así como los discipulos en la tempestad solemos cometer el error de medir el grado de preocupación de Dios por nosotros de acuerdo a
cuán fuerte esté lloviendo.
Corremos un riesgo en este tiempo tan cinematográfico: que nuestro corazón quiera transitar los procesos de dificultad conforme a esa narrativa. Spoiler: Es una batalla perdida.