No hay que tenerle temor a las circunstancias que están descontroladas, sino a la falta de dominio interno. Todo empieza y acaba dentro de nosotras.
La persona que desespera pierde el control sobre lo que le sucede. Las cosas a nuestro alrededor pueden estar mal, salidas de contexto, inmanejables, pero mientras puedas mantener la calma en tu interior, todo estará bien.
Somos las dueñas de nuestro destino, porque solo nosotras podemos decidir dejarnos arrastrar por los problemas o persistir, pase lo que pase. No le entregues el control de tu vida a tu problema, mantén la esperanza y verás que siempre es posible hallar una salida.
Alimenta tu vida con expectativa. Se requiere de la esperanza sincera y del deseo del hombre, como base sobre la cual Dios pueda obrar, y recuerda lo que dice la Biblia: «Lo que el justo desea, eso recibe». Cuando tenemos un deseo ardiente y una esperanza de recibir lo que anhelamos, Dios extenderá su bendición hacia nosotros y nos librará de nuestras enfermedades y quebrantos. Para ello toma la decisión de querer estar bien, y de tener siempre esperanza. Entonces, tu esperanza se convertirá en fe, y realmente experimentarás el milagro de Dios que tanto estás buscando.
“Lo que más teme el malvado, eso le sucede, pero al justo se le cumplen sus deseos”, Proverbios 10:24.
Mujer, tienes que salir adelante. No continúes parada en lo que no tienes, no sigas fijada a tus frustraciones, al dolor, a la pérdida, a la falta de trabajo, a la poca salud, a los problemas con tu marido o con tus hijos. Atrévete a mirar la vida a través de los ojos de Dios, y podrás comprobar que tus recursos son infinitos. Dios puede hacer aquellas cosas que para nosotras son imposibles. Existen cosas que la mente humana no puede comprender, pero si quieres experimentar su milagro, tendrás que animarte a creer. Esto conlleva una lucha entre la razón y la fe, ¿cuál de las dos ganará? Esa es tu decisión, mi mejor consejo es: ¡No te rindas!
“Pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse”, Isaías 40:31.