Con solo 21 años tuve el privilegio de compartir dos años de mi vida junto a la familia Sosa Gómez en Bielorrusia y conocer la gente de este lugar donde Dios me regalaba la oportunidad de servir.
A través de estas líneas quiero compartirte mi experiencia en el apoyo misionero. En el año 1993 tuve la oportunidad de viajar a Bielorrusia por 2 años para acompañar a la familia Sosa Gómez en su proyecto misionero.
Durante ese tiempo yo les ayudaba a sus hijos con sus estudios, ya que los tres estaban cursando el secundario en ese momento. Ellos estudiaban a distancia, ¡lo que era todo un desafío!
Fueron dos años intensos, de mucho aprendizaje, yo acababa de cumplir mis 21 años y mudarme a otra cultura no fue fácil.
Flavia Ramello, misionera
Pero sí fue muy enriquecedor aprender otro idioma e interiorizarnos en la vida y costumbres del pueblo bielorruso. También lo fue conocer gente hermosa que Dios puso en nuestro camino y con los cuales pudimos compartir el mensaje de Cristo.
En ese tiempo nos congregamos en la iglesia del Pastor Basilo Moskalenko, quien junto a su familia y congregación nos recibieron con mucho cariño. Junto a la familia Sosa Gómez trabajamos en el apoyo a la iglesia, en la formación de líderes, se fundó un Instituto Bíblico y se trabajó con los jóvenes. Todo trabajo llevaba mucho tiempo de preparación, porque al no hablar el idioma lo teníamos que hacer con la ayuda de traductores.
Dedicábamos un tiempo a conversar con ellos para que pudieran entender el verdadero mensaje que queríamos transmitir, ya que algunos de ellos no eran cristianos. Fue un tiempo de mucho trabajo, de mucha siembra que ha dado hermosos frutos para el Reino de Dios. Con el tiempo, algunos jóvenes de la iglesia, que sabían algo de español, se fueron perfeccionando y ellos fueron los traductores que nos ayudaron mayormente. Gracias a Dios por la vida de cada uno de ellos que fue tan importante en toda la labor realizada.
Bielorrusia era en ese momento un pueblo muy sufrido que fue golpeado por la Segunda Guerra Mundial; perdió alrededor de un tercio de su población y más de la mitad de sus recursos económicos. El país fue reconstruido con mucho esfuerzo. Todas las familias fueron afectadas de alguna manera, al hablar con ellos todos comparten de familiares que murieron en la guerra, algo que marcó a esta nación.
También Bielorrusia estuvo muy expuesta a la lluvia radiactiva de la explosión de la central nuclear de Chernóbil, en la vecina RSS de Ucrania en 1986. La capital de Bielorrusia, Minsk, donde vivíamos, se encuentra a 344 km de Chernóbil. Este accidente nuclear contaminó mayormente a Ucrania, Bielorrusia y Rusia.
Tuvimos la posibilidad de trabajar a través de la ayuda humanitaria, apoyando a institutos de niños que vivían cercanos a Chernóbil. Cada mes los visitábamos y les compartíamos el mensaje de salvación con actividades especiales para ellos, llevando canciones, obras de teatro y payasos, para compartir un tiempo especial, y les regalábamos el libro de la vida.
Doy gracias a Dios porque me permitió ser parte de este proyecto, por cada obra de servicio que pudimos desarrollar, por cada siembra, por cada persona con la que pudimos compartir.
Flavia Ramello, misionera
Te animo a que si tenés la oportunidad de hacer un viaje de apoyo a un misionero, a corto plazo, no lo dejés pasar, tu vida será más que bendecida de poder ser parte de la historia de Dios en las naciones.
Flavia Ramello hija de los misioneros Ramello, es enfermera y ha servido al Señor como profesora de institutos bíblicos, fundaron una iglesia con su esposo y hoy están en el liderazgo de la Iglesia Centro Cristiano. Casada con David Marco, tienen 3 hijos: Dana, Ezequiel y Lautaro.