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Stephen Curry y su SÍ para seguir a Jesús

Hace varios años que Stephen Curry ya no es una promesa a futuro, sino una realidad. El norteamericano es uno de los mejores jugadores de la actualidad, el mismo a quien los medios llaman “La estrella que da la gloria a Jesús”.

Stephen Curry nació en Ohio, Estados Unidos, el 14 de marzo de 1988, hoy es pilar indiscutido de los Golden State Warriors, y es considerado uno de los mejores lanzadores de triples de la historia del deporte, siendo el que más anotó a través de este medio históricamente. Hoy es uno de los basquetbolistas más valiosos de la NBA y tiene su fe intacta en Dios, lleva la palabra a través del deporte y es la cara visible del equipo y de su marca deportiva “Under Armour” que luego de firmar un contrato millonario, permite que el propio Curry pueda grabar versículos bíblicos en sus botas.

Pero antes de entrar más en detalle sobre este momento, nos remontamos al inicio de Curry y su primer contacto con el básquet. Curry ha dicho que su escuela primaria de Montessori le «abrió un mundo de posibilidades”, pero lo que marcaría sus creencias sobre la vida y especialmente sobre Dios fueron los colegios cristianos donde mostró su talento. Llevando a los equipos de sus institutos a ganar los campeonatos estatales entre escuelas.

Stephen tenía una extraña manía, cada vez que tenía unas botas nuevas, escribía en ellas versículos bíblicos que lo motivaban. En los colegios religiosos no tuvo ningún problema por ello, el conflicto se le presentó en la universidad de Davidson College, donde era molestado por compartir su fe.

Llegó a ser conocido como “El predicador”, pero el constante «bullying» no lo detuvo para promediar más de 25 puntos por partido. Finalizó la temporada siendo el máximo anotador de la Conferencia Sur y segundo mejor anotador novato del país, por detrás de la leyenda colegial Kevin Durant. Con tan solo 20 años ya era cosa seria para los medios y los entrenadores.

En el 2009, Stephen Curry iría al modesto equipo de Golden State Warriors. Luego de una gran primera temporada, las malas noticias aparecieron, porque a pesar de sus actuaciones sobresalientes, de ganar la medalla de oro para Estados Unidos en el Mundial del 2010 y ser el campeón de habilidades en el juego de All-Star en 2011, su cuerpo sufría lesiones constantes. Hasta que en 2012 una fuerte lesión lo dejó fuera durante gran tiempo de la temporada. Dada la hiperactividad que vive, dice que lo único que le consolaba era la oración y repetir constantemente: “Dios tiene un propósito en mi vida”. Luego de esto, Steph regresó a las canchas y la historia se empezó a escribir con palabras divinas. 

Curry comenzó a tener un nivel increíble, siendo el máximo anotador en cada partido que jugaba, titular indiscutido de su equipo, reconocido mundialmente por propios y extraños, sin dudas el pozo que atravesó el norteamericano sirvió para que Dios pudiera actuar en su vida, tal es así que Stephen decidió compartir su fuerte creencia con el mundo. 

Luego de llamar la atención de todos, en el 2016 lo contactó Nike para cerrar un acuerdo multimillonario que le permitiría lanzar sus propias botas y toda una gama de ropa con su nombre. La marca de la “pipa” es famosa por vestir a los mejores deportistas a nivel mundial, con lo que obtiene enormes ingresos. Sin embargo, Curry les dijo que NO.

Cuando ya todo estaba listo para que el basquetbolista estampara su firma, hubo una pequeña petición; Stephen quería poner en sus botas los versículos bíblicos que lo habían motivado durante toda su vida. Nike dijo que eso “no les convenía y no sería posible”. Inmediatamente Curry rechazó la propuesta y se unió a la marca Under Armour, en donde ha generado más del 40% de las ganancias para la empresa. Actualmente tiene un contrato hasta el 2024. 

El pasaje bíblico que tienen todas las zapatillas de Curry está en el libro de Filipenses 4:13 dice “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Para Stephen estas palabras van más allá de un cita célebre: “Quiero que cada vez que una persona se ponga una de mis zapatillas recuerde lo que es capaz de hacer”. 

Curry tiene una verdad que lo ha acompañado toda la vida. “No soy un deportista cristiano, sino un cristiano que hace deporte”, afirma él. El base de los Warriors ha explicado su característico gesto, “golpeo mi pecho y apunto al cielo, eso simboliza que tengo un corazón para Dios. Lo hago cada vez que salto a la pista, así recuerdo para quién juego”, y va más allá diciendo “sé que por Dios me espera un lugar en el cielo… y eso es lo máximo, más que cualquier dinero o trofeo”.

El testimonio de Curry tiene que ver con lo que ha decidido hacer con su fortuna, una decisión que tomó junto a su esposa sobre sus bienes y millones ganados. 

A pesar de que las posesiones de los Curry están valuadas en más de 250 millones de dólares, ellos suelen decir “dejamos lo necesario para vivir, todo lo demás es para quienes verdaderamente lo necesitan” y por ello han puesto la gran mayoría de sus ingresos en su fundación «Eat. Learn. Play”, que junto a serios especialistas y expertos antipobreza tiene la ambiciosa misión de acabar con el hambre en el mundo.

Stephen Curry hace reflexionar que sus tantos millones son tan pocos para una causa tan grande, y sus acciones le dan sentido a la riqueza. Más allá de sus frases, de su espectáculo e impresionante puntería, Curry nos recuerda lo que dice la Biblia sobre amar al prójimo. 

A día de hoy, Curry tiene jugados 762 partidos y tiene un promedio de 24,2 puntos por partido. Cifras impresionantes, y claro con Dios es más fácil.

Luciano Peiteado
Luciano Peiteado
Periodista, redactor y conductor de radio. Trabajo con adolescentes en Presencia de Dios. Contratado por el Cielo para llevar a Jesús a las personas.

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