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Teoría número 4: La comunidad del discípulo amado

La última hipótesis afirma que la mano detrás del cuarto evangelio no es tanto una persona, sino un grupo de personas: una comunidad guiada por una figura conocida como “el discípulo amado”. Esta teoría puede sonar un poco extraña, pero ha recibido mucho apoyo de los biblistas en las últimas décadas.

Vamos a leer de nuevo el versículo con el que empezamos «El discípulo amado es el que da testimonio de todos estos sucesos y los ha registrado en este libro; y sabemos que su relato es fiel» (Juan 21:24). Esta es la única evidencia de autoría en todo el evangelio. Y de este versículo podemos aprender 2 cosas. En primer lugar, que hubo un testigo presencial de la historia conocido como “el discípulo amado”; ese es el testigo que estuvo sentado junto a Jesús en la última cena (ver Juan 13:21-28) y lo acompañó a los pies de la cruz (ver Juan 19:25-27). Pero la segunda cosa es interesantísima: el versículo dice «sabemos que su relato es fiel». O sea: “nosotros sabemos”, primera persona del plural. ¿Quiénes son estas personas que dicen “sabemos”?

En pocas palabras, digamos que, además del testimonio presencial del discípulo amado, hay una comunidad que respalda su testimonio. Algunos biblistas afirman que la forma final del evangelio, el texto tal como nosotros lo leemos, fue elaborado por esta comunidad del discípulo amado.

Es un buen momento para preguntarnos: ¿por qué el cuarto evangelio es tan diferente de los otros tres, Mateo, Marcos y Lucas? ¿De dónde vienen esas diferencias tan grandes entre Juan y los sinópticos?

Acá entramos un poco en el plano de la especulación, así que vamos a tomarlo con cuidado. Sin embargo, muchos biblistas encuentran buenos argumentos para afirmar que las diferencias entre Juan y los sinópticos se deben a que la comunidad del discípulo amado fue un grupo cristiano que se distanció un poco de la tradición apostólica principal, o sea, la que leemos en el libro de Hechos, en las cartas de Pablo, Pedro o Santiago.

¿Y de dónde sale esta interpretación? Sobre todo, de dos elementos. En primer lugar, de una cuestión lingüística. A diferencia del resto del Nuevo Testamento, en el cuarto evangelio no aparece nunca la palabra “apóstol”. Cuando leemos el resto del Nuevo Testamento, los doce apóstoles ocupan un rol muy importante en la historia de la salvación y de la Iglesia. Marcos dice, por ejemplo, que Jesús «nombró a doce y los llamó sus apóstoles. Ellos lo acompañarían, y él los enviaría a predicar y les daría autoridad para expulsar demonios» (Marcos 3:14,15). Pero en el cuarto evangelio, no importa tanto el título o el rol de los apóstoles, la cuestión “institucional”, podríamos decir. Más bien, lo importante es que las personas estén unidas a Jesús, que dijo: «yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada» (Juan 15:5).

En segundo lugar, es muy notable que el apóstol Pedro, el gran representante de la tradición apostólica, sea presentado en el cuarto evangelio con un tono bastante crítico. Mientras el discípulo amado reposa en el pecho de Jesús, Pedro está sentado lejos (ver Juan 13); mientras el discípulo amado está en la cruz junto a Jesús, Pedro lo niega y se esconde (ver Juan 19); mientras el discípulo amado reconoce a Jesús a la distancia, Pedro ni se da cuenta (ver Juan 21). Pareciera que, al lado del discípulo amado, Pedro entiende todo mal. ¿Será que esto apunta a ciertas diferencias teológicas que existían entre la comunidad del discípulo amado y el resto de la tradición apostólica? Muchos biblistas dicen que esto es muy probable.

¿Y en qué consistían esas diferencias teológicas? Como es obvio, en un video como este no me puedo meter en los detalles técnicos. Pero hay un montón de bibliografía que les dejo en la descripción. Sobre todo, les recomiendo un libro fantástico que se llama “La comunidad del discípulo amado”, escrito por Raymond Brown. Y obviamente, también les recomiendo que si aún no se decidieron, no se pierdan el curso que voy a dar. Pueden encontrar toda la info necesaria en el link de la descripción.

