¿Has escuchado la voz de Dios con su llamado para tu vida, pero al mismo tiempo experimentado el temor de no cumplir con las expectativas?
Hace catorce años, dos jóvenes llegaban a Argentina con vidas destruidas buscando un cambio de parte de Dios. Con el paso del tiempo este fue haciéndose real junto a Él, que lo puede hacer todo: nos casamos, tuvimos dos niños y emprendimos el gran reto de caminar en el llamado de Dios en familia.
Nos encaminamos hacia un país desconocido, una cultura diferente y con el desafío de empezar como familia y ministerio en un país cinco estrellas, Honduras en Centroamérica. Somos Julio, Laura, Samuel y David Balbuena y queremos contarles un poco de nuestra vida y misión en esta hermosa nación.
Hace cinco años llegamos a Tegucigalpa, la capital, con la misión de ver jóvenes hondureños cumpliendo con el propósito que Dios ha puesto en ellos. Este ha sido el sueño que el Señor ha puesto en nuestra vida: discipular la nueva generación.
Dios nos ha puesto en un lugar central de la ciudad, alquilamos un espacio que compartimos con una escuela para sordos. Aquí hemos realizado las escuelas de discipulado y hace dos años iniciamos la escuela de fútbol “Liga de Naciones”, un sueño que nació en el corazón del Señor hace varios años, orientada en principios bíblicos.
Comenzamos con niños hijos de amigos y, pocas semanas después, Dios nos dio la oportunidad de conocer una comunidad cercana a la sede misionera, las faldas del cerro Juana Lainez. Esta es una comunidad en riesgo social, de muy bajos recursos y olvidada por las autoridades, con muchos niños con gran carencia de amor, a quienes invitamos a Liga de Naciones.
Respondimos al llamado del Señor y ahora esa es nuestra población objetivo, un regalo de Dios, que nos ha sacado canas, pero a quienes amamos. Son aproximadamente cuarenta y cinco niños, que llegan cada sábado a jugar, aprender y recibir del amor de nuestro Señor.
Aun en tiempos difíciles, Dios está a nuestro lado
Este año 2020, como todos, hemos pausado algunos de los ministerios: la escuela de fútbol, las salidas al hospital, el apoyo presencial a grupos de jóvenes en iglesias locales y la escuela de discipulado y entrenamiento. Pero hemos visto la bondad y la misericordia del Señor con lo inesperado en frente, ha sido un año de buscar a Dios de maneras mucho más profundas, de enfrentarnos con temores como nunca antes.
Samuel y David, nuestros hijos de 9 y 7 años, son nuestros valientes. Todo nuevo, clases online, lejos de sus amigos, en casa, pero con la fortaleza de un guerrero de Dios, ellos nos animan cada día a buscar más de Él y ser mejores personas.
Apoyar a las familias cada cierto tiempo con mercadería nos ha ayudado a conocer a los padres de los niños y tener más confianza con ellos.
Hemos podido capacitarnos de manera online en áreas de educación, niñez y consejería. Hemos podido apoyar a la iglesia local a la que asistimos de otras maneras prácticas, como predicación, escuela dominical de adultos, escuela dominical de niños.
El 5 de noviembre entró en nuestro país por la zona norte el huracán Eta, ocasionando tremendos desastres. Muchas familias quedaron en los techos, muchos perdieron todo, pueblos y ciudades enteras inundados. Sumado a la pandemia, este es un tiempo muy duro para todo el país. Estuvimos apoyando la recepción de donaciones para enviar en camiones de iglesias locales que salieron para apoyar las familias damnificadas.
Diez días después se acercó otro huracán, IOTA, y aunque parecía muy loco y difícil todo, confiar en el Todopoderoso siempre es el lugar más seguro
Se pronosticaba un daño grande para la capital, pero el huracán se debilitó tanto, por la gracia de Dios, que los daños no fueron tan grandes como se pensaba. Pero sí, las familias ya afectadas se inundaron de nuevo.
Como ministerio estamos orando y pidiendo sabiduría del Señor para actuar ante esta gran dificultad de la mejor manera. En este mes estamos cambiando de categoría migratoria y esto nos ha exigido un gran esfuerzo, pero sabemos que los milagros que estamos viendo no son por nuestro esfuerzo es por la gran misericordia de Dios.
El costo económico es alto y el Señor ha provisto; el pago de un abogado es altísimo y Él nos ha puesto una hermana que con tanto amor ha sembrado en la obra. Para cada documento que hemos requerido, aun con filas, malos entendidos y mucho más, las puertas se han abierto. Dios nos ha hablado muy profundamente este año de su eternidad y soberanía. Él es el mismo de ayer, de hoy y de siempre. Podemos confiar en que Él nunca cambia, su amor y bondad nunca cambian, ¡el Señor es confiable, respondamos a su llamado!
Familia Balbuena González: Julio, misionero en Juventud con Una Misión hace 14 años.Director Técnico de Fútbol hace 10 años y director de la Comunidad Misionera de Jucum en Tegucigalpa, Honduras, hace 5 años. Casado con Laura, nacida en Bogotá, Colombia. Misionera en Juventud con Una Misión hace 14 años. Médico en Salud Pública desde el año 2003. Padres de Samuel y David Emanuel. Juntos sirviendo como misioneros en Tegucigalpa Honduras, con la visión de discipular la nueva generación y que ésta encuentre y viva su propósito en Dios