mail

Suscribite a nuestro boletín

¿Qué significa ser imitadores de Dios, el Padre?

Las Escrituras presentan a Dios caracterizado por un ejemplo paternal superlativo, al cual se nos exhorta a imitar como hijos amados (Efesios 5:1-2). ¿Qué significa imitar? El sentido original del texto indica que debemos ser mímicas de Dios. 

El mimetismo esperado es desafiante, algo descomunal, ya que el mandato es llegar a ser semejantes a Él, ejemplificado en Cristo, el modelo o prototipo de carácter, conducta, relaciones e influencia interpersonal. La exhortación paulina “Sed imitadores de Dios” no es una opción o sugerencia. Y la reacción del lector, consciente de su estado precario –aún como redimido– tal vez es defensiva: ¿Es el mandato algo inverosímil y fuera de serie? ¿Se le fue la mano al apóstol?¿Cómo se puede imitar a Dios?

Dios es eterno, nosotros mortales; Dios es infinito, nosotros limitados; Dios es trascendente, nosotros precarios y triviales bajo el sol; Dios es santo, nosotros pecadores por naturaleza; Dios es omnisciente, nosotros apenas sabemos lo necesario para sobrevivir, torpes, sin entendimiento cabal de la realidad según su diseño y propósito; Dios es omnipotente, nosotros débiles; Dios es omnipresente, está en todo el universo, nosotros en un barrio de alguna parte del país o del mundo.

¿Qué significa ser imitadores de Dios, el Padre? ¿Cómo obedecer a la Palabra y hacerlo de la manera adecuada? La imitación deseable es desafiante debido que involucra el proceso de considerar a Dios como el Padre perfecto cuyo amor excede todo conocimiento, toda comparación. 

Involucra nuestra capacidad mental y sus procesos cognitivos –atender con plena consciencia, captar y percibir completamente, conocer íntimamente a quien seguimos; ser capaces de alinear nuestros pensamientos y estar a tono con Sus pensamientos, razonar, atribuir de significado, juzgar necesario y adoptar la actitud y disposición de llegar a ser semejantes a su Hijo, la expresión divina hecha carne; en resumen:

“considerar el carácter y la conducta de Dios según las Escrituras y seguir su ejemplo. 

Además, implica imitar el sentir de Su corazón –ser sensibles, empáticos, amar a su manera: Nos amó de tal manera que nos dio a su Hijo unigénito… una manera unilateral, incondicional, proactiva, llena de gracia (no merecida) y misericordia (no castigadora), perdonadora, dejando a un lado y borrando (olvidando) nuestros yerros y pecados; empoderándonos, vistiéndonos con poder, dones, dotes y oportunidades para servirle. 

A menudo imitamos a los que no quieren imitar a Dios; desviamos nuestra vista del autor y consumador de nuestra salvación, el prototipo de nuestra fe y conducta: vivimos para nosotros mismos, haciendo nuestra voluntad y dando tal ejemplo a nuestros hijos. 

La imitación cabal involucra el ejercicio de nuestra voluntad supeditada a Su voluntad; para ello, debemos rendirnos como sacrificios vivos, renovar nuestra mente y ser transformados a la semejanza de su Hijo Jesucristo, seguir sus pasos, hacer sus obras, ser mayordomos de sus propiedades –su mundo, sus posesiones, las personas con las cuales nos relacionamos relaciones, y de nosotros mismos –cuerpo, alma y espíritu.

¿Tenemos algunas pautas acerca de cómo imitar a Dios?  El apóstol Pablo nos provee una guía al respecto: Considerarnos como hijos amados de Dios.

“Hemos sido engendrados por su Espíritu Santo, llevamos Su imagen, y Dios nos considera dignos de llevar su nombre siendo nuevas criaturas en Cristo. 

Debemos amar a Dios porque Él nos amó primero: Nos consideró antes de la fundación del mundo –preformados en su mente –nos formó a Su semejanza; nos vio deformados por nuestros pecados; nos consideró con amor, nos regeneró y reformó con Su gracia (algo inmerecido) y misericordia (no castigando como le merecemos) nos resocializa.

Él provee el medio para ser transformados en nuestro carácter y conducta; nos empodera para ser conformados a la imagen de su Hijo; nos ha creado para hacer buenas obras, y glorificarlo como Padre; nos ha encargado Su evangelio, para declarar Su salvación y Sus maravillas en este mundo.

