Sullivan es una banda de pop-punk/easycore que nació en el año 2014 en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Conformada por Isaac Rosales (voz y bajo), Martín Lucindo (guitarra), Erik Claros (guitarra) y Sam Baez (batería), logró llevar la escena del under a un nivel superior en cuanto a la calidad de sus producciones, no solo musicalmente, sino también en el material audiovisual.
Sus letras están cargadas de ideales cristianos, pero también fáciles de digerir en el ambiente secular, el cual coparon por su originalidad, creatividad y por la fiesta que caracterizan sus presentaciones.
En un año atípico para el mundo de la música, Isaac nos cuenta cómo atravesaron este período y la manera que encontraron de seguir activos y cerca de su público. Durante la pandemia lanzaron tres nuevos temas, videoclips, feats junto a Lucas Casina (Sentencia Previa), Seba Liendo (Fila 9), Misii Amaría (Corto Plazo), entre otros.
LC: A juzgar por los entornos en los que se mueven, ¿a qué crees que se debe que su música sea más valorada dentro del ámbito secular que del cristiano?
IR: La verdad está muy repartido; aún hay gente que se sorprende cuando se dan cuenta que no le estamos hablando a una chica, sino que le estamos hablando a Dios. Y pienso que se debe justamente a esos ambientes “turbios” en los cuales hemos estado tocando.
Nosotros, cada vez que nos reunimos con la banda, decimos “vamos a eso, vamos a meternos en la frontera y arrancar de los pelos a las personas que podamos”. Es una forma de llegar a los que no conocen a Dios para que lo conozcan. Si Él me dio la habilidad para tener afinidad con otra gente lo voy a aprovechar.
Isaac nos cuenta que, en un principio, cuando la banda se formó querían ser cristianos “que hacían todo bien”, pero con el correr del tiempo se fueron dando cuenta de lo difícil que podía llegar a ser mantener en pie todas sus convicciones. En un momento, cuando las juntas empezaron a cambiar, ellos también cambiaron. Y se cuestionaban, si Dios los estaba enviando a un lugar, ¿por qué ellos “hacían cualquiera”?
LC: ¿A qué te refieres con que “la junta empezó a cambiar”? ¿A los vínculos que generaban?
IR: Claro, ya no tocábamos en una reunión de jóvenes y salíamos a comer con el hijo del pastor. Estábamos en camarines donde de pronto las otras bandas se ponían a fumar marihuana. Era otro mundo, dentro del cual tal vez éramos los más sanos, pero a su vez me di cuenta y me cuestioné que no estábamos haciendo nada para cambiarlo, para afectarlos.
Soy cristiano desde que nací, pero mi encuentro real con Dios fue el año pasado. Cuando creces en la iglesia piensas que todo ya lo sabes y sin embargo no era así. Hasta que un día Sebastián Liendo (Fila Nueve) me invitó a su iglesia y hablaron del pecado de una manera que me tocó realmente y entendí que estaba en la categoría de los que dicen “Señor, Señor” y al llegar al cielo Él no los conoce.
LC: De todas formas, qué genuino de tu parte, ser honesto contigo mismo es el primer paso para cambiar.
IR: Sin dudas, pienso así. Muchas veces es más difícil que te enseñen algo que vienes escuchando toda tu vida, a diferencia de ser de un lugar totalmente ajeno, donde nunca oíste de Dios. En ese caso, lo conoces y decides recibirlo y transformar tu vida. Cuando naces en la iglesia esa decisión que das por hecha a veces se vuelve en tu contra.
Hoy en día estamos bien, donde tenemos que estar, mostrando a Jesús, incluso cuando hacemos silencio.
LC: Entrado el año 2019, no quiero hablar a nivel país, pero sí a nivel provincia de Buenos Aires, fue muy notorio cómo la escena under comenzó a decaer. Tanto por una cuestión económica en donde las bandas no lograban solventar las producciones o los conciertos, como también desde lo vincular, desintegrándose una a una.
Sin embargo, en el caso de Sullivan, tuvieron un crecimiento exponencial. ¿Aprovecharon este momento de deserción de las bandas para abrirse camino? O ¿por qué crees que sucedió que hoy, año 2020, uno de los años más complicados para todos, ustedes permanecieron y se renovaron sacando más de cuatro sencillos con producciones audiovisuales?
IR: ¡Es muy loco! Nosotros desde el 2019, como banda, vivimos un proceso muy grande en cuanto a nuestra identidad, cada uno en su medida.
Estábamos preparando algo muy grande. En lo que fue el EP Quizás no haya mañana, es el proceso del nuevo nacimiento cantado en tres temas. Si lo escuchas sin prestar atención son muchas frases flasheras, pero en realidad tienen un sentido de todo nuestro trayecto. Todo eso que elaboramos en 2019 logramos compactarlo y largarlo en 2020 a un nivel audiovisual buenísimo, con buenos videos, y creo que eso hizo la diferencia.
En marzo de este año teníamos un recital programado que iba a ser increíble, con muchas expectativas, inversión y merchandising que queríamos mostrar. Un día antes se decretó la cuarentena y tuvimos que cancelar, sin embargo, no nos desanimamos y seguimos adelante; generando contenido. ¡El sábado pasado grabamos todo un recital usando chroma key!
LC: Bueno, el nuevo sencillo Pandemialls, es un claro ejemplo de eso. Es interesante la contemporaneidad no solo en lo obvio del suceso, sino haciendo referencia en lo audiovisual a todas las Apps que hoy son usadas por esta Generación Y. Son producciones muy acertadas y muy elaboradas. ¿Es todo autogestionado?
