Medicina: pastillas, medicamentos, hospitales, ¿qué es eso?

Aunque no lo parezca, vivimos en una de las épocas de mayor sanidad física de toda la historia. “¿Cómo? —me dirán ustedes—. ¿Y la pandemia del Covid19?”.

La actual pandemia siembra el miedo a que la enfermedad está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, en un mundo con la tecnología tan avanzada como la tenemos hoy, le podemos hacer frente y, en general, salir victoriosos. Esto, en los tiempos en que caminó Jesús en esta Tierra y los profetas que lo antecedieron, no sucedía. 

Si hubieras vivido en la época en que Jesucristo predicaba o realizaba milagros, jamás habrías escuchado de hospitales, pastillas, diagnósticos, tratamientos, camillas, enfermeros, por una simple razón: ¡no existían! No había medicina desarrollada tal cual la tenemos hoy en día. Muy pocas personas accedían siquiera a alguien llamado médico que, a veces, provenían del mundo de la magia o del encantamiento. 

La gran mayoría del pueblo, simplemente, tenía a una especie de curandero, algunos brujos, hechiceros o, si no, un sacerdote, el cual le imponía una serie de ritos, hábitos o costumbres para poder sanarlos. Luego, vino Jesús y tuvieron una receta más en su vida: la fe de que Él podía sanarlos.

Los métodos bíblicos: sacerdotes, comida, hierbas y oraciones 

Que la ley mosaica prohibiera una gran cantidad de alimentos no era capricho. Tenía como fundamento que el pueblo judío se diferenciara por su fortaleza física, que se la otorgaba una dieta saludable. El cerdo se alimenta de desperdicios. Los mejillones son los encargados de limpiar el fondo de los mares. ¿Cómo el pueblo escogido por Dios iba a comer a los que limpiaban la basura del ambiente? 

El tener un cuidado especial sobre la dieta, prevenía de alergias, dolores musculares, problemas de presión, inmundicias y parásitos (por ejemplo, la triquinosis por comer carne de cerdo infectada, para lo cual, obviamente, no tenían ningún medicamento). Por ello, muchas de esas carnes eran consideradas inmundas. 

Los sacerdotes, entre sus múltiples tareas, eran los encargados de aislar o “dar de alta” en los tiempos bíblicos.

Ejemplo de esto es el capítulo 13 de Levítico, donde expresa lo que debe hacerse si uno del campamento presentaba enfermedades cutáneas: aislarlo si presentaba algún síntoma dudoso y luego revisarlo para ver si ya era puro. Así, terminado el aislamiento, volvían al campamento, es decir, “era dado de alta”. Hay que remarcar que aislaban a las personas ¡3000 años antes que supieran de la existencia de los virus!

Uno de los primeros remedios de la humanidad fueron las distintas hierbas que producían los campos. Algunas utilizadas para calmar ciertos dolores o favorecer alguna función anatómica. Un ejemplo bíblico de esto es cuando Raquel y Lea se intercambian las mandrágoras creyendo que tienen un efecto afrodisíaco (leer Génesis 30).

Hay algo importante para aclarar, por lo general, los hombres ejercían la medicina. Las mujeres estaban limitadas a ser parteras. En la América precolombina ocurriría lo mismo, los hombres eran chamanes (expertos en hierbas y curaciones) y las mujeres se dedicaban a ayudar en el parto o practicar la magia. 

El último recurso eran la fe y las oraciones. Son varias y numerosas las citas bíblicas que nombran a Dios como proveedor de sanidad y medicina, por ejemplo en Salmo 103. Una de las señales que mandó Jesús a sus discípulos era la de realizar milagros y sanidades. 

Los primeros médicos

Los pocos que se dedicaban a la medicina, eran generalistas. Es decir, había un médico para tratar todo tipo de enfermedades. Los griegos fueron los primeros en formalizar la medicina. Hipócrates, en el siglo V a. C. empezó a estudiarla y enseñarla. Utilizaba una fórmula especial: escuchaba, aconsejaba y, si era necesario, medicaba con tratamientos. 

Al correr el tiempo, los judíos y musulmanes eran los pueblos más sanos en la época medieval. ¿El secreto? ¡Se bañaban seguido y estudiaron todo el legado de los griegos! La religión islámica imponía hacer lavado de distintas partes del cuerpo cinco o siete veces al día. ¡Qué diferencia con Isabel de Castilla que solo se bañó dos veces en toda su vida!    

Pero no todo termina allí. Los nombres como Maimónides, Albucasis y Al Baytar son nombres que, seguramente, nunca escuchamos. Sin embargo, son los que en la Edad Media hicieron que la medicina diera un salto enorme en la España musulmana. 

Por ejemplo, Albucasis es el primero en hacer cirugías dentales, mientras que, en el resto de Europa, las hacía un herrero, con pinza y tenaza. Son estos héroes silenciosos, al igual que muchos enfermeros y doctores en la actualidad, los que nos permitieron tener una mejor calidad de vida.

Conclusiones

Hoy en día, a pesar de tener muchos avances tecnológicos, vivimos una nueva ola de enfermedad. Sin embargo, podemos estar agradecidos por no vivir en la antigüedad donde solo había un par de hierbas para calmarnos. 

En momentos de incertidumbre y desazón podemos reactivar y aprender de los antiguos: la fe en un Dios que es “el Señor que devuelve la salud” (leer Éxodo 15:26). Pero no hay que descartar que Él también nos ha dado conocimiento y ciencia para disfrutar de la sanidad.  ¡Tenemos un Dios que se ocupa de todo!

Guido Márquez
Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.