Solo para abrir el apetito te tiro 3 ideas. Cuando leas el cuarto evangelio, prestá atención a lo siguiente. En primer lugar, a su cristología (o sea: cómo habla del Señor Jesús); desde el comienzo del evangelio leemos que Jesús es el Logos, el Verbo, la Palabra. «El Logos estaba con Dios, y el Logos era Dios» (Juan 1:1). En segundo lugar, prestá atención a su eclesiología (o sea: qué características debe tener la iglesia); en este evangelio, la gran característica de los discípulos de Jesús es el amor. El gran mandamiento, el más importante, es: «ámense unos a otros de la misma manera en que yo los he amado» (Juan 15:12). Y en tercer lugar, presten atención al rol y el valor que Jesús da a las mujeres; contrariamente a todas las expectativas de la época, la misión de evangelización no empieza con los doce apóstoles, sino con una mujer, que para colmo, era samaritana: «Muchos samaritanos de esa aldea creyeron en Jesús, porque la mujer había dicho: “¡Él me dijo todo lo que hice en mi vida!”» (Juan 4:39).

¿Conclusión?

Cada uno de nosotros puede elegir la teoría que le parezca más adecuada: que fue el apóstol Juan, el anciano Juan, que fue Lázaro de Betania o que fue una comunidad guiada por discípulo amado. Incluso hay otras teorías que yo no traté en este video. De cualquier manera, todos estos esfuerzos son necesarios para intentar captar los detalles de este evangelio tan hermoso.

Quizás algunos han llegado hasta acá y todavía se preguntan: ¿por qué es tan importante saber quién escribió un libro? ¿Acaso ese dato cambia su contenido? Para responder esa pregunta quiero contarles acerca de un cuento de Jorge Luis Borges que me encanta; se llama: “Pierre Menard, autor del Quijote”. En este cuento Borges se pregunta: ¿Qué pasaría si Don Quijote hubiera sido escrito, palabra por palabra, por otro autor? El Quijote fue escrito por Miguel de Cervantes en la España de principios del siglo XVII; ¿Qué pasaría si en vez de eso hubiera sido escrito tal cual por un autor francés llamado Pierre Menard trescientos años después? La conclusión a la que llega Borges es inevitable: cuando asociamos un texto con un autor, cambia completamente nuestra forma de leer el mismo texto.

En otras palabras: si leemos el evangelio creyendo que lo escribió el apóstol Juan, vamos a interpretar todo lo que dice bajo esa luz. Pero si partimos de otra hipótesis, muchos sentidos del texto van a cambiar. Eso es lo fascinante de leer y releer la Biblia: cada vez que aprendemos algo nuevo, que entendemos un aspecto literario o descubrimos algún detalle histórico, nuestra lectura cambia. Y si cambia nuestra lectura, cambiamos nosotros.

Y vos, ¿con cuál de estas cuatro teorías te quedás? ¿Cómo cambia tu forma de leer el evangelio después de todo lo que aprendiste en este video? No te vayas sin dejar tu comentario y si podés, no te pierdas el curso sobre el evangelio de Juan. En este link está toda la información y la inscripción. Y acá te dejo una prédica sobre ese personaje maravilloso que fue el discípulo amado. Gracias por quedarte hasta el final. Nos vemos en el próximo video.

Lucas Magnin
Lucas Magninhttp://www.lucasmagnin.com/
Nació en Argentina. Es Magíster en Teología, Licenciado en Letras Modernas y tiene una Laurea en Comunicación. Desde hace años, busca relacionar de manera honesta la fe, el arte, la cultura y la academia. Entre sus libros se cuentan "Arte y fe. Un camino de reconciliación", "La traición suprema: triunfo y vergüenza del cristianismo en el poder" y "Cristianismo y posmodernidad. La rebelión de los santos". Como cantautor, ha publicado dos discos —"Inocencia" y "Experiencia"—. Está casado con Almendra e intenta todos los días seguir las pisadas de Jesús.

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