IR: ¡Sí! Te diría que en un 90% autogestionado. El EP por ejemplo lo armamos en mi casa, mientras comíamos pizza, paveando hasta el amanecer y grabando las distintas cosas que surgían. Para lo único que no llegábamos con el conocimiento era para la masterización, y eso lo dejamos en otras manos para que salga bien.
Pero todo lo audiovisual lo pensamos nosotros. Junto con Martín Lucindo (guitarrista) imaginamos muchas de las cosas que después yo dibujo y se transforman en un video. Pero siempre el pensamiento es reírnos y pasarla bien, si algo nos va a hacer sufrir o estresarnos, no lo hacemos. Pandemialls fue un momento de creatividad puro, no nos pusimos a pensar qué hacer, o un estudio de mercado. Simplemente fluyó y es lo que hoy ven.
LC: ¿Tú compones?
IR: Sí, en conjunto con la banda, encontramos un equilibrio a ese nivel. Este último año, Erik Claros (guitarrista) fue padre y eso lo mantuvo más ocupado y es entendible, pero siempre fue muy comprometido en todo. Así que entre los tres que quedábamos, se hizo muy común que nos juntemos a hacer canciones.
Se retrasó mucho el grabar Pandemialls, por ejemplo, porque nos dispersábamos componiendo otras canciones, en vez de encarar la grabación de una vez. Samuel Baez (baterista) cada tanto me escribe y me cuenta arreglos que pensó, todos estamos muy metidos en componer. El proceso creativo de Sullivan este año me da mucha risa, y no sé por qué, pero funciona (se ríe).
LC: En este proceso creativo que mencionas, desde las letras, la música o lo visual, ¿cuáles son esos lugares comunes en los que evitan caer?
IR: Evito usar palabras como: “paloma”, “santo”, “sublime”, “heme aquí”, “llévame allá” ( risas). Siempre tratamos de no caer en ese lenguaje que puede dejar afuera a otros. Yo pienso en el chico que se junta a andar en skate y tomar una Coca, queremos que él nos entienda.
Si yo cierro una rima con “aposento alto” yo ya sé a quién le va a gustar, pero no es al público que nos dirigimos. Aunque yo quisiera hacer una canción con otras características, siento que no me saldría, tratamos de explorar y de cambiar un poco la poesía cristiana.
Isaac también nos contó algo que una vez Facundo Dening (líder de Corto Plazo) le dijo y que cambió por completo su perspectiva. Y fue lo siguiente:
“Todas las canciones inspiradas por Dios ya están todas escritas. Queda en ti elegir cuáles bajas a la Tierra”.
LC: ¿Cuál de los temas que hoy conocemos fue el más difícil de producir, ese que les ocasionó problemas, o que casi tiran a la basura?
IR: La parte 3 de “Quizás no haya mañana” fue sacada del tacho. La frase que dice: “No encuentro la forma de salir ileso de ese loco tren que viene a arrollarme, no puedo escapar de lo inevitable”, es algo que había escuchado en una prédica una vez y traté todo el tiempo de poner eso en una canción, y no podía.
No nos gustaba, y fue muy fácil decir, adiós, afuera y descartarla. Sin embargo, mientras seguíamos trabajando en la canción, en un momento volvió a mi mente, probamos unos acordes y quedaba perfecta. Pasó de estar en la basura a ser la frase que la gente tuiteaba.
Hay temas, como por ejemplo “Mi hogar”, que no sabíamos bien cómo mostrarlo, era muy diferente a lo que hacíamos. Pero tuvo sentido en el contexto porque forma parte de una seguidilla de tres canciones que relatan una misma historia. “No me despierten” habla sobre desinstalar ideas, cuestionarse, no perder el tiempo; “Quizás no haya mañana” es tomar la decisión de dar todo por perdido, no dejar nada, y el cierre perfecto a eso fue “Mi hogar”.
LC: ¿En qué crees que te cambió este año la pandemia que vivimos?
IR: Siempre me deprimía cuando las cosas no salían como yo quería. En este período en donde todos nuestros planes iniciales se trabaron, pudimos abrazar a Dios y saber que no pasaba nada, confiando en su sabiduría.
LC: Claro, los planes no murieron, más bien se transformaron.
IR: Sí, mi mayor cambio fue sentirme en paz y conectado con Dios a pesar de todo lo que pasa. En mi casa siempre estuvo colgado en el living el Salmo 91. La verdad, es que lo había leído mil veces, pero nunca lo había interpretado del todo.
El Salmo arranca diciendo: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente” (versión RVR1960). Y fue curioso porque, aunque yo vivía en mi casa, con mi familia, no la habitaba. Pasaba mucho tiempo fuera, viajando o trabajando y en este tiempo la habité, compartí con mis padres. Y en lo espiritual, aprendí a vivir con Jesús, a sentarme a su mesa todos los días. Vi ese cuadro toda mi vida, sin embargo siento que hoy es la primera vez que lo leo.
LC: Es raro hablar de “planificar” el próximo año, teniendo en cuenta lo que sucedió con el 2020, pero aun así, ¿se plantearon como banda su proyección de cara al 2021?
IR: La verdad no lo hacemos hace un buen tiempo y estamos muy bien. La mayoría de la gente está pensando que aquello que no pudo hacer en el 2020 lo hará en el 2021, pero si algo nos enseñó este año es que no podíamos planificar nada. No digo que tengamos que vivir improvisando o siendo desordenados. Siempre supimos a dónde vamos, pero ya no nos ponemos fechas o expectativas.
Este año teníamos programado viajar a México, y podíamos desanimarnos por no poder hacerlo, pero por algo no tuvo que ser, veremos qué pasa más adelante. El único proyecto que tenemos y que aprovechamos a contarles es que queremos sacar un nuevo disco el próximo año.