Recibí el llamado de Dios en el año 2007 y ya me había dado una canción en el año 2005 que anticipaba su propósito en mi vida. La letra dice:
Hijo mío, ven aquí, de tu voz quiero escuchar que me amas quiero que sepas y conozcas lo que tengo para ti en mi corazón. Te necesito a ti para llegar al corazón de los que están en tinieblas y encadenados con tus ojos miraré, con tus manos cobijaré con tus pies caminaré , iré a buscar lo que más amo escucha el llamado que te hago, responde heme aquí respóndeme envíame a mí.
Pero no lo percibí como un llamado hacia misiones transculturales, ya que junto al grupo de alabanza de mi iglesia estábamos asistiendo a la gente en situación de calle en mi ciudad, así y casi sin darme cuenta entré en los cursos de misiones mundiales donde me fui capacitando y conociendo sobre misiones transculturales.
Luego comencé con otras hermanas a formar un grupo de intercesión misionera, al final del año fue donde realmente acepté el llamado de Dios.
Él puso a mi alrededor misioneras que ya habían estado en Mozambique, desde ese momento ya sabía cuál era el país al que Dios me había llamado, porque se encendió mi corazón de tal manera que me quebrantó y fue confirmándose paso a paso, cuando yo dudaba el Señor lo afirmaba en mi corazón.
Comencé a prepararme con el idioma portugués, que es el idioma del país. También busqué información sobre la cultura mozambiqueña en Institutos Bíblicos, asistí a retiros y conferencias del DNM, el siguiente paso fue pertenecer al GPM (Grupo Potencial Misionero). Seguí los pasos que Dios me trazaba para presentar mi llamado, así pasé a ser movilizadora de misiones en mi iglesia y anexos.
Su propósito me fue rotundamente confirmado cuando pisé tierra mozambicana en un viaje de misión posible del DNM en el año 2011, donde conocí una familia que trabajaba con niños huérfanos, con quienes estuve colaborando todo el 2013 y adquirí experiencia y conocimiento de las costumbres y la cultura.
Volví a Argentina decidida a presentar mi nuevo proyecto con niños huérfanos para la aldea de Chigodole -nhamatikiti. Comencé en un terreno lleno de matorrales de dos metros de altura, no se veía nada, ni casas, ni niños; en ese momento una persona me dijo “acá no hay nada, ni niños”, una angustia recorrió mi corazón, me di vuelta hacia el otro lado y escuché que Dios me decía “aún de debajo de las piedras yo sacaré niños para ti , y así fue”.
Los siguientes días comenzamos a limpiar el terreno y aparecieron los primeros niños, hoy día tenemos una sala-comedor con 37 niños y tres ancianas, un jardín de infantes con 28 niños donde se les enseña a escribir con la Palabra de Dios, damos apoyo escolar y tenemos aulas de costura y agronomía y tres colaboradores nacionales. Gracias a Dios, hemos edificado una casa de guarda, comedor con cocinas interna y externa, un aula y dos baños independientes.
También predico la palabra y colaboro en la iglesia local en la ciudad de Chimoio, donde resido, por bendición y gracias de nuestro Dios este año en el mes de enero se cumplieron diez años en el campo misionero en Mozambique, abrazando la palabra que me dio el Señor en el año 2007.
2 de Corintios 5:18-20 dice: “y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios”.
Misionera
Susana Fernández
Es argentina. Trabaja en Mozambique en el Proyecto Vida-Niños Huérfanos, con la construcción de un comedor-orfanato en la comunidad de Chigodole, a 35 Km de la ciudad de Chimoio, provincia de Manica, centro oeste del país. «Mi propósito es extender el Reino de Dios a través de la obra social y evangelismo de niños y mujeres en las comunidades y apoyar la iglesia Asambleas de Dios con discipulado, brindando herramientas para su futuro».