El propósito de Dios con la redención es producir una especie completamente nueva por medio del nuevo nacimiento, réplicas de Cristo con quienes compartirá su gloria y su dominio.
En medio de una gran tormenta no es el riesgo a mojarse lo que ocupa nuestras mentes, se trata de una cuestión de supervivencia: vivir o morir, sin opciones intermedias.