Oro para que podamos comprender y pedir al Espíritu Santo revelación de cómo estas “cosas mejores” afectan y marcan nuestra vida y nuestra fe para caminar en la Verdad.
Estamos viviendo tiempos donde entendemos la importancia de vivir en la Verdad, de caminar en ella. Como nunca, el sistema nos quiere confundir haciéndonos ver lo negro como blanco, lo malo como bueno, llevando a la sociedad a naturalizar estados, conductas, actitudes como las correctas.
Así, de esta manera, se quiere destruir y eliminar la Verdad, no como sustantivo abstracto, como concepto contrario a la mentira, sino como la persona que dijo de sí mismo: “Yo soy la Verdad”. Como cristianos también podemos caer en el error de desvirtuar la Verdad, mirando solo las sombras y figuras y naturalizándolas.
Lo que se opone a la verdad es seguir viendo figuras y sombras ante la realidad que es Cristo. Es seguir viviendo en el Antiguo Pacto cuando fuimos constituidos ministros competentes del Nuevo. El autor del libro a los Hebreos, en los capítulos 8 y 10 nos muestra este contraste entre sombras y realidad, entre copia y verdad, nos muestra la superioridad o supremacía de la Verdad ante todo lo que quiera ocultarla, ensombrecerla o camuflarla.
En el capítulo 10:1 el autor prosigue recalcando este concepto: “La ley es solo una sombra de los bienes venideros, y no la presencia misma de estas realidades. Por eso nunca puede, mediante los mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, hacer perfectos a los que adoran” (énfasis añadido).
El no entender la gran diferencia expuesta nos limitará a ver la superioridad de la Verdad, la supremacía de la Verdad, porque ella supera ampliamente las sombras. Por eso titulé esta columna “La Verdad imparte las cosas mejores”.
Seguimos leyendo Hebreos 8, los versículos 6 y 7 son reveladores: “Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas. Efectivamente, si ese primer pacto hubiera sido perfecto, no habría lugar para un segundo pacto” (énfasis añadido).
Todo el libro de Hebreos nos habla de la supremacía de Cristo, sobre los ángeles, sobre Moisés, sobre Aarón y el sacerdocio. Las palabras clave que encontramos en estos versículos son superior y mejor, lo que indica Supremacía y resumen las 3 cosas mejores que encontramos en Cristo, la Verdad revelada y presente.
Escribo esto y oro para que podamos comprender y pedir al Espíritu Santo revelación de cómo estas “cosas mejores” afectan y marcan nuestra vida, nuestra fe y nuestra actitud para caminar en la Verdad.
Encontramos en primer lugar un mejor ministerio (servicio sacerdotal). Cristo es la única entrada al Padre a diferencia de los sumos sacerdotes, que entraban solo una vez al año. Hebreos 9:12: “[Cristo] entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo…” (énfasis añadido).
Necesitamos que nos sea revelado este “servicio sacerdotal superior” (ministerio), para no quedar estancados en el Antiguo Pacto, para tener una revelación del Mejor Ministerio de Cristo en el Nuevo Pacto, para llevar a la Iglesia a esta nueva posición conseguida por Él, para edificar eficazmente su Casa.
Cristo no solo es la única entrada sino la única ofrenda con la cual fuimos aceptos
“Pero este sacerdote, después de ofrecer por los pecados un solo sacrificio para siempre, se sentó a la derecha de Dios” (Hebreos 10:12), constituyéndose en el sacrificio perfecto. Única entrada, única ofrenda, pero lo encontramos como el único medio: “… No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno” (Hebreos 9:12, énfasis añadido).
¡El alcance del poder de su sangre es inigualable! No tenemos que hacer ningún sacrificio para ser perdonados, porque este «ministerio mejor» nos libra de culpa, nos da la libertad gloriosa del Espíritu, nos impulsa a vivir y servir en reposo y disfrute.
La segunda de las “cosas mejores” que afectan y marcan nuestras vidas, nuestra fe y nuestra actitud para caminar en la verdad es un “Mejor Pacto”. El Antiguo Pacto estaba basado en leyes y reglamentos, el espíritu de religiosidad imperaba, basta leer los profetas y sus advertencias al pueblo judío. Pero el Nuevo nos habla de una relación de Padre a hijo y del querer de Dios en nuestro interior: “… Pondré mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente» (Hebreos 10:16).
El Nuevo Pacto nos habla de la importancia del ser interior, nos habla de sus leyes dentro de nosotros. Esto demuestra su deseo y no una imposición, nos habla de querer agradar a Dios y abandonar el pecado, no por temor al castigo divino sino porque cuando pecamos lo ofendemos a Él.
La tercera de las cosas mejores que nos muestran estos versículos, son “Mejores Promesas”. Hebreos 10:19-23, nos muestra cuatro preciosas promesas que podemos disfrutar los hijos atravesados por la cruz.
El versículo 19 dice: “tenemos plena libertad”, porque antes vivíamos como esclavos, como siervos, en lamento, pero ahora somos hijos y herederos, libres para expresar su vida y Verdad y disfrutar esa posición alcanzada por Él para nosotros.
El versículo 20, nos dice otra promesa, tenemos un “camino nuevo y vivo”, una nueva ruta para transitar, nuevos horizontes y metas que nos llevan directo a su persona, porque si lo tengo a Él lo tengo todo.
La tercera promesa la encontramos en el versículo 21: tenemos “un gran sacerdote” que intercede por nosotros, que está y estará siempre en nosotros, su sacerdocio no perecerá jamás.
Y como última promesa encontrada aquí, vemos en el versículo 22 que podemos acercarnos “con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe”. Tenemos una invitación para acercarnos confiadamente a Dios a través de la fe en su Hijo porque fuimos redimidos, porque ahora somos familia, fuimos adoptados, tenemos privilegios, el castigo de nuestra paz fue sobre Él.
Cuánto más podríamos seguir mencionando de las inagotables promesas dadas a los hijos. Solo me resta reflexionar sobre esta bendita Verdad Presente que hoy disfrutamos y declarar que Cristo es la Realidad y la Superioridad de la Verdad sobre las figuras y sombras, y esto se resume en estas tres palabras: Mejor ministerio – Mejor pacto—Mejores promesas.
La supremacía es lo que hace la diferencia entre la Verdad y el engaño.