Llegó fin de año, los cierres de etapas, las fechas festivas, la emoción de las vacaciones, la libertad de los estudios o el trabajo… pero no todo es felicidad.
Nos proponemos metas a lograr el próximo año, haciendo algo diferente y mejor que el anterior, de manera de no ver solo las crisis sino invertir para la eternidad.
Esta frase ha circulado y aun sigue vigente en muchos portales. Da anuncio a la llegada de un nuevo año y con él, oportunidades nuevas para alcanzar nuevos sueños y objetivos.
Como iglesia podemos no solamente sembrar el espíritu navideño de forma correcta sino también recordar que Jesús vino a este mundo para salvar a gente de toda lengua, tribu y nación.
Hace unos meses hablaba con un colega pastor que me dijo de manera tajante “en la pandemia, las iglesias grandes se harán más grandes y las pequeñas serán más pequeñas”.