Siendo que Dios el Padre es inaccesible a la vista, ¿Tenemos algún ejemplo concreto?  Por supuesto: «Como Cristo nos amó» (la premisa ejemplar, el ejemplo concreto); Jesucristo se dio a sí mismo por nosotros (1 Juan 3:16). Sacrificado, noble, con gracia y misericordia –demostró Su amor: Unilateral, incondicional, proactivo; demostró y actuó en gracia, con misericordia fiel. 

“Habiéndolos amado, los amó hasta el fin” (Juan 13:1). Su obra ofrece perdón y olvido (borrando nuestra culpas y pecados); nos embisten con poder –Su promesa, la promesa del Padre, el Espíritu Santo, nos invita a Su comunión, a la intimidad de Su presencia, a conocerle profundamente. Nos da el poder de acatar el nuevo mandamiento: amar y andar en amor, a Su manera de amar (Juan 13), una manera concreta: dar la vida los unos por los otros, especialmente por nuestros hijos.,

La ocasión formal de celebrar el día del padre ofrece a los hijos e hijas la oportunidad de honrar a su progenitor terreno. Las tradiciones latinoamericanas, citando el mandamiento de Dios, citando Efesios 6:1-3. Si bien el mandato «Honra a tu padre y a tu madre» ha enfatizado la obediencia al padre, el mandato incluye el deber paternal de no exasperar a los hijos, no provocarlos a ira, frustración, desilusión o ignominia.

La pregunta cabe: ¿Cómo obedecer a un padre que no merece ser amado? ¿Cómo obedecer a una persona que ha abusado física o sexualmente, denigrado, vejado, o maltratado emocionalmente a sus hijos? Tal vez, una distinción entre honrar y obedecer es necesaria: Obedecer «en el Señor» es un calificativo de tal paradigma. Uno «paga tributo» al César, aunque no lo respete a causa de su carácter, conducta o influencia negativa; lo hace para cumplir una obligación ante Dios, como mayordomo de los asuntos interpersonales bajo el sol.

«La autoridad paterna delegada por Dios es algo a considerar y honrar; la autoridad paterna lograda en base al carácter, la conducta e influencia interpersonal es otra cosa»

La autoridad «proyectada» a un padre inmerecedor de honra es debida a la necesidad (“neurótica» de personas codependientes, debido a sus necesidades de tener un objeto que supla la necesidad de apego, provisión o cuidado. Indudablemente, lo deseable para este día del padre es que tanto padre como hijos puedan gozar de la armonía y el amor deseable.

Padres, «Sed imitadores de Dios, como hijos amados, y andad en amor»; de tal manera, tus hijos te amarán por haberlos amado primero, a la manera de Jesús, el ejemplo concreto de amor. Hijos/as, honrad a vuestro padre porque es debido, y obedecedle –en el Señor– si su carácter ha sido calificado por su sujeción al señorío de Cristo y su conducta es definida por sus demandas, de andar en amor a la manera de Jesús, quien se dio a sí mismo por sus seguidores.

Polischuk-autor

Autor: Pablo Polischuk, Ph.D.

Es PhD. en psicología obtenido en el Fuller Seminary de California. Tiene más de 40 años ejerciendo como psicólogo, ministrando iglesias y de enseñanza académica (30 años en el seminario teológico Gordon-Conwell y dictó clases en Harvard University, en EEUU), y también ha sido director general en el área de psicología en el hospital de Massachusetts. Actualmente es rector y co-fundador de la Facultad de Teología Integral de Buenos Aires (FTIBA), donde enseña la clase de consejería pastoral. Entre sus obras escritas encontramos “El Consejo Integral” como su trabajo principal. 

FTIBA
FTIBA
La Facultad Teológica Integral de Buenos Aires es una institución inter-denominacional que nace de la Red de Sembradores y tiene el propósito de formar ministros y líderes laicos con la mayor exigencia académica, teológica y bíblica. Actualmente, es la única institución académica en Argentina que provee una Maestría en Divinidad.
Artículo anterior
Artículo siguiente

Otras

CRISTIANAS

hola
Enviar Whatsapp
error: Gracias por interesarte en las publicaciones de La Corriente, para su uso o difusión, por favor escribirnos a [email protected]