La segunda parte de un recorrido imperdible por la historia de los conflictos en Israel desde sus comienzos con Isaac e Ismael, hasta los enfrentamientos contemporáneos. Si te perdiste la primera entrega la podes leer a través del siguiente LINK.
Volviendo a lo que empezamos la semana pasada, repasemos algunas promesas que quedaron escritas sobre Israel, que se están cumpliendo frente a nuestras narices en estos momentos.
Una breve historia de lo que sucedió en Palestina, desde 1900
Si tuviéramos un Máquina del tiempo y regresáramos a principios del siglo XX a Palestina -tierra que incluye Israel, Gaza y otras zonas en conflicto-, nos encontraríamos con que no hay ciudades, ni zonas turísticas y mucho menos población judía. Esto se debe a que esta zona pertenecía al Imperio Otomano, es decir, un gobierno islámico, con un sultán a la cabeza y repleto de musulmanes. Lógicamente, allí habitaban los judíos desde la antigüedad, pero habían sido expulsados, como señalé en la nota anterior.
La cosa cambia cuando los ingleses comienzan a entrometerse en la política del lugar. Luego de la Primera Guerra Mundial, el imperio Otomano pierde y se le quitan los territorios. Inglaterra va a administrar el territorio de Palestina. Desde ese momento, se les comenzó a permitir a los judíos del mundo, volver a esa tierra.
Los ingleses se van en 1948, previamente partiendo el territorio en dos: uno judío y otro musulmán. La parte judía declara inmediatamente su independencia, naciendo como estado de Israel, con capital en Tel Aviv -una ciudad a orillas del mar, no Jerusalén-. Los judíos de América, pero, sobre todo, de Europa, sobrevivientes de las políticas nazis, comienzan a llegar por millones.
Desde aquí, sólo serán conflictos, cada cierta cantidad de años: en 1948, 1967, 1973… así hasta la actualidad. Por tiempos, conflictos entre ellos y por momentos, con intervención de otros países.
Las promesas continúan: la prosperidad de la nación
“Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de fruto”, (Isaías 27:6)
“Hemos sido bendecidos por no tener nada”. Estas son las palabras del profesor Gabriel Ben Tasgal, de la Universidad Hebraica de Jerusalén. En efecto, el país es uno de los más avanzados en tecnología para desalinizar el agua del océano. Sumado a eso, en los últimos años, ha aumentado la cantidad de lluvia sobre esta tierra, lo que ha permitido que sus frutos se exporten a diversas partes del mundo, tal como lo predijo la profecía.
Esto no sólo ha permitido que avance la agricultura, sino también la cría de ganados, lo que ha permitido que muchos judíos se dediquen a las granjas y a la producción de lácteos.
Volviendo a las raíces: resucitando el idioma
“En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento” (Sofonías 3:9)
Como cosa lógica, luego de vagar por distintos países, regiones o zonas, los judíos que retornaron a la Tierra Prometida traían una variedad diversa de léxicos y lenguas. Aunque provenían de la misma raíz, el hebreo, tenían sus desviaciones o particularidades.
Es por esto que, aún antes de la formación del estado, un estudioso de la lengua hebraica, llamado Eliezer Ben Yehuda, quien vivió en Jerusalén desde 1881, estableció diversas escuelas y fundaciones para resucitar el idioma original hebreo, que se creía muerto. Los inmigrantes que iban llegando a Israel fueron a las escuelas para aprender este idioma sin variaciones, lo que resucitó el verdadero idioma y hoy es usado como tal. Ya no es una lengua “muerta”, sino que ha perdido todas las variaciones y ha vuelto a su forma original.
Poder pagar como lo hacían en los tiempos de Ezequiel
“Y el siclo será de veinte geras. Veinte siclos, veinticinco siclos, quince siclos, os serán una mina. Esta será la ofrenda que ofreceréis […] Todo el pueblo de la tierra estará obligado a dar esta ofrenda para el príncipe de Israel.” (Ezequiel 45: 12-13, 16)
El shekel es la actual moneda de este país. Antes de esto, como viste recién, tenían una moneda de origen islámico por pertenecer al Imperio Otomano. Los que volvían, no iban a tolerar tal cosa, por ende, la restitución de esta moneda, usada en los tiempos del Antiguo Testamento, es parte del cumplimiento de esta serie de promesas.
El conflicto también estaba prometido
“He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén”, (Zacarías 12:2)
Las anteriores promesas, dadas por los profetas como Jeremías, Ezequiel o Isaías, prometían una vida lejos de la Tierra Santa, pero con la esperanza de que algún día podrían volver a habitarla.
Sin embargo, esto no estaría exento de problemas, tal como lo refleja este profeta. Es, quizás, lo que vemos en las noticias que sucede cada cierto tiempo: la pelea por la ciudad de Jerusalén, por ver qué parte tiene y controla los lugares sagrados.
Como dije en la nota anterior, lo único que podemos hacer es orar por la paz de Israel y Jerusalén, pero también tenemos que estar confiados en que las promesas son fieles y verdaderas. Tanto las buenas como las malas.