Comenzar a emprender es como iniciar un nuevo viaje cuyo destino puede ser más o menos conocido, pero siempre implicará salir del lugar actual. Desde hace doce años acompañamos a emprendedores en la etapa inicial de sus proyectos, y en el 2012 fundamos una incubadora de negocios, y es por esta experiencia que quisiera compartirles algunos fundamentos.
Según la Real Academia Española emprender significa ‘Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro’. Como toda travesía, empieza con los primeros pasos, por el hacer y acometer, que implica salir del lugar de pensar. Claro que la etapa de ideación es importante y necesaria, pero es necesario ponerle fecha de caducidad para pasar a la acción.
Demorar esa decisión suele ser uno de los principales peligros que atentan en contra del emprendedor. ¡En algún momento deberemos comprar ese ticket o reservar la estadía del lugar donde queremos ir! Si dejamos que el tiempo pase, en vez de avanzar es muy probable que lo que crezcan sean los miedos por lo que vendrá, la culpa de lo que no fue… La frustración por estar estancados y no progresar, así como tantos otros factores limitantes que nuestra mente se encargará de traernos a diario.
Es un error no lanzarse por aspirar a tener todo resuelto y preparado antes de la partida. Pretender controlarlo todo y buscar la perfección es muy característico de las mujeres (¡a veces parece que nos jugamos todo en cada tarea!). Estamos pendientes de cuidar hasta el último detalle y eso tiende a demorarnos y estancarnos.
El Señor puso en nosotras el sueño de crear algo nuevo. La Biblia nos enseña que no se nos ha dado un espíritu de temor sino de adopción como hijos de Dios (Romanos 8:15), y nuestro Padre es creador y hacedor. Él nos va a equipar durante el viaje para que tengamos la capacidad de ir resolviendo los obstáculos que se presenten. Es importante saber que siempre enfrentaremos dificultades y que es parte del proceso natural de todo emprendimiento.
Es por ello por lo que fallar es no emprender, no es equivocarnos haciéndolo. Es clave ver al error como una oportunidad de crecimiento, tanto en lo personal como para el proyecto; algo que la inacción nunca traerá. Errar no es fracasar.
¡Vayamos por partes!
Planifiquemos ir de lo simple a lo complejo, sin acelerar decisiones que, aunque tuviéramos los recursos y la claridad, no son aconsejables al inicio. Por ejemplo, si el emprendimiento consiste en ejercer de manera independiente una profesión o vender productos, no necesariamente tenemos que empezar alquilando un espacio, contratando asistentes, comprando mobiliario, etc. Hoy podemos comenzar digitalmente, lo que nos da la oportunidad de hacerlo rápido y evitar realizar costosas inversiones.
Seamos flexibles para ganar experiencia, para ir sorteando las barreras que todo emprendimiento tiene y que muchas veces desde la teoría no conocemos. La adaptabilidad debería ir de la mano con la capacitación y la observación, porque siempre tendremos más que aprender. No enamorarse con la primera idea es un buen consejo para ser receptivas. Conviene ir probando lo que funciona o lo que no, investigar qué hacen otros que están creciendo, escuchar a los clientes, los proveedores e incluso buscar mentores que nos acompañen.
Comuniquemos y acordemos
Esto es importante porque los comienzos demandan gran esfuerzo (especialmente de tiempo y dinero) del emprendedor y sus allegados. Este es un tema crucial para las mujeres emprendedoras, es vital para avanzar contar con el sostén familiar, y suele ser determinante la ayuda, el consejo y el ánimo recibido.
Es buen momento para plantear la necesidad de compartir responsabilidades en el hogar, reorganizar algunos vínculos, dejando claro que todos serán beneficiados con esta nueva etapa. ¡Tantos emprendimientos se han cerrado tempranamente por no recibir apoyo de los más cercanos! Y cuántos otros negocios han desarmado familias por no haber podido hacer acuerdos.
Por último, quisiera destacar que uno de los pilares del éxito de tu emprendimiento será la determinación. Emprender es un camino de conocimiento de lo que hacemos, pero también uno de autoconocimiento, por lo tanto cuanto más rápido comencemos más oportunidades de viajar lejos tendremos. Emprender es hacer. Anímate a comenzar porque hay cosas que solo descubrirás en el trayecto.