Últimamente he charlado con mujeres que están pasando por distintos ataques de pánico, depresión, angustia, incertidumbre, falta de pasión, desconcierto. Se sienten perdidas aun habiendo tenido una experiencia con Dios. Sus mentes naturales saben que es lo que la palabra dice, pero su espíritu parece no escuchar y surgen síntomas sin un motivo justificable aparente.
Sus mentes gritan “Necesito que algo cambie” pero sus fuerzas no las acompañan. Buscan exteriormente que algo suceda, que les haga sentir mejor. ¿Qué es lo primero que hacen en muchas oportunidades? Buscan en Google los síntomas que están atravesando, “Me siento triste”, “Me siento sola”, “No le encuentro sentido a la vida” y encuentran miles de páginas y oh “casualidad” terminan en las que les vaticinan el peor de los futuros. Páginas escritas por personas que están en la misma situación y que tampoco han encontrado la salida. Si fuéramos tan rápidos para ir a Dios como lo hacemos al acudir a Google, que diferente sería nuestra realidad.
Bien lo dijo nuestro Maestro en Lucas 6:39 “¿Puede un ciego guiar a otro ciego?”
Si te encuentras en esta situación o conoces a alguien que está pasando por ella déjame darte algunos consejos que aprendí con los años. El cambio comienza en ti, desde adentro hacia afuera. Tu tienes el control de tu vida.
1- Tu primera fuente siempre es Dios. Antes de buscar en cualquier lugar, busca su presencia. Deja que Él te ministre, te consuele, te hable, te enseñe. En su palabra encontrarás mensajes que hablen a tu espíritu. Permite que las escrituras te muestren si en algún momento abriste alguna puerta a la duda, o dejaste que las palabras que escuchaste del enemigo hablen más fuertes que las del Espíritu Santo.
2- Toma autoridad sobre tu alma, y ordenale que alabe al Señor así como lo hizo David. Aunque no tengas ganas, no lo sientas, no te salga; llena tu boca de alabanza. Levanta tu voz y declara que Él es más poderoso que cualquier sentimiento que estés sintiendo.
3- Recuerda (“Y no te olvides de ninguno de sus beneficios”) no te olvides de las cosas maravillosas que el Señor ha hecho en tu vida. Si Él fue tan bueno, ¿dejará de serlo? . En el antiguo testamento podemos ver cuantas veces el Señor le recuerda a su pueblo Quién es. Quien es su Dios y el pacto que tenía con ellos. Aparentemente tendemos a olvidarlo fácilmente. Él es tu ayudador. La palabra nos dice que Él nos hizo a su imagen y semejanza (Gn 1:26) La palabra hebrea para imagen es «tzelem» que es derivada de otra palabra hebrea, más breve, «tzel» que significa «sombra». Cuando estamos bajo su sombra es cuando somos quienes realmente somos y entonces podemos recurrir al poder (El Espíritu Santo) que está dentro de nosotras.
“RECUERDA QUIÉN ERES.RECUERDA QUIÉN VIVE DENTRO TUYO”
4- Recurre a gente preparada para ayudarte. En primer lugar a tus líderes espirituales. Ellos además de aconsejarte, serán un escudo alrededor de ti. Luego a profesionales que estudiaron y se prepararon para poder ayudarte. Muchas veces nuestro estado emocional o mental pueden derivar de desequilibrios químicos u hormonales de nuestros cuerpos. Allí la sanidad pasa por otro lado.
Hermana querida nuestro Padre ya puso dentro nuestro todo lo que necesitamos. Vuelve a poner los ojos en Él, recobra las fuerzas, levanta alas como el águila. Que fuiste creada para vivir en el gozo de las alturas.