Hoy te traemos un nuevo episodio en nuestro living donde Sebastian Liendo charló con Javo sobre su rol en IBRP, la importancia de aprender de la sabiduría de los mayores, la madurez en la fe y las Pascuas.
Su rol como decano en IBRP
Javo se mostró muy contento al hablar sobre su vocación y lo que hoy está realizando desde su lugar:
“Estoy en un momento, más que nada en lo personal, de transición. Estuve como pastor de jóvenes junto con mi esposa por doce años en nuestra iglesia local. Entendimos que era la etapa de dar un paso hacia delante. Sabíamos que desde nuestro grupo de líderes habían salido los pastores de adolescentes, jóvenes, adultos, y dijimos “es tiempo de dar un paso hacia delante para dar lugar”.
Esto tiene que ver con algo que comprendimos hace un tiempo, esto de trabajar en favor de lo que viene, de proyectarnos hacia lo que viene. A veces, nuestra escuela es más de “morir con las botas puestas”, pero hace un tiempo comencé a entender esta idea de que la sabiduría está en saber sacarse las botas a tiempo y ser plataforma para que otros crezcan. Mi tarea, básicamente, es traducir a los de 20, de 60 y de 70.
Y en ese proceso, también estuve como director de jóvenes en el ámbito nacional, dentro de nuestra fraternidad, Jóvenes UAD, unos nueve años, lo que también implicó todo un proceso de cambiar una manera de trabajar y proponer una nueva forma: federalizar el trabajo, hacer más eventos chiquititos, ir al interior, trabajar con liderazgo.
SL: ¿Hace cuantos años sos decano?
JR: Creo que llevo 13 años como decano, y en ese proceso, estamos en lo que tiene que ver con la formación, con dar recursos para las nuevas generaciones que tienen un llamado, que aspiran a dedicar su vida a lo que entendemos como el ministerio. Y dentro del IBRP, estamos siendo parte de la formación y preparación de un montón de obreros que las iglesias nos confían.
Sabiduría generacional
SL: Cuando la gente grande empieza a trabajar, obtiene de ello una fuente de sabiduría. Es importantísimo. Me pasa en este último tiempo que busco disfrutar la fuente de sabiduría, la cual, entendemos, es primeramente Cristo, quien te conduce a la verdadera sabiduría.
Saber valorar esas fuentes de sabiduría posiciona al Cuerpo y trae honra por aquello que Dios depositó en esa gente, en su vida y trayectoria. Ahí empieza a caminar en armonía la nueva generación, todos los nacidos de nuevo.
JR: Todos los que compartimos un mismo tiempo en un espacio somos parte de la nueva generación. No tiene que ver con edades, y requiere entender también que ningún miembro es descartable.
SL: Nadie se jubila.
JR: Nadie se jubila de su vocación. Todos somos hijos y desde ahí fluimos en distintos llamados, ministerios, dones, porque no hay jerarquización de dones. Pero esto tiene que ver también con acercarnos, porque hay oportunidades que a veces hemos perdido. Creo que necesitamos escuchar a los mayores. Aprendamos a los pies para recuperar el espíritu pionero, el de los iniciadores, los que dieron todo, esa generación de Abraham. Como bien dice un amigo mío, el llamado de Abraham fue a salir. No tenía que ver con resultados, o con una evaluación de cómo vamos a llegar, ¡no! El llamado de Abraham fue a salir, y nosotros somos hijos de una generación que sembró su tierra saliendo, y a veces hemos perdido esa iniciativa de decir simplemente “sí”.
La importancia de la madurez en la fe
JR: Uno es maduro cuando reconoce sus limitaciones, cuando sabe decir “hasta acá llego” o “no me expongo a esta situación porque me va a ir mal”. Pero reconocer mi limitación es fruto justamente de madurez en la fe y en lo que somos; es tener claro qué puedo y qué, no.
Y creo que justamente es ahí donde necesitamos al otro. Lo bueno de vivir en interacción en el Cuerpo es que al “hasta acá llego yo”, le sigue “desde acá seguís vos”. Entonces, no sos vos O yo, somos TODOS nosotros, que nos necesitamos para que Cristo, que es la Cabeza, fluya en todos nosotros.
Por ejemplo, necesito hermanos con el don de la hospitalidad que estén en la puerta del templo. Los necesito porque son parte del mensaje de lo que nosotros estamos dando como Iglesia. Somos parte de un Cuerpo, nos necesitamos. En la concepción de Iglesia, no somos un espacio competitivo, sino uno colaborativo, donde quizás el énfasis no está en el resultado, sino en lo que somos.
Entonces, si queremos hacer Iglesia o vivir el Cuerpo de Cristo con base en los resultados, nos vamos a frustrar mucho. A veces el trending topic nos marca. Por eso es que se dice que los liderazgos horizontales demoran un poco más en alcanzar los objetivos, pero forman personas, hay discípulos.
Los liderazgos verticalistas quizás llegan más rápido a los resultados, pero nadie se forma. Hay una sola voz y todos la siguen. Preferimos concebir el Cuerpo desde la horizontalidad, entendiendo los dones, porque aun cuando hay uno que tiene el don de presidir, todos fluimos, todos interactuamos.
SL: Es cuestión de asegurar una naturaleza también, porque si hay algo que entendemos es que no formamos líderes, ni siquiera personas: formamos a Cristo. Y al hacerlo, aseguramos la naturaleza del liderazgo, de manera que todo cuanto hagamos, aun lo más cotidiano y común, todo sea para la gloria de Dios.
Jesús y las Pascuas
JR: Entiendo que la Pascua, como nuestra identidad, tiene que ver con lo que nosotros somos. Es el salto a la libertad que Cristo nos dio. Es esa identificación con la Cruz, con una vida lavada por la sangre del Cordero y presentada delante del Padre. Es Cristo jugándose por entero en favor de nosotros y diciendo: “Acá están los redimidos”.
Y tener la Pascua presente es tener la Cruz presente. Es nuestro punto de partida para la vida. Quien comienza a descalificar la Cruz, a asumirla como un evento más, como parte de nuestras tradiciones, y le saca la real importancia que tiene para nuestra fe y para nuestra vida cristiana, se aleja de Jesús, se aleja de la revelación del Hijo que tiene que ver con Cristo.
Entonces, la Pascua es decir: “No te olvides, mira el sacrificio, mira la sangre vertida, mira al Cordero inmolado en favor de ustedes”. Tiene toda su historicidad en el pueblo de Israel con la salida de Egipto, con la liberación de la muerte. Es Cristo.
Y yo digo siempre en relación con el apóstol Juan: si tocabas a su Cristo, Juan saltaba con todo; por eso existe 1 Juan, ese tratado de la defensa de la cristología. “No lo toquen, porque nos quedamos sin nada”. Sin Él, pasamos a ser un club social, un grupo de tradiciones y de costumbres, un gran grupo de autoayuda.
Cristo es la sustancia, es la vida misma de la Iglesia y tiene que ver con nuestra expresión de la fe. Por eso, tomando lo último que dijiste, me gusta Pablo. Cuando Pablo, en una de sus últimas cartas, mira hacia atrás, dice: “A quien sirvo con una conciencia limpia, como lo hicieron mis antepasados”. Es estar en la misma línea.
Cambian las formas, los contextos, las expresiones culturales, la estética; pero es la misma forma de servicio. Pablo mira hacia atrás, tal vez a lo que se inició en Abraham, y está diciendo: “yo estoy en la misma línea”.
Te dejamos la entrevista completa: