exprésale tu agradecimiento y lo importante que es para ti. Ya no estás solo, tienes un amigo en tu tiempo de actividad física, aunque viva en otra ciudad. 

¿Cómo ha quedado confeccionada tu línea de tiempo para la actividad física? (contemplando la época del año, explorando diferentes alternativas, tu horario biológico, el apoyo emocional)

Tres recomendaciones:

  • Comparte la línea de tiempo con un profesional de la salud y de la actividad física. A partir de sus observaciones, hazle los ajustes necesarios.
  • Coloca la línea de tiempo en un lugar donde la puedas visualizar con regularidad (heladera, escritorio de trabajo, etc.). No solo es una ayuda memoria y motivación personal, sino que quizás otros, cuando la vean, también quieran realizar la suya propia por inspiración de tu iniciativa.
  • Tómate este tiempo para ti. Valorar que la actividad física pasa de ser una obligación a un tiempo personal y privado, te ayudará a ser consecuente y a animarte. Si llegase a suceder que han pasado varios días sin seguir lo planeado, simplemente retoma y no te culpes por haberlo abandonado por un tiempo. ¡Siempre hay una segunda oportunidad!