En esta tercera parte de datos sobre el Rey Salomón, Lucas Magnin nos vuelve a sumergir en curiosidades sobre uno de los gobernantes bíblicos mas importantes que tuvo Israel.
La primera instrucción de Moisés en Deuteronomio 17 dice que el rey de Israel no debía ser extranjero. Y es verdad: Salomón fue un israelita “de pura cepa”. Pero aunque Salomón nació y creció en Israel, se hizo extranjero por elección. ¿De qué manera? Mujeres.
Moisés también había dicho: «El rey no deberá tomar muchas esposas para sí, porque ellas apartarán su corazón del Señor». Sin embargo, la Biblia dice que «Salomón amó a muchas mujeres extranjeras» y «se empecinó en amarlas. Además de la hija del faraón, se casó con mujeres de Moab, de Amón, de Edom, de Sidón y de los hititas. En total, tuvo setecientas esposas de cuna real y trescientas concubinas» (1 Reyes 11:1-3).
Necesitamos un poco de contexto para entender esto. En la cultura del antiguo cercano oriente tener muchas mujeres era un sinónimo de estatus; cuanto más grande y rico era el rey, más grande era su harén. Era una forma de demostrar su poder y virilidad. El texto también dice que las esposas eran “de cuna real”. ¿Qué significa esto? Que se casó con princesas de diferentes pueblos. El matrimonio era la forma más común de establecer alianzas políticas y económicas entre los reyes de la antigüedad.
Salomón no solo se casó con mujeres de otras naciones, sino que además adoptó sus costumbres, incluidos sus dioses. Salomón «rindió culto a Astoret, la diosa de los sidonios. Incluso construyó un santuario pagano para Quemos, el detestable dios de Moab, y otro para Moloc, el detestable dios de los amonitas. Salomón construyó esos santuarios para que todas sus esposas extranjeras quemaran incienso e hicieran sacrificios a sus dioses» (1 Reyes 11:5-8).
En un contexto como este, “hacer sacrificios a los dioses” es algo mucho más terrible que un ritual. No tiene que ver con una cuestión de intolerancia religiosa. El texto menciona al dios Moloc, lo que significa que esos rituales incluían sacrificios de niños, una práctica bastante habitual en los pueblos cercanos a Israel. Dios la había prohibido explícitamente: «Tú no adorarás al Señor tu Dios de la manera que las otras naciones rinden culto a sus dioses, llevando a cabo en honor de ellos toda clase de actos detestables que el Señor odia. Hasta sacrifican a sus hijos y a sus hijas en el fuego como ofrenda a sus dioses» (Deuteronomio 12:31).
No podemos saber qué sacrificios llevaban las esposas de Salomón al altar de Moloc, pero quizás la hipótesis más posible es también la más terrible: que sacrificaban a sus propios hijos. Esto pasó más adelante en la propia Biblia, de hecho; un rey de Judá llamado Acaz entregó a su propio hijo al fuego en un sacrificio al dios Moloc (2 Reyes 16:3).